La Paz es una Mentira

49 3 0
                                    




A pesar de ser un nido de delincuentes de todas las formas, colores y especies de la galaxia, el planeta Thune no dejaba que los Caballeros de la Orden de Ren pasaran desapercibidos.
Se habían dividido para poder cubrir más terreno en menos tiempo lo que había resultando en que se hablara de su presencia en todos los rincones de la ciudad y que la gente se sintiera intimidada cuando se cruzaban con ellos.

Vicrul Ren caminaba con rapidez por los callejones malolientes, agradeciendo en su interior que el casco amainara un poco el hedor.
Tenía sentimientos encontrados sobre la misión que se les había encomendado, pues jamás se imaginó que su camino se volviera a cruzar con el de Ben Solo, con quien jamás había tenido una relación cordial, en el tiempo que estuvieron juntos en la Academia Jedi. Era un traidor cobarde, que había tenido en sus manos la oportunidad de la grandeza, junto al Líder Supremo, y que había salido corriendo despavorido cuando el momento había llegado.
A su parecer ¿de qué servía ser el usuario de La Fuerza más poderoso, si no tenías el carácter para sobre llevarlo?
Pero ahora estaba ahí, tras su pista por orden de su nueva maestra, quien había demostrado tener el temple necesario para servir al Líder Supremo, a la Primera Orden pero, sobre todo, al Lado Oscuro.
—Vicrul ¿llegaste al objetivo?— sonó una voz femenina, aunque un tanto grave, por su Inter comunicador.
—Estoy próximo a hacer contacto, Ap'lek, ¿ustedes han tenido éxito?
—Varios le conocen en este nido de gundarks, al parecer ha pasado los últimos dos años contrabandeando y cayéndose de borracho en cualquier cantina de mala muerte... Aunque tengo mis dudas de que en verdad sea él. —contestó con duda la única integrante mujer de los Caballeros de Ren.
—Al parecer, nunca conocimos bien al principito y de lo que era capaz.— un tercero se unió a la conversacion a distancia.
—Siempre supimos que era un cobarde, Ushar.— respondió el cuarto caballero, Cardo Ren.
—Espero que la Maestra Asha nos deje hacerlo polvo.— se notaba el rencor en el tono de Ushar Ren, aunque a decir verdad, todos tenían recelo hacia su antiguo compañero de la Academia.
—Eso no va a pasar, Ushar. Es claro que ella tiene pensado matarlo. A él y a todos los Skywalker... Ahora todos concéntrense que tenemos órdenes que cumplir.—Ap'lek puso un alto a la conversación. Si bien el que fungía como líder de facto era Vicrul, todos respetaban a Ap'lek y le mostraban respeto, no solo por ser la más grande de edad del grupo, sino por la experiencia y la trayectoria que la respaldaba.
Ap'lek siempre supo que era sensible a cosas que la gente normal no y con 14 años logró entrar a la Fuerza Espacial Imperial, justo después de la destruccion de la primera estrella de la muerte.
Su habilidad como piloto hizo que sus superiores volteran a verla, llamando la atención, incluso, de Lord Vader; era un hecho que de no haber sido tan buen piloto, su conexión con La Fuerza la hubiera sentenciado a morir a manos del Sith.
Con la caída del Imperio, pudo salvar el pellejo gracias a la amnistía que la República emitió para soldados y tropas generales.
Unos años después, Luke Skywalker la invitó a entrenar con él, fungiendo incluso, como asistente para cuidar a los niños en la Academia.
Y ahora, con casi 50 años, se encontraba luchando a lado de esos mismos jóvenes a quienes había acompañado desde hacía años, ahora sirviendo al bando contrario.

—Continúen recabando información. Encontré a mi objetivo.— Vicrul cortó la conversación.

La pandilla de Wald Lorzo se encontraba en un callejón oscuro, hostigando a un joven kessuriano, probablemente algún vendedor de especias local a quien le proveían. Entre dos agarraban al chico, cuya piel rojiza comenzaba a tornarse violeta en ciertos puntos por los golpes recibidos, mientras el líder lo agredía y otros dos miraban.
—Ey, que quieres por aquí... vete de una vez, no hay nada que ver, grandulón.— gritó uno de los matones al ver como Vicrul se acercaba por el fondo del callejón.
—Wald Lorzo— llamó el caballero de Ren al líder de la Banda, ignorando la advertencia.
—¿Quién lo busca?— contestó el cefalópodo.
—Tienes información que me interesa, sobre alguien que, según sé, te debe miles de créditos.

Where The Soulmates ShatteredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora