yūji itadori/ ryōmen sukuna

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• AD O1: no será muy largo.

• AD O2: leve mención/ aparición de Sukuna.

• AD O3: ligero lime (+18).

• AD O4: un poco de contenido fluff (soft). Al parecer, no puedo resistirme a escribir sobre Itadori soft.

• AD O5: podría considerarse un leve Sukuna x OC x Itadori.

G O O D   B E H A V I O U R

Había llegado a la conclusión final de que el paso del tiempo era relativo. Cuando estaba junto a Itadori, apenas era consciente de la noción de éste, pero cuando distaba de su presencia que emanaba una cálida aura que la hacía irresistible el irse de su lado, el tiempo se volvía lento y parecía fluir como el agua estancada de una ciénaga lodosa.

—Me iré durante unos días por una misión.—había dicho él, rascándose la nuca con cierta ansiedad.

Anzu fue capaz de atisbar la expresión de desilusión en el rostro de Itadori y se acercó a él, con la esperanza de reconfortarle.

—Anímate. Solo serán un par de días.

—Lo haré si me das un beso. —sus bocas hicieron contacto y lo que fue una diminuta chispa había acabado por convertirse en una flagrante llama que desprendía demasiado anhelo por parte de ambos.

Rodeando a Itadori por la nuca, posando las manos en sus mejillas para que no se alejara en demasía, Anzu, tiró ligeramente de su pelo para que se quedara a su altura.

—Te amo.—farfulló, en algún momento de su apasionado encuentro.

—Y yo a ti.—Anzu aún regulaba su errática respiración cuando en la mejilla de Yūji apareció una diminuta marca que comenzó a hablar.

—¿Y a mí no me vas a dar nada, muñeca? —cuestionó una voz grave, completamente distinta a la de su novio y con un deje de ironía que, si bien a cualquier otra persona podría haber intimidado, no fue el caso de Anzu. Yūji hizo una mueca de desagrado y repulsión que la chica no pasó por alto.

—Cierto. Te recompensaré solamente si te portas bien. —rozó con las yemas de sus dedos el pómulo de Itadori, erizando ligeramente su piel. Sukuna no volvió a hacer acto de presencia. —Cuídate.—murmuró finalmente, dándole un corto beso, antes de separarse de su novio para permitirle desplazarse.

La puerta del apartamento fue abierta con brusquedad, tal que el estruendo causado retumbó por toda la pared del interior del piso. Inmediatamente, Anzu apareció tras una columna, agazapada ante ésta pero en una posición de defensa junto a su afilada espada, aguardando a que alguien hiciera acto de presencia.

—¿Yūji? —parpadeó atónita, al ver al joven con magulladuras varias y un par de cortes en el rostro. Apartó la espada a un lado y se encaminó hacia él, siendo recibida por la firmeza de sus brazos. No obstante, segundos más tarde reparó en el hecho de que en su rostro habían comenzado a aparecer unas líneas oscuras, que segundos después se definieron al completo.—Sukuna.

No fue una pregunta. Sabía perfectamente las diferencias que la maldición poseía con su novio así como también era completamente capaz de distinguir cuándo se trataba de uno y cuándo del otro. Simplemente se trataba de prestar atención a su comportamiento. Por supuesto, era muy consciente del peligro que rezumaba por todos sus poros aquel ser maligno, pero había algo en él que la impedía alejarse lo suficiente como para no salir dañada o perjudicada. Lejos de sentir un profundo horror por estar frente a su presencia, Anzu sentía la excitante adrenalina fluir por su sistema nervioso.

—He venido a cobrar mi recompensa. —aclamó, justo en el momento en que pegó la espalda de Anzu a la pared. No fue fácil para ella, pero sacó a relucir su contraparte, que aguardaba impacientemente a la llegada del Rey de las Maldiciones.

—Aquí estoy, cariño.—envolvió sus brazos alrededor de su cuello, suspirando cuando las manos de Sukuna comenzaron a recorrer su esbelta figura que tan embelesado tenía a la maldición.—Tómame.

Sus palabras habían hecho efecto inmediato en él, por lo que en los segundos próximos Anzu se vio a sí misma siendo sostenida por Sukuna, conforme avanzaba hacia el sofá, donde finalmente la dejó. Sus bocas terminaron por colisionar en un beso donde ambos se devoraban con un irrefrenable y vehemente frenesí, sus cuerpos reflejaban la indecorosa y apremiante necesidad de sentir las consecuencias del arrebato de lujuria y erotismo que acababa de manifestarse entre ellos y lo único que tenían presente en sus mentes era cuán grande era la intensidad de su atracción. Tanto él como ella ejercían la misma magnitud e influencia en el otro; eran como dos planetas atraídos, eclipsados por la inmensidad del contrario y cuyo centro de gravedad radicaba en su fuerza.

Anzu se dedicó a deleitarse con la exquisita calidez que emanaba el cuerpo de su amante, tan agradable que sintió que nunca dejaría de quererla, de suplicar por más. En contra de todos sus pensamientos reticentes a Sukuna, se había percatado de que estaba enamorada de él, y sabía que ese hecho, era algo que no podría remediar. Sabía que se aferraba a un clavo ardiendo con esa afirmación que trataba por mantenerla en secreto el máximo tiempo posible, solo con la egocéntrica brizna de esperanza de que no la abandonara. Se permitió dar rienda suelta a su mente, dejarse llevar por la situación y dejar que Sukuna la arrastrara hasta las profundidades del mismísimo infierno, aunque ella no lo percibiera de aquella forma. Anzu tenía muy presente de que aquello era un grave error, uno que probablemente pagaría a un elevado coste, pero del que no sentía pena alguna.

Se aferró al cuerpo de Sukuna que se mantenía con un estoico porte y absoluta firmeza, pese a que las perlas de sudor se deslizaban por su frente, pero eso no parecía arrebatarle su deslumbrante aspecto conformado por la más pura perfección. El vaivén de sus caderas se había vuelto incesante y tortuoso para Anzu, el cosquilleo de su vientre anunciaba su arrolladora liberación.

Cerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás y sucumbiendo ante el éxtasis que discurría por todas sus terminaciones nerviosas.

—Puede que me replantee seriamente ciertos asuntos.

—Con la suficiente motivación, todo es posible. —convino ella.

Quizá y sólo quizá, guardaría sus formas y se comportaría para estar con aquella hechicera que tan irresistiblemente seductora encontraba.

ISS6TORU 2O21

𝒟𝐸𝒱𝐼𝐿𝐼𝒮𝐻 ✷ JUJUTSU KAISEN.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora