Perseguir las batallas

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" People like us, we go on too long. We forget what matters. The last thing we need is each other. We need the mayflies. You see the mayflies, they know more than we do. They know how beautiful and precious life is because it's fleeting", The Doctor

***

330 a. C.

—¡Kacchan, la Persia de Alejandro!

—¿Te he dicho que eres insoportable?

—Cincuenta veces la última semana.

—De todos modos no sé qué esperas encontrar. ¿Saqueo y destrucción?

—¡Es el mayor imperio de la tierra! ¡Cómo nunca había habido otro igual!

—Estoy seguro de que se las arreglarán para hacer Imperios más grandes —apuntó Katsuki. Pasaban los siglos y él seguía sin encontrarle lo maravilloso a la humanidad. Se mataban, por lo general. A veces también se casaban, tenían sexo, hijos, traían niños que berraban a un mundo a que se mataran. Por honor, por deseo, por lo que sea. No los entendía.

Ni él ni Izuku podían morir y le parecía que los humanos tenían vidas muy cortas y muy estúpidas como para llenaras de tanta tragedia.

Y sin embargo.

Persépolis estaba saqueada. No dudaba que Alejandro Magno la fuera a reconstruir eventualmente y sobre ella descansaría un pedacito del mayor imperio de la tierra.

A Izuku le gustaba ver las batallas.

A esa iban llegando tarde.

Sabían todo lo que pasaba en el presente y sabían todo lo que ya había pasado. Guardar todo ese conocimiento era una tarea titánica, pero a ellos les quedaba perfecta.

Vidas eternas, que no estaban sujetas a tantas tonterías como las de los humanos.

—Sólo di que te hubiera gustado ver la masacre, Izuku.

—¡Oye!

Pero no mentía. Izuku era de abajo: le gustaba ver la masacre y a los humanos en sus peores momentos. A Katsuki sólo le causaba frustración.

Unos mediocres, eso era lo que eran.

—Podemos después ir la península —dice Izuku—. Los mauryas [1] están conquistando todo, presiento que se harán con el control de todo el territorio.

Ya tenían buen ojo para eso.

Los gobernantes querían tierra y poder y oro y poder y más tierra. Izuku siempre perseguía las extensiones, iba allí donde presentía que iba a haber una gran batalla y esa vez Katsuki no se había salvado de acompañarlo. Lo había mantenido anclado en las polis Griegas porque le divertía ver todo lo que pensaban sobre cuestiones trascendentales. El ser, el alma. Katsuki podía pasar horas escuchándolos y comentando lo que decían, aunque ellos no pudieran oírlo.

Habían visto morir a un tipo. Sócrates.

A otro tipo fundar la Academia. Platón.

Izuku se había desesperado cuando Aristóteles fundó el Liceo. «Basta», había dicho, y así empezó a arrastrar a Katsuki en pos de Alejandro Magno, rey de Macedonia.

«¡Va a hacer grandes cosas, Kacchan!». Y Katsuki había bufado.

«Sí, claro, va a matar a un montón de gente».

Pero no negaba estar interesado.

—No lo entiendo —espetó Katsuki, viendo a Persépolis saqueada. La gente no los veía, no notaba su presencia de ninguna manera, así que podían caminar por cualquier parte.

A través del tiempo [Katsudeku / Dekukatsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora