Capítulo 14 - Nueva alianza

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Recuerdo esa vez que me tiraron en la piscina. Ese día cumplía apenas 16 años y todavía no sabía nadar, había invitado a unos compañeros del secundario a una fiesta en la casa. A alguien le pareció divertido tirar a la chica del cumpleaños a la piscina. Ni bien el agua me tragó, caí lenta e inevitablemente agitando mis brazos en desesperación. Ese sentimiento de angustia, de impotencia, sentir el aire abandonando tu cuerpo sin poder hacer nada, eso sentí cuando desperté con sus manos en mi cuello.

El tipo estaba furioso, como su hubiese atropellado a su mascota y no me hubiese dado cuenta. Su rostro estaba colorado y contorsionado en ira. Caían lágrimas de sus ojos y su boca se movía repitiendo palabras que mi cerebro no registraba. Estaba diciendo algo, pero claro, mi mente estaba preocupaba por la inevitabilidad de mi muerte.

Intenté jalar sus manos de mi cuello, pero era imposible, él estaba empecinado en matarme. Clavé mis uñas en sus brazos con furia, pero él no reaccionó. Tenía que hacer algo o iba a morir. Si tan solo pudiera golpearlo con algo...

Miré a mi izquierda. No había nada sobre la mesa de luz. Sólo una lámpara de lava. Estiré mi mano pero la punta de mis dedos apenas llegaba a rosar el vidrio. Entonces debo haber golpeado o movido de alguna manera la mesa de luz, porque la lámpara tambaleó y logré alcanzarla. Inmediatamente la jalé con todas mis fuerzas, y a pesar de que el cable dio algo de resistencia, logré golpearlo con la lámpara. El vidrio se rompió, una sustancia aceitosa cayó encima de los dos. Apenas soltó mi cuello, volví a golpearlo con lo que quedaba de la lámpara en mi mano. Vi el vidrio incrustarse en su rostro deforme y gritó de dolor. Se alejó lo suficiente y lo patié en el pecho con toda mi fuerza. Cayó al suelo, con la espalda contra la pared, respirando con dificultad y los ojos abiertos de la sorpresa. Había un gran pedazo de vidrio clavado sobre su ceja derecha.

Bajé de la cama y me apoyé contra la pared opuesta a la de mi atacante intentando recuperar el aliento.

Debería huir, correr, pero necesitaba saber. No podía entender por qué este hombre había intentado matarme. No lo conocía.

—¿Por...por qué quieres ma...matarme?—pregunté con una voz que no podía reconocer.

El tipo tomó el pedazo de vidrio de su frente y lo sacó. Un chorro de sangre comenzó a caer por su rostro como si fuera una maldita canilla.

—¿Matarte? ¿Quién dijo que quería matarte?¡Maldita sea!—respondió mientras se apretaba la herida con su mano.

No le di tiempo a mucho más, corrí por el corredor, esperando encontrar a alguien, pero choqué contra una pared y caí al suelo.

Enseguida me di cuenta de que no había chocado contra una pared sino contra Oso. Esta allí parado como una torre, mirándome como si fuera un bicho raro, ni siquiera ofreció su mano para ayudarme a levantarme. Se limpió la garganta y saludó sin bajar su mirada:—Buenos días.

Fue entonces que me di cuenta que estaba casi desnuda.

—Mierda, mi ropa—dije mientras me puse de pie y me cubrí con mis manos.

El aceite había mojado la camiseta blanca haciéndola casi traslucida.

—Sí—respondió Oso mirando para todos lados menos en mi dirección—No es buen lugar para andar de exhibicionista. Los hombres aquí te respetarán porque eres la chica del jefe, pero no los tientes. Vamos, vuelve a cambiarte—agregó mientras me empujaba.

—Espera, es que no puedo volver porque...

—No quiero que Huesos se la agarre conmigo porque no te protegí. Vamos, métete en el cuarto—interrumpió Oso.

—Espera, Oso, no...

—¿¡Qué demonios es ese alboroto!? Es muy temprano—interrumpió una voz.

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2021 ⏰

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