Porque todo tiene un inicio parte 2

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Akaashi se sentía sucio, manchado, asqueroso.

No estaba consciente de cómo llegó a casa pero tan pronto lo hizo se hundió en la tina de agua. No le importaba si el agua se llevaba la evidencia de su asalto, no serviría nada aunque fuera a levantar una denuncia, no contra aquel par de hombres.

Quiso escribirle a BoKuto, pero no podía, tenía miedo, qué pasaría si después de esto su antiguo as lo miraba con asco ¿quién lo podría culpar? Incluso el mismo se detestaba ahora.

Lavó su cuerpo innumerables veces, hasta que el jabón de pasta de disolvió, hasta volver su piel de color rojizo. No importaba que su cuerpo ardiera, seguía sintiendo sobre su dermis aquella asquerosa sensación de la saliva de sus abusadores.

—Akaashi—escuchó la tenue voz de Kozume llamarlo desde el otro lado de la puerta del baño—¿todo está bien?

De seguro era raro para Kozume que estuviera tomando un baño a las tres de la mañana.

Tenía que decirle algo, pero su voz estaba atorada.

Al parecer la falta de respuesta por su parte impulsó a su compañero a entrar.

Kenma al ver la desecha expresión de Akaashi sumergida en la tina, no pudo hacer nada más que correr hasta su lado.

De cerca pudo mirar que en el cuerpo tenía una serie de golpes.

—¡¿Qué te sucedió?!— preguntó tratando de sacar a Akaashi de la tina cuya agua ya estaba congelada.

Al sentir el tacto de los dedos de Kenma en su hombro, no pudo más que recordar los toques de aquellos sujetos.Por inercia se alejó del contacto.

—Yo lo si..—pero ni siquiera pudo disculparse, se tapó el rostro con las palmas y lloró.

Kenma pudo apreciar bien aquellas marcas, las reacciones y las manchas en la ropa; la conclusión le llegó por sí sola. El mundo se heló para él, no podía creer que algo así le hubiera pasado a Keiji.

—¿Quién fue?—preguntó con rabia—tenemos que ir a reportalo, Akaashi.

Keiji negó rápido

—¡¿Qué?! No puedes estar hablando enserio, esto no se puede quedar así—dijo apretando los puños—. Vamos a decirle a Kuro y a Bokuto, no importa que tan impunes, ellos...

—¡No, no le digas a Bokuto-san!—-rogó Keiji a Kenma.

No importaba lo que pasara, no quería que por nada del mundo la persona que más amaba supiera que algo tan desastroso le hubiera pasado. Jamás podría volverlo a ver al rostro si se enteraba.

—Todo va a estar bien—dijo abrazándose, consolandose.

Kenma supo que Akaashi no podía tomar decisiones ahora, estaba demasiado afectado. Buscó unas toallas para cubrir su cuerpo que parecía inmune a la inclemencia del tiempo.

Con sumo cuidado le puso una bata y lo llevó hasta su cuarto para poderlo acostar y que descansara. Mañana tal vez por fin podría convencerlo de que lo mejor era no dejar a esos malditos libres. Se sintió con ganas de llamar a Kuro para que lo ayudara, esto era demasiado para él, alguien que apenas y podía ponerle la leche al cereal. Esto era mucho para él. Pero tampoco podía violar lo que Akaashi le había pedido. Esperaba que esto mejorara.

Pero aquello no fue así, la noche los cubrió y pinto ser eterna para ambos por un tiempo que para ellos pareció no tener fin.

Las cosas por la mañana eran más tranquilas pero no por eso mejores. Akaashi mandó la carta de renuncia por correo.

Meteoritos impactando la TierraWhere stories live. Discover now