𝐍𝐮𝐞𝐯𝐨 𝐈𝐧𝐢𝐜𝐢𝐨.

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Druella pronto había superado un poco todo el drama de su pasado, sin embargo, la tristeza y la nostalgia siempre se declaraban sus más fieles compañeras. Luego de romper su compromiso, el señor Bartemius Crauch y su esposa como recompensa de semejante atrocidad, le consiguieron un trabajo como asistente del mismísimo Albus Dumbledore, puesto que la llevó a tener una muy buena relación con él, llegando incluso a adoptar su apellido.

——Druella Dumbledore.

——¿Si? ¿Qué se le ofrece profesora McGonagall?

  La mayor sonrió, le parecía divertida la forma tan educada y desequilibrada de ser, de la tan famosa Druella.

——¡Oh querida! Ya te he dicho que tu puedes decirme Minerva.

——Lo siento, no podría... me da demasiada vergüenza.—— la muchacha hizo una pausa para después retomar la palabra. ——En fin, ¿qué se le ofrece profesora?

——Nescecito que te hagas cargo de la entrada de los dementores.

——¿Dementores?

  Ante la pregunta de la chica, la mujer mayor no tuvo más opción que bajar la mirada y suspirar, tomo un periódico cerca de ella y se lo extendió a Druella.

——Mira a lo que hemos tenido que llegar mi niña, Sirius Black ha escapado de prisión, tenemos dementores como precaución, por eso encargate de eso, el profesor Dumbledore no confía más en nadie que en ti.

——No me gusta que nadie se escape de Azkaban.

——Ni siquiera... ¿él?

  Pronto una voz se hizo presente dentro de la habitación, ambas mujeres giraron la mirada, posandola en el dueño de aquella voz.

——¡Oh Severus! Eso no debe mencionarse.

  La profesora McGonagall reprochaba la actitud del profesor de pociones, mientras se acercaba a él en un intento de sacarlo de ahí. Druella por su parte bajaba la mirada, sabía perfectamente a quien se refería con "Él" suspiró, por más tiempo que pasara, el olvido parecía tardar mucho.

——Debo irme, con permiso profesora McGonagall, y un gusto verlo Severus.

  Sin decir nada más, Druella con un amargo sabor de boca salió de ahí, durante el camino sonrio, la tristeza no debería estar con ella por siempre y eso lo tenía más que claro.

  Por otra parte los dos profesores dentro de la sala de maestros se reñian el uno al otro con simples miradas. Finalmente la profesora tomó la palabra.

——¡Oh vamos Severus! No debiste mencionarlo.

——Ella tiene derecho a reconocer su error.

——¿Su error? Por favor, sólo es una niña. También tiene derecho a olvidar todo lo sucedido y ser feliz, no aferrarse a un amor imposible toda su vida.

  Por otra parte Druella se encaminaba a la oficina de Dumbledore, acostumbraba ir allí cuando sentía esa sensación de molestia en el pecho, pues el anciano resultaba ser su mejor compañía. <<Y viceversa>>.

——Buenos días profesor Dumbledore.

——Buenos días querida Druella, ¿quisieras un dulce de chocolate?

Ante la pregunta la joven soltó una risa. ——¿Chocolate? ¿Qué hay de los dulces de limón?

——A veces es bueno cambiar de trayectoria, siempre nos cegamos ante lo conocido, pero nunca recorremos más allá.

𝐋𝐚 𝐇𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚 𝐃𝐞𝐭𝐫𝐚́𝐬 𝐃𝐞𝐥 𝐕𝐚𝐬𝐚𝐥𝐥𝐨.|| [Concluida].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora