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Capítulo 6 - Lección de biología y confianza

Canción del tema: Lean on de Major Lazer & DJ Snake

"(...)But the night was warm
We were bold and young
All around, the wind blows
We would only hold on to let go
Let go, Let go, Let go, Let go [x2]
All we need is somebody to lean on (...)" 

Franco colocó el tapón de la tina y la llenó con agua caliente.

—Métete—dijo con voz autoritaria. Si no tuviese a otra persona con quien acudir le diría que se vaya a lavar los calzones.

Me metí con suavidad y me senté. El agua estaba fantástica.

Franco se sacó su chaqueta de cuero y su camiseta. Bajé la mirada por vergüenza, aunque podría mentir y decir que fue porque tenía miedo de que su excitante cuerpo me ponga más nerviosa.

—¿Qué estás haciendo? No, no. —tartamudeé de nervios.

—Tranquila, confía en mí. Hazte para adelante—dijo y se sentó atrás mío.

Me mantuve en la otra punta de la tina mientras él acomodaba sus piernas a mis lados. Tal vez tiene ropa interior.

—Recuéstate—dijo y una de sus manos me jaló hacia su cuerpo.

Apoyé mi espalda sobre su pecho amplio. Se sentía cálido y sólido.

Sus brazos se apoyaron a los lados sobre la tina como grandes barreras. Su olor, aquel que se diferenciaba al cuero, a los pinos, comenzó a reflotar con la humedad de la tina. Me sentí tan cómoda.

—Me encanta tu perfume—murmuré.

—No uso perfume, cachorra. Lo que hueles es mi aroma, mi olor personal.

—¿Yo tengo un aroma también? —pregunté.

—Tú tienes un aroma delicioso. Cuando iba por la carretera aquella noche sentí tu aroma. De inmediato frené. Casi me atropella un camión. —rió y causó vibraciones en el agua. Pequeñas ondas que se alejaban de nuestros cuerpos hacia los bordes de la tina.

—¿Qué tiene de especial mi aroma? —pregunté.

—Verás...—comenzó y se quedó pensando. Sus dedos bailaban sobre la tina. —nuestra raza...somos creados de a pares. Es nuestra responsabilidad, si así lo queremos, encontrar nuestro otro lobo mediante nuestros sentidos. Esa atracción que sientes por mi aroma, por mi piel, es mutua. —su mano izquierda se posó sobre mi corazón— Tu corazón te lo dice cuando se vuelve loco.

Su mano volvió a la tina y su pecho resopló un respiro de alivio.

Me debo haber quedado dormida porque momentos más tarde abrí mis ojos. Mi cuerpo lucía normal y estaba desnuda entre dos piernas masculinas. Inmediatamente me senté y me cubrí los pechos. Franco colocó un dulce beso en mi sien y se puso de pie. Bajé la mirada, negada a verlo. Cuando lo miré solo tenía un par de jeans húmedos puestos. Su pecho era enorme, grandes pectorales bien definidos seguidos de abdominales bien marcados. Todo cubierto por una capa de vello.

—Cachorra, todo este tiempo estuviste desnuda, ¿y ahora cual es la diferencia? —preguntó mientras me entregaba una toalla blanca.

Me envolví en la toalla en silencio, decidida a no mirarlo a la cara. Busqué entre mi ropa, pero el vestido estaba hecho trizas así que lo tiré al cesto. Y justo ese día no me había puesto ropa interior.