Arctic Monkeys - Do I wanna know?
Estábamos en el lago, nuestros cuerpos entrelazados contoneándose, iluminados por la luz de la luna. Franco me estaba susurrando algo al oído, y después besaba mi cuello.
—Franco—susurré de placer cuando mordió mi oreja.
—¿Cachorra?—dijo en voz alta.
Los rayos del sol hacían dibujos en mi pared blanca. Sonreí, mis ojos aún cerrados después de tan maravilloso sueño. Una mano me tomó por el estómago y me jaló hacia su cuerpo. Su nariz estaba perdida en mi cabello.
—¿Lindo sueño?—preguntó en una voz arenosa.
—¿Por qué?
Franco me presionó contra su cuerpo y pude sentir su erección a través de mis piyamas.
—Estabas hablando dormida—respondió.
—¿Y qué estaba diciendo?
—Decías mi nombre—me dijo con sus labios rosando mi oreja—, frotabas tu hermoso trasero contra mi polla.
Su miembro se movía contra mi cuerpo, calzado entre los cachetes de mi trasero. La excitación con la que desperté se incrementó en un hormigueo constante que necesitaba aliviar. Su mano izquierda bajó de mi estómago y se te metió por debajo de mi ropa interior, tomando la forma de mi sexo.
—Lo sabía, estás empapada. Podía olerlo—susurró mientras sus dedos buscaban entre mis labios.
Su mano salió de mi ropa interior y se metió en su boca. D-I-O-S-M-I-O. Qué vergüenza. Cubrí mi rostro con una mano. Franco rió e hizo un sonido de placer.
—También sabes deliciosa.
Su mano volvió a mis pantalones, pero esta vez los bajó.
—Espera—le dije. No estaba lista.
—Shh, hoy es sólo para ti.
Su mano volvió a tomarme por mi sexo y se recostó sobre sus espaldas jalándome sobre su pecho. Levantó mis piernas cerradas y, me quitó el pantalón y mis bragas. Mis piernas cayeron enmarcando las suyas, sus rodillas estaban dobladas. Su mano derecha, que ahora estaba libre, se deslizó por los labios mojados de mi sexo y comenzó a hacer pequeños círculos sobre mi clítoris.
—Sí—. La palabra se escapó de entre mis labios.
—Eres tan hermosa...—susurró, y su lengua lamió el costado de mi cuello. Su otra mano se metió bajo mi camiseta y tomó un pecho apretándolo con algo de fuerza—. Quiero hacerte mía—. Su enorme erección comenzó a rozar la entrada de mi vagina. Ambos movimos nuestras caderas, su miembro se resbalaba entre los labios exteriores de mi vulva, como una serpiente acuática. Podía ver la punta gorda sobresaliendo de los vellos de mi zona más íntima.
—Sí, hazlo—dije en desesperación. Ya no podía más.
—No, todavía no—dijo con voz firme. Sus manos fuertes tomaron mi cadera y me colocaron sobre la cama, a un lado. Rápidamente, me quitó de encima de él y se colocó entre mis piernas. Una de mis piernas estaba sobre su espalda, la otra a un lado, en la cama. Franco me miraba como un animal hambriento, su boca a pocos centímetros de mi vagina. Nos sonreímos mutuamente, su sonrisa lasciva y entonces su boca bajó y comenzó a devorarme. Su mano derecha subió hasta mi pecho y apretó un pezón, su lengua daba pequeños círculos alrededor de mi clítoris. Entonces el placer rebalsó y se derramó mojando todo mi cuerpo en un clímax. Mi primer orgasmo. Las comisuras de mi boca ardían, probablemente de abrir mi boca por la sorpresa. Una calma como ninguna le siguió al placer. Besos comenzaron a subir, uno en mi pierna, otro en el ombligo, otro en un pezón, hasta que finalmente él estaba frente a mí.
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Felicitas aprende a andar en motocicleta (Salvajes #2) #FantaAwards2017 #WGA2017
WilkołakiVivía la vida perfecta; dinero, joyas, ropa y diversión. Pero entonces vi las rasgaduras en mi perfecto castillo de cristal y supe que no era la princesa. ¿Qué haces cuando las mentiras son demasiado grandes para ignorarlas y caen como rascacielos...