Esa mañana bajé por mi café.
Jeon se encontraba sentado junto a Tae desayunando en el comedor.—¡Hey Jimin! —nada de formalidades —ven aquí con nosotros.
Me acerqué, observé a Jungkook elegantemente trajeado y Tae aún en pijama.
—¿Qué desayunas?
Antes que le respondiera Jungkook contesto:
—Café, es adicto a ése brebaje.
Lo quedé mirando sorprendido.
¿Así que sabía de mi adicción al café?
Vaya, vaya, que sorpresa.
Me serví una taza del humeante líquido y comencé a beberlo.
—Jimin, éste sábado voy a cantar en un local del centro ¿Quieres venir con Kookie? ¡Ah! por cierto, soy músico.
—Claro, si a Jeon no le importa.
—De todas formas tienes que ir. Eres mi guardaespaldas.
—Ok, entiendo.—lo miré.
—Jungkook, el sábado es tu primera lección.
—Lo sé —respondió cortante.
—¿Lección? —Tae nos miró a ambos alternativamente.
—Le enseñaré defensa personal y tiro al blanco.
Tae se puso a reír.
—Kookie! Jamás me lo hubiera imaginado.
Y siguió sonriendo.
La semana transcurrió tranquilamente y llegó el sábado.
Jungkook apareció vestido con un buzo color negro.—¿Nos vamos? —pregunté.
Gruñó un sí en respuesta.
Cuando llegamos no había nadie, sólo el instructor a cargo.
Elegí ese horario precisamente por eso. Jungkook miraba curioso alrededor.—Te voy a enseñar primero a preparar el arma y como tomarla para disparar al blanco.
Por suerte el puso toda su atención en aprender.
Era muy rápido en captar las intrucciones y en poco tiempo ya sabía cargar y preparar el arma.
—Ahora, te mostraré la posición de tiro. Coloca tú brazo derecho recto y apoya tu mano izquierda en el codo contrario para darte estabilidad al disparar. Apunta el objetivo con tus ojos primero y luego dispara.
Nos dirigimos a la cabina de tiro con nuestros auriculares para evitar dañar nuestros oídos.
Apuntó al blanco y percutó el arma, para ser su primer disparo no estaba mal.Me coloqué a su espalda y le saqué un auricular.
—Te guiaré, luego sigues tú solo.
Apoyé mi pecho contra su espalda y deslicé mi brazo por el suyo para tomar su mano, acomodando mis dedos sobre los suyos.
—Mantén el brazo firme.
Tape sus oídos nuevamente con el auricular.
Apreté su dedo contra el gatillo.
Sentí su espalda tensa contra la mía. El tiro dio medio a medio en el blanco. Jungkook giró su cabeza para mirarme sonriendo.
Era la primera vez que lo hacía, sonreírme, lo solté de inmediato.
Mi corazón latía apresuradamente, cuando anteriormente apoyé mi espalda en la suya el calor y el perfume de su cuerpo me traspasaron.
Si no fuera por mis nervios de acero, el tiro habría dado en cualquier lado menos en el blanco.
—Tienes media hora para practicar, yo estaré en la cabina contigua. Necesitaba disparar para liberar la tensión que se había generado.
Después lo llevé a la sala de defensa personal. Ni loco lo tocaría de nuevo.
Llamé al instructor para que lo guiara, y yo me senté a un costado para observar.
Jungkook era ágil y aplicado, no demoró mucho en dominar las técnicas básicas.
—¡Jimin! Ven aquí —me llamó el instructor.
Levanté una ceja mirándolo.
—Lucha con Jungkook, para que ponga en práctica lo que aprendió.
—¿Porqué no lo haces tú? —Dije reacio a tener un nuevo contacto con su cuerpo.
—Por la diferencia de peso y tamaño. Tú eres más similar a él.
¡Mierda! No tenía ninguna excusa para evitarlo. Me acerqué.
—¿Estás listo?
Jungkook asintió.
El chico estaba bastante bien. Esquivaba mis ataques rápidamente. Jungkook me miró eufórico y socarronamente me habló.
—¿Eso es todo lo que tienes?
¡Me piqué!
Lo tomé desprevenido de los hombros poniendo mi pierna derecha tras su rodilla y lo tumbé en el suelo con todo mi peso sobre él.
—¿Así está bien? —le sonreí burlonamente. Fueron cosas de segundos donde nuestros ojos se encontraron.
Sentí como su respiración se volvió agitada y su pecho subir y bajar aceleradamente contra el mío. Me rodé hacia un costado quedando de espaldas junto a su cuerpo.
Creo que es suficiente por hoy.
Jungkook ni siquiera respondió todavía agitado y por fin si ése ademán arrogante.