¿Delicadeza? ¿Qué es eso?

1.2K 132 302
                                    


(POV AOMINE)

Si alguien me preguntara si estaba disfrutando lo que sucedía en ese preciso momento, mi respuesta inmediatamente sería un sí. Observar al pelirrojo tan sorprendido solo hacía que continuará viéndolo entretenido, esperando por ver cuánto tardaría en procesar la noticia.

Parecía que su mente estaba demorando en entenderlo, hasta por fin su mirada dejó de saltar entre Tetsu y yo, concentrándose en mí con notable molestia, casi tan enfadado como en los últimos partidos que habíamos tenido. No podía importarme menos su estado de humor, sino fuera porque sus manos se habían cerrado hasta convertirse en un par de puños, acompañados de un ligero temblor.

Tetsu me había advertido de pelearme con su compañero, pero si él otro era quién iniciaba, no le pondría el camino fácil, un golpe en la cara debería contar como un acto de defensa propia, ¿verdad?

—¿Amenazaste a Kuroko? —interrogó en cuánto logró hablar.

Se movió un par de pasos hacia un lado, ocultando de mi vista la figura de Tetsu. Me sorprendió la forma en que había llegado a esa deducción tan retorcida de mi persona. Arqueé una ceja ante sus acciones, recordándome que el más bajo seguramente estaría atento a lo que sucedía.

No me lo había pedido directamente, pero sabía que en su mente albergaba una pequeña esperanza porque me llevara bien con el resto sus amigos. No es que fuera una tarea sencilla, pero tampoco lo consideraba como un imposible, el problema radicaba en el pelirrojo. No podía imaginarme siendo amigo suyo, pero tampoco estaba dispuesto a ser el que matara las esperanzas de Tetsu.

Lo único que podía hacer en este caso era intentar ser paciente y no caer fácilmente en alguna provocación. Sostuve con fuerza la lata vacía de soda, decidido a descargar en ella las ganas de empezar una pelea.

—¿Acaso eres idiota? —repliqué, desechando su alocada teoría—. No tengo porque amenazar a Tetsu para que quiera vivir conmigo.

Torció el gesto en una muestra de evidente incredulidad, y por un segundo me pregunté si realmente daba la impresión de ser alguien capaz de hacer algo así. Más noche o quizás al día siguiente le preguntaría a Satsuki o Tetsu.

—Tus comentarios en el partido señalan otra cosa. Escuché perfectamente lo que le decías.

Fruncí el ceño ante su ridícula prueba, una cosa eran nuestras diferencias en el baloncesto, y otra muy diferente lo que insinuaba.

—Eso no es tu asunto y no viene al caso —le advertí.

—Por supuesto que sí. ¿Cómo explicas que no eran capaces de hablarse y ahora quieren vivir juntos?

—¿Por qué carajos debo darte explicaciones? —apreté con más fuerza la lata, sintiendo como se deformaba bajo mi fuerza.

Paciencia, me repetía, pero era jodidamente difícil con el idiota de Kagami. Si teníamos que empezar con reclamos, yo también tenía muchos por hacer y el tipo no gozaba precisamente de mi confianza.

—Kagami kun, verás... —Tetsu intentó intervenir, pero el pelirrojo agitó la mano en el aire, haciéndolo callar.

—Si alguien tiene que decir algo, es él, Kuroko.

Se estaba pasando del límite, y mi ceño se frunció aún más. La lata pagó las consecuencias y cayó al suelo totalmente aplastada.

—Bien, ¿quieres que yo te lo explique? Perfecto —gruñí de forma sarcástica y atrás suyo escuché un sonoro suspiro.

Ambos sabíamos que el mejor para dar noticias era Tetsu, incluso habíamos acordado que él lo haría al tratarse de su amigo, pero llegadas a estas circunstancias tampoco quería involucrarlo, sobre todo cuando el otro parecía no querer escucharlo.

Siempre fuiste tú (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora