Los días nublados no duran por siempre

47 7 4
                                    

Al fin podía creerle a esas personas que decían que los días nublados no duran por siempre, porque justo ahora estaba viendo los rayos del sol asomarse en su vida por primera vez en muchos años. Kenma regresó esa noche después de poner a dormir a sus hijos, continuó charlando con él hasta que las manecillas del reloj marcaron más de las dos de la mañana sin que ellos lo notaran. Ellos sólo tenían un montón de cosas que charlar y tan poco tiempo para hacerlo. Bebieron algo del alcohol amargo y secreto del armario de Tsukishima, pero prometieron que se llevarían el secreto a la tumba. Como cuando tenían 10 años y robaban bocadillos antes de la cena.

—¿Por qué me miras así?—preguntó Kuro cuando la mirada felina de Kenma estuvo demasiado tiempo sobre él.

—Eres muy bueno con los niños—sonríe, Kuro cree que tal vez se le ha subido un poco la bebida.

—Eso debería de  decir yo de ti, me sorprende como puedes tener tan bien domados a esos gemelos—ambos niños eran dinamitan, le costaba pensar que fueran el retoño de dos armadores que expiraban tranquilidad.

—Tuve que leer mucho libros y ver cientos de vídeos de crianza—estuvo desvelándose durante todo el embarazo para ser el mejor papá, Keiji ya estaba haciendo su mayor esfuerzo llevando a esos pequeños en su vientre que creyó que era lo menos que podía hacer—tuve que dejar lo videojuegos, pero valió la pena. 

Era obvio que ambos se equivocaron mucho al inicio, como lo harían los papás primerizos, pero apoyándose el uno en el otro superaron cualquier obstáculo que se les pusiera enfrente.

—Además, yo llevo demasiado años siendo padre ¿Cómo es que pareces uno tú también si no tienes hijos?—de Bokuto no  le sorprendía, casi era un niño así que simpatizaba con el grupo homogéneamente. Kuro era diferente, él tenía un tipo de aura protectora y cuidadosa, como la suya.

—Tal vez porque siempre quise tener los míos—tras confesar se zampó lo que quedaba de su vaso en un solo trago—. Aunque no me importa mucho el género, pienso que una hermosa princesa no hubiera estado nada mal.

Kenma no podía creer lo que Kuro le acababa de decir, él jamás le habló de ese sueño cuando eran  jóvenes. Realmente nunca hablaron de lo que esperaban del futuro, no más allá de una carrera. Kenma pensó que tal vez fue lo que impulsó a Kuro no querer establecer una relación con él, después de todo no podía darle los hijos que tanto soñó. 

—Lástima que eso no se va a poder—no ahora que Kenma no estaba con él.

—Hablas como si fueras un viejo de 90 años con el esperma seco—Kenma se burló de lo ridículo que sonaba que Kuro en sus veintes creyera que era demasiado tarde para tener sus propios hijos.

Estaba en el apogeo de su carrera deportiva, consiguiendo levantar el nombre de su país con Shoyo y Bokuto, afuera debía haber más de una decena de personas que aspiraban a formar una familia a su lado. No dudaba que Kuro encontraría  a una persona que le diera una "princesa". Kenma sintió un pequeño dolor en el pecho cuando imaginó el cuadro de la bella familia inexistente que Kuro tendría.

—Lo digo enserio, esta fábrica cerró—insistió el pelinegro.

—Di lo que quieras, pero estas cosas suceden aún sin planearlas y cuando menos te las esperas—pensó en su propia historia— Sólo tienes que vernos a Keiji y a mi, fue sólo una noche y ¡bam! dos bebés en camino.

Kuro no supo cómo debía de interpretar esas palabras, lo único que se le venía es que ellos no planearon ser padres. Ahora que lo recordaba, los niños nacieron antes de que ellos se casaran ¿Podría ser que ellos sólo estuvieran juntos por los gemelos.

—Bueno—Kenma se puso de pie y se estiró para tratar de quitarse la pesadez que le produjo el alcohol robado de Kei—, es hora de regresar con mi familia, nos vemos mañana.

Meteoritos impactando la TierraWhere stories live. Discover now