Porque hay que saber cuándo y cómo avanzar

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Oikawa les dijo que no debían mostrar su lado patético a los ex armadores, y como siempre era mucho más sencillo decirlo que hacerlo. Porque claramente él era la última persona que tendría el derecho a decirles tan rectas y honorables palabras, cuando si en cada discusión con mamá cuervo salía con el rabo entre las piernas. Con todo y todo, golpearon bastante fuerte esas palabras dentro de ellos.

La verdad cayó sobre ellos como un balde de agua helada la mañana después de esa noche en el bar. Lo supieron cuando su adorada reina los regañaba como si fueran nada menos que dos críos. En momentos como esos no podían dejar de pensar en lo terrible que fue que Shoyo dejara en las manos de Tsukki la educación de la pequeña. Y más  terrible era esa personalidad autoritaria que genéticamente había heredado de sus dos progenitores. La exhibía sin pena, ahí, sobre un banquillo y con las manos hechas una cruz. Toda una madre que ponía en regla a sus dos hijos que se habían ido de gorra y que la habían tenido con la oración en la boca durante toda la noche. Sus ojos tenían la fuerza para hacerlos sentir miserables por sus acciones de abandono. 

Era patético.

Afortunadamente la enfurecida Hikari fue calmada por la audaz descendencia de Oikawa. Lo único que al parecer le había salido bien al jugador del Aoba.

El regaño terminó por Hanan y ellos pudieron escapar.

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De regreso a casa, continuaron pensando en qué debían de hacer para poder arreglar lo que pasaba. Si la solución no era verse patéticos, tendrían que mostrar lo cool que pueden llegar a ser y esta sería su gran oportunidad.

Un campamento con una legión de niños a su favor, especialmente a dos que se denominaban sus fans y que eran realmente cercanos a las personas que ellos amaban. Si se los ganaban, seguro que conquistaban mucho más terreno.

El primer gran paso sería armar una increíble tienda para la acampada.  No podía ser tan difícil, solo era cosa de embonar todo en su lugar. Eso fue lo que creyeron.

—Eso no se parece nada a la tienda de acampar de las instrucciones— dijo Hanan con el instructivo en mano. 

—Realmente apestan en esto de armar campamentos—añadió Yerik y todos los niños asintieron. 

—Seguramente todos ustedes pequeños sabelotodos lo pueden hacer mucho mejor—dijo el pelinegro avergonzado.

Realmente era horrible, la casa gigante parecía una especie de manta mal tendida. Los únicos que parecían conformes eran Masato y Tetsuhiro que ya estaban dentro fingiendo dormir. Esos niños eran tan encantadores.

Kuro no iba a decirlo en voz alta, sin embargo los niños que habían tenido la pareja de armadores era una cosa fuera de este mundo. Era como si ambos le hubieran heredado solo sus mejores características. Porque Akaashi tenía una cara perfecta y Kenma tenía un pelo sedoso y brillante. Si fuera poco, la personalidad de ellos no era para nada mala. Con una mirada corta podían poner el mundo a sus pies. Sonaba realmente injusto que se les haya bendecido con niños así.

Tanta fue la euforia de los chicos que terminaron por derribar la fea construcción. Inmediatamente Bokuto corrió a salvar a las dos criaturas, ya que él había prometido a la madre que los cuidaría con su vida si era necesario.

—Pensé que ustedes realmente serían buenos en esto—lamentaban decepcionar a Hikari, pero ¿qué esperaba? Eran chicos de Tokio ¿por qué necesitarían algo como una casa de campaña cuando habían muchos hoteles con luz y wi fi?

—Papá puede ayudarnos—la cara de masato sobresalió de la tienda, su cuerpo completamente bajo las mantas hacía que pareciera una oruga.

—Él puede arreglarlo todo—completó Tetsuhiro desde los brazos de Bokuto.

Meteoritos impactando la TierraWhere stories live. Discover now