02: Segundo intento

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—¿Quieres palomitas?

Tomioka volteó a ver al otro muchacho. Estaban sentados en la penúltima fila de la sala de cine y Sabito le ofrecía del aperitivo mientras se acomodaba en su lugar.

—¿No sería mejor comerlas cuando ya empiece la película? —preguntó Giyuu—. Si las comemos ahora, se terminarán cuando vayamos a la mitad.

—Pues compramos más —respondió el de ojos violáceos, como si fuera la respuesta más obvia.

El de melena oscura aceptó su oferta. Extendió la mano y tomó un puñado de palomitas.

Las luces de la sala comenzaron a apagarse lentamente, pero en la gran pantalla frente a ellos solo aparecieron anuncios y tráilers de las próximas películas que saldrían en el mes. Giyuu se metió una palomita a la boca. El sabor a mantequilla y sal invadió sus papilas gustativas. Le gustó.

Hubo un momento en el que su pierna tocó accidentalmente la rodilla de Sabito. Sintió como si se le erizara todo el cuerpo; miró de reojo a su amigo, que parecía no molestarse siquiera por el contacto.

Claro, él era el único así de exaltado.

La película recién empezaba y tenía toda la pinta de ser un filme de terror (sinceramente no le había prestado atención al nombre); Sabito se revolvió en su asiento, lucía entusiasmado.

Giyuu se recargó y admiró la pantalla.

No supo cuándo terminó su puñado de palomitas, así que escabulló sus dedos en busca de ellas. Sabito las había puesto en medio de ambos, por lo que no tendría que estirarse demasiado. Tomioka metió su mano y rozó la contraria; su amigo lo miró fugazmente y le sonrió.

—Te gané —dijo Sabito quitándole las palomitas que el de cabello oscuro iba a tomar.

—¡Oye! —reclamó Giyuu, aunque no le molestaba—. Tramposo.

—No es trampa —respondió riéndose—. Es estrategia.

Tomioka le lanzó una palomita en la cabeza y su contrario no dudó en hacerle lo mismo. Pronto su hilera de asientos se llenó de discusiones sin fin y una guerra por ver quién comía más, además de casi caer al suelo por quitarse las respectivas palomitas de maíz de las manos.

Los demás espectadores en la sala los callaron haciendo un fuerte ❝ ¡Shhhh!❞ y ambos muchachos inflaron las mejillas conteniendo la risa.

Cuando salieron del cine, ninguno de los dos le prestó suficiente atención a la película cómo para recordar de qué se trataba

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Cuando salieron del cine, ninguno de los dos le prestó suficiente atención a la película cómo para recordar de qué se trataba.

Sabito solía caminar a su lado y rodearle el hombro con su brazo; la gran mayoría de las veces porque le alborotaba el cabello en contra de su voluntad, como una tarea diaria. Esta noche no fue la excepción.

Los ojos violetas del muchacho lo miraban divertido mientras despeinaba con sus manos el cabello azabache del otro.

Tomioka decidió devolverle el favor, hizo un desastre en la melena contraria mientras caminaban.

Se dio cuenta luego de varios minutos que estaba tocando a Sabito. De una manera tan natural que, de no ser por aquella sensación tan extraña en su pecho, podría seguir haciendo si no lo viera de esta manera.

Las manos le empezaron a sudar y el corazón le latió más rápido.

—Sabito... —comenzó a decir el muchacho—. La verdad es que yo...

—¡Mira eso! —el nombrado señaló con el dedo a una figura gorda y negra que estaba recostada en el suelo—. ¡Vamos a ver qué es!

Tomioka apretó los puños.

—¡Espera, tengo que hablar contigo!

Pero Sabito ya se había ido corriendo hacia la cosa misteriosa en el asfalto.

«¿Esto es una broma del universo?»

Giyuu se apresuró en ir hasta allá también.

«Bueno, se lo diré después...»

❝ 𝟏𝟎 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐝𝐞𝐜𝐢𝐫𝐭𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐞 𝐠𝐮𝐬𝐭𝐚𝐬 ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora