𝒟𝐸𝒱𝐼𝐿𝐼𝒮𝐻 ✷ JUJUTSU KAISEN.

suguru getō

• AD O1: universo alternativo (universidad).

• AD O2: no será demasiado extenso, pero tendrá mucha narración y poco diálogo. (al final ha quedado un poco largo).

• AD O3: soy geto supremacy aunque no se note y si no lo crees mira mi -semi- nuevo icon ♿️

• AD O4: muchísimas gracias por todo el apoyo. ¡Casi llegamos a los 2k votos! Ni yo me lo creo. (Esto lo había escrito hace tanto, que ahora ya hemos pasado los 2k, un millón de gracias, os amo a todos).

• AD O5: pidoperdón porque he estado súper desaparecida, ando bastante ocupada y he tenido algunos problemillas.

• AD O4: va a ser cortito, pero continuaré actualizando, lo juro 🙇‍♀️🙏🤑

• AD O5: no os esperéis demasiado de este capítulo, tengo que volver a retomar mi forma de escritura, tanto tiempo sin escribir me habrá afectado demasiado y probablemente haya algunas incoherencias.

F L A S H Y

A diferencia de los demás, a Getō le era completamente indiferente la popularidad adquirida entre sus compañeros de clase. Sus ideas y pensamientos eran lo suficientemente independientes, claros y concisos como para no dejarse influenciar por ninguna moda o persona, a no ser que él así lo deseara —y muy pocas veces acostumbraba a ello. No lo hacía porque el resto lo hiciera, ni tampoco porque tuviera una fuerza de voluntad y personalidad tan débiles que se vieran doblegadas ante la muchedumbre, sino por su propia decisión. Ni tan siquiera se esforzaba por despuntar ni obtener ese prestigio y reputación que poseía —y también, de los que de vez en cuando gozaba de sus ventajas—, pero junto a Gojō, continuaba siendo de lo más popular en todo el aula, especialmente para aquel sector femenino que solo estaba interesado en lo superficial y en las apariencias.

Pero nada de aquello era de la especial atención de Getō, por lo que las fantasías de aquellas jóvenes y hormonales adolescentes solo trascenderían principalmente a eso, continuar siendo ilusiones que no se cumplirían jamás. Y ese hecho simplemente se debía a que la mujer con la que estaría no se trataba de ninguna de ellas.

Y es que para Getō, Anzu era la flagrante llama que rezumaba una arrolladora y vehemente pasión, la chispa que necesitaba para reavivar su entusiasmo e interés por la vida y los obsequios que ésta tenía para ofrecerle. Era la brizna de esperanza que le impedía abandonar aquel lugar al que llamaba hogar pero, que en realidad era lo opuesto a ello, la brisa que le proporcionaba la frescura suficiente a su —bajo su punto de vista— vacía existencia terrenal y la corriente eléctrica que fluía por sus venas, otorgándole la suficiente adrenalina para inducirle en un estado de absoluta ataraxia que ninguna otra persona había sido capaz de producirle.

Ese cúmulo de sensaciones, aquella vorágine de sentimientos y pensamientos que le guiaban durante sus neblinosos días, llenos de incertidumbre y la más pura angustia, que suturaban sus más profundas heridas, y únicamente podían ser pertenecientes a aquella chica alocada de apariencia carismática y con un atolondrado carácter que poco había tardado en adueñarse al completo del corazón de Suguru.

Pertenecer a la misma clase en la universidad les facilitaba las ocasiones para poder verse. De hecho, y gracias a aquel factor, que jugaba un papel clave, se veían con frecuencia entre semana.

El final de la última hora de la mañana cada vez era más próximo. Anzu fue interceptada al salir del aula por su novio, tras haberse finalizado la clase. La sola presencia de Getō bastaba para que la joven apaciguara su entresijo de dudosos pensamientos. Sonrió a medias, gesto que él no había pasado por alto.