Capítulo 5: Dios Hereje (3)

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"Trace. On".

El amor es una emoción tan fugaz y, sin embargo, es una de las más fuertes que pueden durar toda la vida. Su nueva Maestra puede que no sea la misma mujer a la que él había llegado a apreciar y dedicarse plenamente; sin embargo, al ver esa apariencia, esa sonrisa y esa inconfundible franqueza y vivacidad en un rostro que era idéntico al de ella, obligado a llorar en su presencia... sería una mentira decir que Shirou no sintió nada.

Las emociones y aspiraciones que lo convirtieron en quien era en la vida como un héroe sin nombre salieron a la superficie.

Si fuera por ella, entonces nada sería insuperable.

Entonces, no muestres esa cara. No muestres esa triste vista.

En un instante, su figura apareció ante ella en una lluvia de arena dorada; la pintura de su sombra sobre sus rasgos ansiosos mientras lo miraba.

El enemigo se enfurece y golpea las puertas de su línea de fondo. Sus colmillos eran pilares, su enorme masa, una montaña que amenazaba con derrumbarse y pisotear todo ante ella, pero en su camino, él se mantuvo erguido, los labios finos y la mirada de halcón entrecerrada en consternación.

La fragilidad que podía ver en la expresión de su Maestra, los temblores recorriendo su cuerpo, todo golpeó directamente en el corazón.

Sus manos se cerraron en puños, apretándolos con fuerza antes de permitir que sus dedos se desplegaran mientras buscaban un vacío invisible. Sus músculos se tensaron, su concentración se intensificó más allá de las limitaciones del hombre mortal.

El suelo tembló bajo sus pies, el aire era un huracán de fuerza divina que ondeaba ferozmente ante su forma desafiante.

Desde lo más profundo de su resolución, rugió; desde lo más profundo de su voluntad se manifestaría; cobrando vida como brasas encendidas por un martillo que golpea el yunque de una gran armería.

Uno era un solo hombre, mientras que frente a él había un jabalí divino que encarnaba un concepto de destrucción. Aunque minúsculo en comparación, la amplitud de su espalda, la valentía de su forma y la intención detrás de sus acciones se vieron o sintieron a través de la conexión que compartía con su Maestro, quien seguramente lo estaba mirando.

El jabalí cargó, sus cascos cavando surcos en la tierra.

Detrás de él, un pequeño tirón que se sintió en el precipicio de la confrontación lo alertó de que su Maestro estaba inseguro a su lado. Sus rodillas temblaban, su tez carecía de color mientras fruncía los labios. Estaba aterrorizada y, sin embargo, había encontrado la voluntad de preocuparse por él. Este carácter moral y rectitud eran los mismos que los de su Saber.

"N-no puedes aceptar eso. T-Tenemos que huir," tartamudeó Arturia.

La presencia y el aura del jabalí eran dominantes y desenfrenadas, mucho más que la suya propia, que había estado manteniendo controlada.

Sin embargo, ¿eso significaba que era débil? No, solo significaba que no era una bestia salvaje.

El jabalí cargaba desde una distancia considerable y, según sus estimaciones, llegaría en unos segundos como máximo. Para empezar, no hubo tiempo para irse debido a las limitaciones físicas de su Maestro como humano normal.

Nacimiento de una leyenda V2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora