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POV Harry

A Harry le dolía cada vez más la cabeza, siempre estuvo en lo correcto, este era Tom Riddle, o Voldemort, daba igual, eran lo mismo.

Se levantó con lentitud intentando evitar que el pánico se mostrara en su rostro, ¡Carajo se había enamorado de un Lord oscuro, asesino en serie, megalómano y cara de serpiente! Estaba muy jodido.

Comenzó a retroceder aún más lento, tenía que salir de esa casa lo antes posible, pero estaba un cien por ciento seguro de que había salas anti-apariciones, así que no valía la pena siquiera intentarlo. Anguis se puso de pie cuando notó que Harry intentaba ir a la salida.

Fue muy rápido como para que reaccionara con tiempo, en un parpadeo Anguis estaba de pie junto a él, abrazándolo con fuerza, ¡¿Que mierda?!

Por alguna extraña razón el abrazo lo tranquilizo, como si siempre lo hubiera necesitado, pero no se había dado cuenta hasta ahora. Después de que Anguis le dijera todo, había sentido demasiadas emociones llenarlo, pánico, tristeza, nostalgia, traición, pero nunca miedo u odio. Eso solo lo confundía más.

—Suéltame Anguis—dijo con un hilo de voz—. O dime, ¿Prefieres que te diga Voldemort?—escupió con veneno.

Pero cuando Angu-Voldemort (debía de llamarlo por quien era, se regañó). Cuando Voldemort se echó un poco para atrás, sintió una sensación de frío recorrerle la espalda.

—De todo lo que me mostraste,—vaciló un poco—¿Qué fue real y que fue mentira?—una esperanza absurda le llena el pecho y cree que puede llorar, pero no lo va a hacer frente a Voldemort.

Ya estaba muy jodido, no necesitaba una respuesta, sabía lo que diría, de seguro algo como: "Solo lo hice para mi interés, y eres un idiota, no me sorprende que te hayas enamorado de mi como un chiquillo necesitado de amor". Definitivamente la respuesta lo haría sentir aún más patético.

Sin darle tiempo a si quiera abrir la boca y con el pecho dolorido Harry levanto el puño, y con fuerza golpeo el rostro del contrario, era un idiota si esperaba una respuesta amable y sentimentalista. Salió corriendo de la casa de Voldemort con la mano dolorida y roja. Nadie lo detuvo, y eso probablemente le dolió aún más que su mano casi sangrante y la opresión en el pecho que lo dejaba sin aire, pero no lo admitiría.

THTHTHTH

Harry se recostó en el sofá con un buen libro en la mano y un plato de pasta fría en la otra, llevaba por lo menos una semana y media comiendo sopa fría y para este punto estaba comenzando a cansarse.

Releyó por millonésima vez el libro que le había regalado Anguis para su cumpleaños. Simplemente no podía dejar de tomarlo en manos y releerlo mientras rememoraba lo que había pasado la noche de su cita. Definitivamente fue desastroso.

Cuando llego a casa después de eso no pudo dormir, cerró la vía flu y la chimenea, coloco las salas anti-apariciones en su casa, y desde entonces no había salido. Cancelo sus citas de trabajo y se encerró en una afable soledad durante una cómoda semana y media, ¿o dos completas?, no lo recordaba.

Se supondría que pensaría las cosas mientras estuviera en soledad, y tomaría una decisión con respecto a Voldemort. Pero después de poco tiempo se había dado cuenta que no sabía qué hacer, por un lado, quería entregar a Voldemort a los aurores y acabar con todo, pero por el otro simplemente quería ser egoísta e ir con Anguis para continuar como hasta entonces. Y si, en su mente Voldemort no era Anguis, ambos eran dos personas distintas para él, y ese razonamiento sólo lo enloquecía más.

Había perdido el hilo de su lectura de nuevo, y el apetito le fallaba.

Con pereza dejó el plato en el suelo y se puso el libro sobre la cara, absorbió por la nariz el dulce y conocido olor a libro. Le encantaba, era por alguna razón, terapéutico.

Secretos y promesas bajo la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora