"The universe has to move forward. Pain and loss, they define us as much as happiness or love. Whether it's a world, or a relationship... Everything has its time. And everything ends", The Doctor
***
1813.
Acabaron volviendo a Europa en busca de pasajes para el Nuevo Mundo. Y acabaron yendo al nuevo mundo y observando lo que quedaba de taínos, incas, mexicas, mayas y otras civilizaciones que habían muerto incluso antes de que Colón pusiera un pie en el continente. Tenían todo aquello en la mente, junto a todos los nombres y todos los momentos. Pero mirarlo a los ojos nunca había sido lo mismo que mirarlo con la mente.
Después volvieron otra vez, por supuesto. Al viejo mundo. A los vestidos y los chismes y los bailes y las reuniones de sociedad y los hombres que se sentaban a discutir temas espinosos y las mujeres que escribían novelas en la sala de estar y las mujeres que las leían.
—¿Un baile? —pidió Izuku.
Extendió su mano enfrente de él.
Hombres y mujeres bailaban cerca de ellos. O sobre ellos. Porque no podían verlos y, por su estado incorpóreo para el resto, tampoco podían tocarlos.
Katsuki bufó.
Le parecía estúpido el nuevo entretenimiento de Izuku: las reuniones de sociedad. Decía que era interesante ver a la gente relacionarse entre sí, oír las cosas que se decían entre líneas, la manera en la que abrazaban esa nueva modernidad en la que estaban metidos.
—¿Para qué quieres bailar?
—Nunca lo hemos hecho, tú y yo, cómo lo hacen ellos.
Katsuki miró de soslayo a su alrededor. Le parecía que los ingleses tenían un estilo seco, poco atractivo. Si le preguntaban de baile, siempre había preferido los estilos de Asia del Sur, mucho más atractivos.
Dos damas platicaban por lo bajo en una esquina, con sus abanicos en las manos.
Al parecer, ambas habían leído el mismo ejemplar de una novela recién publicada. No conocían a la autora. Sólo sabían que era «ella» porque la portada decía que el libro había sido escrito por una dama [1]. Se estaban cuidado de que los demás no las oyeran, por supuesto, puesto que las damas que leían novelas no eran bien vistas. Una estupidez.
—Oh, querida... —oyó de soslayo—, si tan sólo conociera a un hombre tan franco como el señor Darcy, ¡por supuesto que no dudaría! Peor ya vez, allí tenemos al señor Canterbury, incapaz de ser claro.
—Un baile y nada más, sólo para no tener que oír a esas señoras.
—Oh, déjalas, Kacchan. Es lógico que discutan con quien casarse. —Izuku chasqueó la lengua y jaló a Katsuki hasta la pista de baile.
—¡Ey, quién te dijo a ti que ibas a llevar el baile!
—¡Kacchan, yo soy el demonio!
—¡Y yo el ángel! ¡Vamos, sigue mis pasos!
Los de arriba, los de abajo. Aunque hubieran pasado tantos años, la guerra entre el bien y el mal seguía vigente aún. Katsuki e Izuku todavía se debían a sus respectivos bandos, aunque habían cambiado —y eran capaces de reconocerlo entonces—. Los siglos pasaban por ellos, sin detenerse, y ellos seguían iguales que la primera vez que habían aterrizado en un viejo imperio del que ya sólo quedaban monumentos.
—Como quieras, Kacchan.
Izuku a veces era así.
Complaciente, pero no en un sentido que irritara a Katsuki. No tanto ya, al menos. Empezaba a entender por qué lo hacía. La sonrisa de Izuku siempre era más grande cuando un gesto parecido se atisbaba entre los labios de Katsuki.
Bailaron sin que nadie los viera.
Katsuki se seguía negando a volver a aparecer entre los hombros.¡Boticcelli había usado una mujer que no se parecía en nada él para pintar la anunciación [2]! ¡Le habían puesto un nombre latino!
Igual y ahora pensarían que era un espíritu y sería divertido ir a esas reuniones espiritistas que había a veces. Izuku lo había dejado caer un par de veces, pero él se negaba.
—¿Sabes algo, Kacchan?
—Sé todo lo que pasa en el mundo. —Bufó—. Dudo que sepas algo que yo no.
—Me alegra.
—¿Qué? Porque a ti te hace feliz ver volar a las moscas, maldito imbécil.
—Me alegra que, cuando me asignaron el trabajo, haya sido contigo.
—Eres un grano en el trasero, Izuku, no sé por qué me alegraría de esas cosas.
—¡Oh, pero te alegras! —Izuku detuvo el baile un poco y pico una de las mejillas de Kacchan—. ¿No? Ningún otro de los de abajo te hubiera mantenido tan entretenido como yo. Además, empiezo a entender algunas cosas sobre los seres humanos.
—¡Estás entendiéndolos toda la vida!
Era una suerte que los humanos no pudieran oírlos porque nunca han sabido mantener sus discusiones en silencio. Katsuki gritaba demasiado.
—Bueno. Entendí algo más sobre ellos.
El baile se detuvo entre ambos. Quedaron frente a frente.
—¿Ah, sí? ¿Qué?
—Entendí por qué se casan. Los que se casan por amor, claro.
Katsuki frunció el ceño.
—Pero nosotros no sentimos eso.
No de la manera en la que los humanos lo hacían, claro. No entendían el amor de una manera en la que había que matar o morir por él. Para ellos era algo más tranquilo y apacible, propio de las criaturas eternas e inmortales.
—No, pero entendí —dijo Izuku y toma a Katsuki de la mano y lo jala hacia sí—. Entendí que si mi vida también fuera la de un parpadeo y pasara tan rápido que apenas si alcanzara a verla... Entendí que querría aferrarme a ti con fuerza, Kacchan, y no soltarte nunca. Jamás. Si fuera tan breve que mis experiencias estuvieran limitadas, querría vivir todas las posibles contigo.
Hubo un silencio. La música seguía sonando, pero Katsuki era incapaz de oírla, como era incapaz de oír las conversaciones que ocurren a su alrededor. Los chismes comunes no tenían lugar en ese momento, en que un inmortal lo mira de la manera en que lo hace Izuku y confiesa, sin que su voz temblara, que en una vida tan breve, querría pasarla toda con él.
—¿Qué estás diciendo, idiota? —preguntó.
Sólo para oírlo una vez más. Por si acaso.
—Eso. Lo que dije —dice Izuku—. Si mi vida fuera tan breve como la de un humano, Kacchan, querría que fuera a tu lado.
***
Notas:
[1] Orgullo y prejuicio fue publicado en 1813, el año que acontece este capítulo. Jane Austen salió en la portada como «A Lady».
[2] Googleen La anunciación de Boticcelli, me gusta ese cuadro. Y creo, sin temor a equivocarme mucho, que la modelo del arcángel Gabriel fue una mujer.
Otras:
La regencia es el periodo en Inglaterra entre la etapa Georgiana y la Victoriana. ¿Las películas de Jane Austen? Todas sobre esa época.
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A través del tiempo [Katsudeku / Dekukatsu]
FanfictionUn día los de arriba, en complot con los de abajo, decidieron que no había nadie vigilando el mundo que habían creado en medio de su estúpida guerra y lo desterraron a ir a vigilarlo. Junto con Izuku. Las aventuras de un ángel y un demonio en la tie...