Negocios sucios

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Ninguno de los personajes de Star Wars me pertenece. Esta es una historia alterna basada en el universo desarrollado por Lucas Film y no pretendo lucrar con ella.

VIII. Negocios sucios

El punto de reunión era una vieja base imperial abandonada, en una luna de Dantooine. Habían llegado en la nave de Castel, un modelo antiguo, que ya no tenía una marca en específico pues tenía tantas refacciones distintas que probablemente ya no quedaba nada de la original.

Llevaban tan sólo lo básico, una mochila con lo que cupiera ahí. El plan era estar de regreso en cuatro días. ¿Qué podría salir mal? Aun así, Ben no se sentía tranquilo. Estaba tentado a abrirse a La Fuerza para poder captar las energías que lo rodeaban, pero descartó la idea de inmediato. Llevaba años que había bloqueado su conexión a La Fuerza, en un afán de borrar todo lo que había pasado y tratar de superar el cúmulo de dolor, miedo e inestabilidad que le había traído ser un usuario poderoso en ella. Descubrió que las voces en su interior ya no le molestaban, tampoco Snoke había entrado en su mente, pero, sobre todo, ya no sentía ese constante tirón entre la luz y la oscuridad al cual siempre estaba sometido. En su lugar había quedado un vacío, un silencio tan infinito como el universo. Cierto era que ya no había dolor, pero se sentía incapaz de sentir cualquier otra cosa, incluso alegría o felicidad, estaba seco por dentro. El malestar que le causaba esta situación lo compensaba con parrandas maratónicas, ingiriendo cantidades peligrosas de alcohol, siempre al lado de su amigo Castel, quien era un imán para los problemas.

Y al parecer este sería el problema más grande en que los había metido. Lo supo al momento en que estuvieron en una vieja bodega abandonada, junto con otros equipos de pilotos reclutados de la misma manera y aparecieron los organizadores del evento y Ben supo de quién se trataba.

—Cas, son Amaxines. ¿Sabías que eran Amaxines cuando aceptaste? — le dijo en voz baja, pero sin dejar de lado el tono de alarma.

Los Guerreros Amaxines eran conocidos como los más salvajes y despiadados y era un secreto a voces que colaboraban con el Cartel de Rinnrivin, el grupo criminal que controlaba la mayoría del contrabando en el anillo exterior y que había amasado una fortuna descomunal despuésés de la caída del imperio.

—No, no lo sabía. Pero ya estamos aquí. No podemos arrepentirnos ahora. —Estaba igual de nervioso o más que Ben. —No es como que nos afiliemos a Rinnrivin o algo.

—Los peores criminales de la galaxia no se comparan con estos sujetos. — dijo mientras veía como la única salida era bloqueada tras ellos. —De todos los líos donde nos has metido, este es el peor.

—Ben, te juro que...— fue interrumpido por el que parecía ser el líder en ese momento, que empezó a hablar en el andamio del piso superior.

—¡Pilotos, bienvenidos! Todos los presentes han sido informados de las condiciones de este trabajo. Les pagaremos muy bien por su silencio y discreción. No creo que sea necesario que les diga que cualquier conducta que nos haga dudar, a mis hombres o a mí, tendrá consecuencias... ehm... no muy agradables para ustedes —su voz resonaba en toda la bodega, haciendo que la advertencia sonara más aterradora. —las naves les serán asignadas de acuerdo al orden en que se registraron.

Otro guerrero sacó una lista y comenzó a llamar a cada piloto por su nombre.

—Espero que de verdad no se te haya ocurrido dar mi nombre, Castel. —dijo Ben claramente molesto.

—¡No! No soy tan tonto.

—¡Castel y Kylo Newguy! — llamó el tipo de la lista y ellos comenzaron a caminar.

—En lo que respecta a este trabajo, eres mi hermano. —le guiñó el ojo a Ben. —Todos saben que mi padre tiene muchos hijos así que no sospecharán.

Where The Soulmates ShatteredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora