05: Tercer intento

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Tomioka se encontraba frente a la casa de su mejor amigo.

Le había enviado un mensaje desde las diez de la mañana pidiéndole ayuda, pero como no especificó sobre qué, decidió ir a verlo. «¿Será algo grave? —pensaba el chico—. No me contestó la llamada...»

Tocó al timbre y alcanzó a escuchar unas fuertes pisadas que iban hacia donde él estaba; la casa del señor Urokodaki era de un solo nivel.

Sabito abrió la puerta.

Tenía el cabello recogido en una media coleta, vestía un overol negro y algunas gotitas de pintura azul salpicaban sus mejillas.

Giyuu sintió que el corazón se le iba a salir del pecho.

—¿Estás pintando? —fue lo único decente que salió de su boca. Estaba seguro de que si le decía lo lindo que se veía así, lo miraría raro.

El muchacho de melena clara asintió, alegre.

—¿Me ayudas? Estoy remodelando mi habitación.

Tomioka aceptó. ¿Visitar la recámara de Sabito? Por Dios, sí. Tragó saliva mientras entraba a la casa y siguió a su amigo por el corredor. Sí, estaba nervioso. Y sabía que no era correcto porque el otro chico no tenía las mismas intenciones que él.

Sabito lo guió hasta una habitación al fondo del pasillo, la puerta era blanca y tenía una inscripción en el centro “No pasar”. A Giyuu le temblaron las manos cuando entraron.

—Perdón por el desorden —dijo de antemano el muchacho. Tomioka pensó que lo decía por simple cortesía, pero cuando vio el desastre que su amigo tenía en la recámara, supo que era completamente en serio.

Sabito tenía una ventana en el centro de su habitación que daba a la calle, también estantes con libros y revistas, varios pósters enrollados y un sillón puff color negro.

Giyuu miraba todo asombrado.

—Hay una pared que no me gusta cómo se ve, ¿me ayudas a pintarla? —preguntó el chico apenado—. ¡Ya sé qué vas a decir, pero antes de que lo hagas, déjame decirte que esto sí es importante!

Tomioka se cruzó de brazos.

—Oh, vamos, ¡no te pongas así! —Sabito le alborotó el cabello—. Además, quería pasar tiempo contigo antes de que vengan los exámenes.

Giyuu suspiró. ¿Pasar el tiempo juntos? ¡Qué dicha habían recibido sus oídos al escucharlo! Decidió darle la espalda por temor a que su contrario viera el color rojizo de sus mejillas.

—No tenía nada qué hacer de cualquier manera —respondió.

Sabito le dio una brocha y luego señaló una cubeta; el líquido era de un tono azul lavanda y el olor le provocó un estornudo.

❝ 𝟏𝟎 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐫𝐭𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐬 ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora