Iniciativa.

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 (POV AOMINE)

Pensar que todo lo ocurrido solo había sido producto de mi imaginación era demasiado frustrante, pero ¿existía otra explicación? No había nada que indicase la presencia de Tetsu y era obvio que mi madre no lo había visto, a pesar de que parecía llevar levantada desde temprano.

Sonreí amargamente. Debía verme realmente patético ahora mismo, confundiendo la realidad con las ilusiones.

—Hey, cariño, ¿has visto mis pantalones? —escuché la voz de mi padre conforme entraba a mi habitación y se volvía un nuevo espectador de la escena—. Oh, Daiki, ya despertaste.

—Si —refunfuñé de mala gana, volviendo a recostarme para cubrirme con el edredón hasta la cabeza.

No importaba que dijeran, hoy no estaba dispuesto abandonar mi cama y si al final conseguían sacarme de casa, iría a perderme en algún parque. Las clases estaban fuera de discusión, no estaba de ánimos para tener que lidiar con los maestros o los otros alumnos.

—Cierto, antes de que me olvide, tu amigo dijo que se iba yendo a un entrenamiento o algo así.

Procese la frase recién pronunciada por el viejo por un segundo y al siguiente ya volvía a encontrarme sentado, viéndole la cara.

—¡¿Tetsu?!

A mis padres les tomó el mismo tiempo reaccionar de la sorpresa que mi repentino movimiento había provocado. Siendo mi padre el primero en tomar la palabra.

—Ahh sí, Tetsuya, lo atrapé saliendo de casa en la madrugada —se rascó la nuca sonriendo—. Por un momento lo confundí con un ladrón, se ha vuelto muy silencioso.

Me abstuve de decir algún comentario al respecto, en realidad, tampoco hubiera podido hacerlo ya que me encontraba demasiado ocupado intentando no sonreír como idiota. El mal genio de hace unos segundos había sido borrado, ¡hasta la idea de levantarse ya no sonaba tan mal! El alivio de saber que no estaba tan desesperado y todo había sido real era demasiado para contenerlo. Quizás, lo único que me fastidiaba un poco, era que no me hubiera despertado para despedirse, podría haberlo acompañado hasta su instituto.

—¿Tetsuya kun realmente estuvo aquí? —habló mi madre recuperándose del asombro para pasar rápidamente al reproche—. ¿Cómo es posible que nadie me dijera?

—Venga, cariño, seguro los muchachos no quisieron despertarte. Ayer debieron llegar tarde y Tetsuya habrá tenido sus razones para irse temprano —consoló el otro dándole un par de palmadas en el hombro, pero ella salió de la habitación sin darnos una segunda mirada.

Ambos nos quedamos observando el lugar; que hasta hace un momento había estado ocupado, y soltamos un suspiro resignado.

—Iré hablar con tu madre —habló mi padre tras un rato despeinando su alborotado cabello, para después poner una sonrisa en su rostro que no presagiaba nada bueno—. ¿Ya estás de humor para levantarte?

Ahí estaba, ni bien empezaba el día la ronda de peleas padre e hijo daba inicio. Fruncí el ceño en respuesta, decidido a ignorar el significado mal disimulado de su pregunta.

—Le diré a Tetsu que venga un día a verla, quizás eso la calme.

—Me parece una buena idea —respondió sin hacer ademán de retirarse.

Físicamente nos parecíamos mucho; él era alto, con la piel morena y el cabello negro mucho más largo que el mío. Tenía una personalidad algo complicada, podías verlo aburrido con el mundo y de repente lo veías andar emocionado por algo, pero nunca al mismo ritmo de mi madre. Ella era como una tormenta, él por otro lado siempre parecía ser dueño de todo lo que hacía y su entorno. Orgulloso como nadie, demasiado reflexivo algunas veces, sin perder alguna oportunidad para molestarme. Bastaba con verlo apoyado en el marco de la puerta con total seguridad en sí mismo sin perder la sonrisa; aunque no llevara pantalones, para hacerse una idea de hasta dónde llegaba su propia confianza.

Siempre fuiste tú (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora