Privacidad

1.3K 134 323
                                    

(POV AOMINE)

—Nos vamos —hablé en voz alta dirigiéndome a la salida.

El desayuno había terminado sin más percances que los comentarios con doble sentido por parte de Takao y las miradas mal disimuladas de la pelirrosa. Ni bien Tetsu apareció frente a ellos, ella se encargó de realizar una rápida inspección en su cuello buscando más marcas, mientras el pelinegro fingía aullar como lobo. En resumen, había sido un caos del que estábamos por liberarnos.

—Hasta más tarde —se despidió el peliceleste.

Caminamos hasta la puerta y tenía ya una mano extendida en dirección a la manija, cuando la voz de Midorima me detuvo.

—Aomine, ¿y tus cosas para estudiar?

Solté una maldición al darme cuenta del error y regresé rápidamente hacia mi habitación en busca del bolso del club. Lancé todas las cosas que traía adentro sobre la cama y metí con la misma velocidad todos los textos guía de las materias, junto a unas libretas de apuntes. No necesitaba detenerme a pensar en que cursos requería ayuda, la respuesta se resumía a un simple "todos".

—¿Todos los cursos? —se escuchó la serena voz de Tetsu, viéndome desde la puerta.

—Excepto historia —repliqué con orgullo.

Aquel era el único curso que llevaba aprobando desde la secundaria sin necesidad de usar los apuntes de Satsuki. Desde que el peliceleste había empezado a leerme sus libros, imaginaba que cada clase era un nuevo capítulo de alguna historia, algo más aburrida que las que él me leía, pero una historia, al fin y al cabo.

La mayoría de veces fallaba en recordar las fechas, pero siempre terminaba memorizando los nombres de los personajes y la cadena de sucesos que atravesaban, aunque la mayoría siempre terminaba falleciendo en algún heroico y trágico final.

Me debatí un momento con el texto en la mano, no muy seguro si incluirlo en la lista de materias que quería repasar. Tetsu tomó la elección, quitándomelo suavemente para guardarlo en su propio bolso de Seirin.

—Siempre es bueno repasar —me explicó, encaminándose a la salida.

Tomé sus palabras como la señal de irnos y metí las últimas cosas que debían hacer falta, lapiceros y borradores. No recordaba la última vez que había tenido una sesión de estudio, pero quería asegurarme de llevar todo lo necesario para evitar estar pasando apuros frente al idiota de Kagami. La guerra empezaba desde el primer instante, demostrando quién era el mejor para Tetsu.

Una vez estuve seguro de tener todo, lancé el bolso sobre mi hombro, sintiendo el peso de los libros tirar de la correa. Fingí no darme cuenta del peso extra y regresé hacia el recibidor, listo para intentar irme nuevamente.

—Mucha suerte estudiando, cariño —mi madre apareció de la nada, seguido de los demás.

—Recuerda concentrarte —la respaldó el viejo, intentando no sonreír.

—¡Ánimos, Dai chan! —canturreó la pelirrosa.

¿Podía haber algo más molesto que esto? Mientras avanzaba hacia la salida del departamento; donde ya me esperaba Tetsu, las palabras de aliento no dejaron de llegar, hasta que mi paciencia alcanzó su límite.

—Dejen de hacer tanto drama, solo estoy yendo a estudiar —resoplé, viéndolos por sobre el hombro.

Su respuesta fue soltar un grito emocionado, protagonizado por las únicas mujeres del grupo que no dudaron en abrazarse.

—Siempre esperé por verte llegar a este momento —el viejo fingió encontrarse tan conmovido como ellas, aunque su mirada destilaba una silenciosa burla.

Siempre fuiste tú (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora