El inicio.

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2 días antes de la graduación, temporada de Teiko.

Midorima sabía mejor que nadie lo que estaba sucediendo con quienes eran sus compañeros de equipo, los veía alejarse y encerrarse en sus propios mundos de la misma forma que él lo estaba haciendo, pero había un par que le preocupaba, aunque se negara admitirlo en voz alta.

Para nadie era un secreto el distanciamiento que se había instaurado entre el par de "Luz y sombra", el último no había vuelto a pisar el gimnasio y el primero no permitía que nadie se le acercara, desplazándose por el instituto a su antojo sin ningún propósito en mente. Era desesperante para el peliverde observarlos desde lejos, cada uno sumido en sus pensamientos y al mismo tiempo, gritando con cada una de sus acciones la falta que se hacían mutuamente.

—Y ahora pasaremos a leer la suerte de Acuario.

Detuvo sus movimientos tan pronto escuchó la voz de Oha Asa dando inicio a su programa, y se acercó hacia la pantalla del televisor para escuchar mejor.

—Acuario, siempre te has caracterizado por luchar por lo que quieres y buscar lo mejor en cada situación. Sin embargo, últimamente las cosas no están saliendo como quieres y has tenido que enfrentar días difíciles. Pero, no desesperes, la solución aparecerá frente a ti cuando logres poner en orden tus propios sentimientos. Tu objeto de la suerte para hoy es un llavero para móvil, tu número de la suerte es el siete y tu color será el verde.

El sonido del horóscopo continuó sonando de fondo en la casa del peliverde, mientras su mirada se perdía en un punto más allá de la realidad repitiendo en su cabeza el número y color de la suerte asignados para el más bajo del equipo. Si no fuera porque él confiaba plenamente en las habilidades de Oha Asa, pensaría que estaba enloqueciendo al sentirse tan identificado con aquellas últimas oraciones.

Reticente a ignorar la fortuna que lo estaba llamando a intervenir, se aproximó a una de las tiendas cercanas de su hogar para comprar su ítem de la suerte y el mencionado llavero para Kuroko.

Tiempo atrás habría sabido como orientar aquel par, hoy solo se sentía tan perdido como ellos, pero se negaba a ser solo un espectador. Su instinto de cuidar por cada uno le exigía que hiciera algo por ellos al igual que lo había hecho durante los dos primeros años, quería darles una última ayuda antes de que él mismo terminara por perderse como todos los demás.

Las horas en el instituto pasaron sin nada fuera de la normal, como era algo habitual Aomine desapareció de clases casi al mediodía y Midorima evitó en lo posible observar aquella carpeta vacía. Dijeran lo que dijeran, aquel chico rebelde estaba apagándose y no había palabra alguna que él pudiera decir para impedirlo o que el otro quisiera escuchar.

En cuanto sonó el timbre del receso, el peliverde abandonó su salón rumbo al de Kuroko para encontrar lo mismo que había evitado observar, otra carpeta vacía con un dueño desaparecido. Lo buscó en todos los lugares que creía podría estar, evitando los salones de los otros miembros del equipo y la azotea, dónde seguramente se encontraría el moreno. Anduvo como 10 minutos por todo el instituto y ya estaba por rendirse, cuando le pareció ver por el rabillo del ojo la característica cabellera del peliceleste en medio de los árboles.

Tuvo que acomodarse bien los lentes y agudizar la vista para lograr ver la silueta del más bajo, apoyado en uno de los árboles con la mirada perdida en el cielo. Se veía frágil y perdido, como si no le importara terminar de desaparecer al igual que lo hacían las sombras.

—Así que aquí estás —habló Midorima conforme se acercaba, pero lo único que obtuvo de respuesta fue observar como Kuroko apartaba su vista del cielo. Caminó hasta llegar al mismo árbol e imitó las acciones del peliceleste recargando su espalda al otro lado del tronco para no ver su expresión—. Entonces, es cierto que dejarás el equipo

Siempre fuiste tú (Aokuro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora