-¿Por qué los mataste Niño? Tú no eres así. Tú no matas a tus hombres sin razón alguna. Tú no eres un gonorrea cómo Sergio.
Suspiro.
- Sí que lo soy Victor.
- No,no eres igual a tu hermanastro Sergio. Al igual que has tratado a esa muchacha cómo una cualquiera. Nosotros somos unos malparidos, unos asesinos, pero en esta familia las mujeres se respetan Carlos y tú lo sabes, nuestras manos están manchadas de sangre, polvo blanco, dinero sucio. Pero jamás de maltrato,machismo, abuso de poder contra nuestras mujeres, ellas son lo único bueno de toda esta vida, bueno,ellas y la plata claro. Igual Niño, ellas son nuestra razón para volver a casa.
Vuelve mi salto molesto en mi estómago. La recuerdo bailando en medio de ese montón de pendejos gonorreas. Ella media desnuda. Cómo una puta. Ella no era la Andra que dejé en Cuba. Ella no era la niñita inocente con la que viví la mejor etapa de mi vida. La única etapa de mi vida que me permití ser un ser humano. Ser una persona común y corriente. Aquella en la que por un instante olvidé todo. Dinero, poder, deber, sangre, familia, venganza.
- Ella estaba casi desnuda Victor. Quisiera que vieras cómo la miraban ese montón de malparidos gonorreas. Además, ella no es ninguna santa. Eso te lo puedo asegurar. Ella no me engaña Victor, ya no más.
- Eso no justifica tu manera de tratarla. Te casaste con ella a punta de pistola. Prácticamente la violaste.
Bajo mi cabeza,cierro mis ojos, puedo ver sus ojos azules, sus malditos y hermosos ojos azules, puedo volver a ver su jodido cuerpazo que vuelve loco a cualquier hombre. Ella saca lo mejor...y lo peor de mí. Debía saber la verdad. Debía saber si aún sentía algo por mí. Por lo visto... Ya me olvidó, o peor, no la marqué, cómo ella me marcó a mí. Ahora me tiene miedo, me odia. Me teme como todos los demás. Error, todos los demás me respetan, tal vez por miedo,por admiración o simplemente por aprecio. He ayudado a muchas familias desfavorecidas, he donado dinero a escuelas públicas e Iglesias.
Me volteo de la enorme ventana de cristal por la cual puedo ver uno de mis tantos latifundios de coca. Pertenece a mi despacho . Miro a mi mano derecha. Mi mentor en toda esta de vida que tengo. Me siento detrás de mi escritorio.
- Tuvimos que desviar nuestro aterrizaje tres veces. Él sabía dónde aterrizaría. Había un sapo entre nosotros. Era una trampa Victor. Él quería que fuera a buscar a Andra para atraparme de regreso. Por suerte uno de sus pendejos se descubrió solito.
Victor me mira en silencio. Sonríe con un brillo en sus ojos.
- Por eso los mataste.
Yo sonrío.
- El primero se rió porque Andra me llamó cabrón delante de todos. Los que trabajan para mí me respetan demasiado para reír en mi cara, sabes que nadie en todo Medellín tiene suficientes pantalones para reírse en mi cara, saben cuál serían las consecuencias. Los otros cuatro fueron los únicos que hicieron el intento de sacar su arma para meterme plomo.
- Pero El Niño es más rápido.
Yo sólo sonrío en silencio.
Luego vuelvo a pensar en ella. Entró a la casa sin mirar a nadie. Me pidió que le indicara cuál era su habitación. Mis hombres la acompañaron.
No me importa, ella es mía, ella no volverá a ser la puta de nadie. Andra González es mía y de nadie más, le guste o no, ningún otro man la vuelve a tocar, no me da la gana, porque soy El Niño y punto.
Suspiro. Tomo un trago de aguardiente, me pego un viaje, limpio mi nariz. Miro a Victor aún sentado desde mi sillón.
-¿Cómo está mi hijo?
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Esposa del Narco
Romantiek¿Crees conocer al amor de tu vida? ¿Crees saber que esa persona es la indicada para tí? Le entregas todo. Te entregas a él en cuerpo y alma. Desaparece. Te deja sola. Tú debes ser fuerte y seguir a delante por tu hijo. Crees que nunca más lo verás...