Porque No Debemos Plasmar Nuestras Inseguridades En Otros

92 14 10
                                    

Kenma había escapado del campamento con la excusa de comprar algo para comer. Había sido demasiado obvio ya que en casa había la suficiente comida para alimentar a un pelotón de guerra hambriento, aún así quiso salir de ese ambiente.

Tan asfixiante.

Podía sentir como las miradas de Kuro y Bokuto estaban sobre ellos, sus intenciones eran tan claras y él no estaba dispuesto a caer en su juego, tenía que ser más listo que ellos y no perder la cabeza con cualquier insinuación.

Sin embargo había algo que no le gustó. Le dijo a Keiji que viniera con él y éste declinó, eso lo estaba lastimando más de lo que creyó en un principio. Los dos jugadores eran una cosa, pero Keiji, su marido, era otra muy diferente.

La gota que derramó el vaso fue escuchar las palabras de amor de Bokuto para Keiji cuando estuvo de vuelta en el campamento. Fue doloroso escuchar los sentimientos de Kotaro porque no podía encontrar ni una pizca de duda.

—¿Acaso estás tratando de hacer una jugada con la pareja de alguien?— Kenma se plantó frente a Bokuto con una bolsa de compras en mano.

—No es lo que parece, Kenma—pudo escuchar tras él la voz preocupada de su esposo.

—Tal vez lo hago— respondió Bokuto nada amedrentado por su presencia.

Akaashi no supo que hacer. Tenía miedo de que iniciaran una pelea ahí en el jardín, con todos los niños a unos cuantos metros.

—Al menos eres honesto y eso es bueno—felicitó Kenma y Bokuto sonrió.

—Papá—llamó Masa entre sueños, tal parecía que la plática de los dos hombres perturbó sus tranquilos sueños.

Kenma pasó de Bokuto y abrió los brazos a su marido, un gesto con el cual le pedía al niño. Una de las cosas que Masato amaba era que su padre lo abrazara un poco antes de ir a dormir, ya era una clase de ritual entre los dos.

Keiji le pasó al pequeño sin pensarlo dos veces.

—Por ahora creo que es todo, no quiero verte molestando a Keiji—advirtió con su niño en brazos.

—Nunca haría algo que Akaashi no quisiera, espero que no plasmes tus propias inseguridades en él—respondió el rematador, pero Kenma ya no añadió nada más.
.
.
El rubio fue dentro de la tienda y Keiji lo siguió inmediatamente después de desear una buena noche a Bokuto.

—¿Qué pasaba ahí?—le preguntó Kenma Keiji cuando ambos estuvieron en la privacidad de la casa de acampar.

—Tú ya sabes—respondió lo más bajito que pudo para no molestar el sueño de su hijo.

—No, Keiji, no lo sé y quiero saberlo de ti mismo porque yo no estoy casado con nadie mas que contigo—el rubio no tenía la misma intención que su marido, porque alzó su voz dos niveles por encima de su tono normal.

—¿Por qué usas ese tono conmigo?

—Estabas muy amistoso con Bokuto—le reprochó.

Keiji pensó que tal vez lo mejor era darle tiempo, ellos no podrían hablar en ese momento, no con enojo y con humo en la razón. Solo terminarían soltando palabras que hirientes que lastimarían al otro. No quería darle esa satisfacción a Bokuto, mucho menos a Kuro, pero más importante, no quería lastimar a su marido.

Kenma al notar la fuga sostuvo de la mano a su esposo. Entendió inmediatamente que su actitud no era la mejor.

—Es estúpido, pero me sentí mal porque no me quisiste acompañar—aceptó sus malos sentimientos.

Meteoritos impactando la TierraWhere stories live. Discover now