Acuerdos de medianoche.

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(POV AOMINE)

—Oi, Tetsu, ¿por qué no vienes a dormir a mi casa?

En cuanto terminé de pronunciar aquella pregunta, Tetsu se quedó inmóvil a mitad del lanzamiento. Me observó sorprendido y el balón escapó de sus manos en una dirección completamente errática.

—Ese tiro estuvo horrible —comenté con una sonrisa ladina.

Desvió su mirada, recomponiendo su expresión.

—Fue porque me distrajiste, Aomine kun.

Sonreí presuntuosamente, viéndolo caminar en dirección al balón sin volver a observarme. Debía admitirlo, me gustaba ver como las reacciones aparecían en su rostro usualmente inexpresivo y adoraba aún más ser el responsable.

—Entonces, ¿vienes a mi casa?

—¿No será un problema para tus padres? —nuevamente parecía demasiado concentrado en el balón que acababa de recoger.

—Mi madre estará encantada de verte —me encogí de hombros como si fuera lo más evidente—. No deja de preguntar por ti.

Esperaba cualquier reacción de Tetsu, desde el sobresalto hasta los nervios de verse arrastrado al interrogatorio que mi madre le haría, sin embargo, su reacción fue mucho peor. Su cuerpo se tensó dejando que el balón volviera a caer y sus ojos me observaron más abiertos de lo normal.

—Oye, sé que mi madre suele ser algo absorbente pero no es para que reacciones así.

—No es eso, Aomine kun —me corrigió y yo arqueé la ceja sin entender—. Olvidé avisarle a mi madre que llegaría tarde...

Si hasta hace un momento me sentía ajeno al sentir de Tetsu, ahora lo entendía completamente. Sentí como si me hubieran lanzado un balde de agua fría, mientras un recuerdo lejano llegaba a mi memoria.

—¿Qué tú qué? Debe ser una broma, ¿verdad? —dije igual de nervioso.

Reduje la distancia entre ambos con unos cuantos pasos, observando con terror como el peliceleste negaba con la cabeza.

Estábamos muertos.

La señora Kuroko era lo que muchos llamarían "un amor de persona", guardaba cierto parecido con Tetsu por lo que siempre pensé que él había heredado algunos rasgos de su personalidad. Tranquila, delicada, con una sonrisa amable en su rostro y una personalidad animada que te hacía sentir en paz. Pero también tenía un lado oscuro cuando se enojaba, quizás igual o peor al de mi pequeño amigo. Solo una vez me había tocado ser víctima de su enojo y no tenía ninguna intención de volver a repetirlo.

—Será mejor que la llames antes de que sea más tarde, si no te ha llamado hasta ahora es porque hay esperanzas —dije, apoyando ambas manos en sus hombros.

—Mi móvil está sin batería —confesó apartando su mirada hacia un lado y el alma empezaba a escaparse de mi cuerpo.

—¿Tu cargador?

—Lo olvidé.

El aire abandonó mis pulmones en un sonoro suspiro, había olvidado lo poco que le interesaba a Tetsu la tecnología y la cantidad de veces que había sido usado como intermediario entre él y todos aquellos que quisieran localizarlo. Tendría que volver a explicarle la importancia del móvil, pero por lo pronto, saqué el mío del bolsillo de los pantalones, dando un vistazo a la hora.

11:57 p.m.

Empezaba a perder toda esperanza.

—Ten, si está molesta te acompañaré para disculparnos —lo extendí en su dirección y él lo tomó con cierta duda, evaluando el nuevo modelo que usaba—. Descuida, aun la tengo agendada. No borré ninguno de los números de tu familia o conocidos que anotaste en el móvil anterior.

Siempre fuiste tú (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora