—Los primeros postulados de la pedagogía en Argentina son los siguientes, anotá:
Ana le iba dictando la teoría de la materia con paciencia, constantemente preguntándole si había algo que no había entendido o si necesitaba que le aclarase algo. En realidad, pedagogía de 5to año no era tan complicada, César sólo había perdido el hilo por sus reiteradas faltas a clase. Eso y estar desconectado en muchas de ellas, espiando a Evelin, viendo la forma de molestarla con el sólo hecho de mirarla, ó tratando de oír si la chica hablaba de él con sus amigas. Pero eso fue hace meses ya, y con esfuerzo fue dejando esas actitudes en el olvido.
Dieron las cuatro de la tarde. Afuera el viento seguía horrible y el cielo, nublado. Ana hizo una pausa para ofrecerle un vaso de agua. En el momento que quedaron en silencio preguntó:
—¿Qué te ha pasado este año, hijo?
—¿A qué se refiere, profe?
—Ya sabes, a que, por ejemplo faltaste a la mitad de las clases, dejaste de interesarte por la materia, y en Taller, hablabas sólo por compromiso. El año pasado vi que al menos te esforzabas por aprobar, te ibas soltando, te animabas de a poco a hablar en público. Pero este año... Si no estuvieras en quinto, ya hubieras quedado libre, ¿cuántas faltas llevás hasta ahora?
—Es verdad, por eso mismo, por estar en quinto año no me preocupé por las faltas...hasta ahora llevo 38 si no me equivoco.
—Pero hay algo más que sólo faltar, César... Si no me querés contar lo entiendo, pero sé que te ocurrido algo con Evelin.
—¿Y vos cómo sabés eso?? -Había dejado de tratarla de usted sin darse cuenta.—Primero porque me preocupan todos mis alumnos, y me doy cuenta cuando les pasa algo. Y segundo porque la mismísima directora habló conmigo para preguntarme si sabía algo. Algo sobre vos y Evelin, la chica que se sienta en la fila de la izquierda. Yo no sabía nada, simplemente le dijo que te notaba ido de las clases. Pero a ella la veía igual que siempre...
—Debe ser porque esa piba está acostumbrada a cagarse en todo el mundo y que todo le importe poco, por eso debe ser que toda esta mierda no le afectó para nada...como a mí.Ana se quedó callada un momento mirándolo con intriga. Las malas palabras no le molestaban siempre y cuando no fueran en el ambiente de la escuela, pero sí le resultó intrigante el saber a qué se refería él.
César también la miró por un segundo a los ojos, dudando si seguir hablando o no. Sus miradas por un momento se cruzaron. Los ojos amarillos de él con los marrones oscuros de ella. César vio que a pesar de las ojeras de su profesora, producto de la edad y de ser madre y esposa, era una mujer físicamente atractiva. Pero más allá de ello, notó en su mirada algo que lo animó a seguir hablando: sincera y genuina preocupación.
Ya no tenía sentido callar o mentir acerca de los hechos, así que confió en ella y le contó lo más rápido que pudo su historia con Evelin ese fatídico verano.Ana lo escuchaba con atención simplemente asintiendo con la cabeza. Su mirada se tornó preocupada conforme oía la historia incluyendo las anécdotas de la trompada en la boca y la amenaza del novio. Al terminar, César pegó un suspiro, Ana mantuvo el silencio un par de segundos más, como buscando qué decirle. Lo conocía desde hace un año, y creía en la veracidad de sus palabras.
—Me dejás sin palabras, César, la verdad no me imaginaba que las cosas habían ido a tanto...
—Fue mi culpa por creerle a esa imbécil -El muchacho bajó la cabeza aún avergonzado por aquélla carga virtual.—No creo eso, César... Sólo en algo te equivocas y si no te ofendes te lo voy a explicar
—Adelante, profe.
—Vos crees que eso fue tu culpa cuando fue ella la que te mintió. Pensalo así: ¿Si ella no te hablaba esa tarde, vos te hubieras animado a hacerlo?
—Quizás sí, quizás no...quizás algún día yo... Yo creía estúpidamente que podía llegar a gustarle!..
—Eso no importa, el punto es que seguís pensando que la culpa fue tuya y así nunca te desligarás de esto. Lo único de lo que podés culparte son de tus acciones a partir de ese punto. Tus acciones generan una reacción.
—No entiendo
—Una vez que descubriste el engaño y que supiste que nada podías hacer, tus acciones determinan lo que va a pasar a partir de ahí. Y tus acciones te llevaron a correr riesgo. Fueron osadas, inconscientes. Incluso fuiste golpeado. De eso sí podés asumir la culpa y ceder. Ya no buscarla, ya no mirarla, ya nada.
—Pero la odio. Ya sé que no puedo hacer nada. Pero de alguna forma tenía que hacerle pagar
—No la justifico. Y sé que ella actuó mal. Pero de eso se encargará la vida, no lo pensás? De devolverle a cada uno lo bien o mal que hizo.
—Tiene usted una visión hiperromántica de las cosas...
—Te aseguro que no es así... Y tratame de vos, que no estamos en clase y me hacés sentir una anciana -replicó con una sonrisa.
—Está bien, disculpe... Digo, disculpá, profe.
—¿No pensás que ya fue suficiente? -prosiguió Ana. —Digo, más allá de todo lo que sufriste, que lo entiendo, y de lo lejos que llegaron las cosas...
—¿Suficiente?
—Sí, suficiente pelea, conflicto, dolor. Porque no conseguirás nada más que eso si seguís pensando de esa manera y buscando "venganza"
—La verdad que no lo había pensado así...Quedaron un silencio, una vez más. Ana miró la hora: 17:46.
—Tengo que cocinar, en un rato llega mi marido, te veo el viernes, no? Igual avanzamos bastante bien, no se te da nada mal con la materia.
—Eeh...sí, hasta el viernes, profe.Y así casi sin darse cuenta, se despidió de ella con un beso en la mejilla. El viento se había calmado pero el cielo seguía gris. Aparentemente a punto de llover.
"Mi profesora de pedagogía convertida en mi psicóloga... Faltaba más ¡Jaja!... Aunque puede que algo de razón lleve"
Fue lo que pensó de camino a casa.
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La quiero, Miss.
RomanceUn estudiante herido y necesitado de amor , una profe que encuentra en él, algo más que unos ojos virginales, hermosos y llenos de dolor.