Porque todo tiene un inicio

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Después de dos horas de arduo trabajo de organización con Tsukishima, los Kozume pudieron comenzar a desempacar todas sus maletas. La noche anterior no habían tenido nada de tiempo, tan pronto como llegaron al cuarto que el rubio les otorgó cayeron dormidos. Ni siquiera se habìan puesto los pijamas. Él, su esposo y ambos hijos durmieron los cuatro acurrucados en aquella cama enorme. En verdad que Kei no reparaba en gastos cuando compraba.

Aprovechó que sus pequeños estaban en el jardín trabajando en las cosas de su acampada para poder charlar de la situación sin interrupciones con Keiji.

—¿Seguro que estás bien con que nos quedemos?— Interrogó Kenma dejando su maleta a medio abrir. Era claro que se refería a lo de estar viviendo con Kuro y Bokto.

Akaashi que ya estaba casi en el termino de sacar la ropa de los niños lo miró con seriedad.

—¿Viste la cara de los niños?, están muy emocionados por estar aquí. No quiero arruinar sus vacaciones— sacó un par de zapatos que no recordaba haber empacado.

Kenma no dijo nada porque no sabía cómo llegar al punto. Quería que su esposo tuviera la plena confianza de decirle si tenía ganas de regresar a Tokio, sin miedo a lo que pudiera pensar. Si se lo dijera, Kenma llevaría esa maleta y sus demás pertenencias de vuelta al automóvil. Arrastraría a su par de hijos entre lágrimas y berrinches hasta su hogar aún cuando tuviera que conducir toda la noche. Le concederá la petición porque la situación lo ameritaba, antes que todo estaba la estabilidad emocional de Keiji.

—Estoy bien con esto, no te preocupes en balde—dijo Keiji sentándose a su lado—. Es algo a lo que tendríamos que enfrentarnos en algún momento.

Sabía que su esposo tenía razón, que teniendo en cuenta la historia que tenían con ambos jugadores profesionales era una cosa inevitable que se miraran las caras en alguna que otra ocasión. No obstante si hubiera estado en las manos de Kenma, lo hubiera postergado hasta la eternidad si era posible.

Se sentía algo más que sólo muy inseguro, tomando en cuenta que su matrimonio había sido algo que ninguno imaginó ni en un millón de años, que si se generó fue por situaciones muy especiales. Lo que los a estar juntos eran viejas heridas que les habían dejado cicatrices que deseaban no mirar. Que aún con el paso de los años siguen doliendo como nadie se imagina.

—¡Papá! tienes que ayudarnos—gritó Masato rompiendo en tenso ambiente de la habitación—. Tetsuhiro está arruinando la casa de campaña.

—¡No es cierto! si hay alguien que esté arruinando algo es Masa—dijo el otro con los ojos llorosos.

Kenma gruñó. La mayoría de las veces ellos eran muy unidos pero en ocasiones como estas debía ser el referi si no deseaba que llegaran a los golpes. Tetsuhiro era el mayor de los dos pero tenía un carácter más dócil y sumiso que Masato, incluso se dejaba influenciar por el más chico para realizar pequeñas travesuras como alcanzar bocadillos dulces antes de la cena.

—Deberías ayudarlos, yo terminaré de sacar todo de las maletas—sugirió Keiji y los niños asintieron con energía.

Antes de oponerse, Kenma ya era arrastrado fuera de la habitación. Keiji prometió alcanzarlos tan pronto acabara de desempacar.

Tan pronto como se cerró la puerta Keiji miró la alianza en su dedo.

—Todo va a estar bien—se dijo.

Esto sería como una prueba para ver si estaban o no preparados para todo lo que viniera. Si ellos eran realmente eran un familia, este reencuentro sería algo menor.

Giró su rostro a la ventana y pudo ver un rostro nervioso del que alguna vez fue su as. Bokuto siempre fue malo armando tiendas.

Sin quererlo empezó a recordar cómo es que aquel objeto tuvo lugar en su mano.

Meteoritos impactando la TierraWhere stories live. Discover now