Capítulo 2

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Okey, ¿estamos de acuerdo en que los amigos virtuales son lo mejor?

Pues lo son, creo que todos tenemos amigos virtuales que quisiéramos conocer en persona porque yo también los tengo, en especial uno, Nate Parker.

Lo conocí en un grupo de lectura, le escribí primero pero no fue lo que yo esperaba, es decir, él era tan diferente a lo que yo pensé. Y creo que eso hizo que llamara mi atención, ambos teníamos distintas perspectivas del mundo y de la vida.

Pasaron los meses y Nate se había vuelto alguien muy especial para mí y empezó a gustarme. Tal vez fue su forma de ser, tal vez fue mi terquedad por lograr que ese chico frío abriera su corazón conmigo o tal vez fue el hecho de que mezclamos dos mundos totalmente distintos.

Grave error.

Yo crecí en mi mundo rosa, con caprichos y una familia unida mientras a él le costaba un poco más obtener lo que quería y la unión familiar no era parte de su vida. Y ahí estaban... dos chicos totalmente diferentes con dos mundos diferentes pero unidos por el mismo sentimiento. Sentimiento que permitía que ambos enseñemos un poco de nuestros mundos.

Con el tiempo la amistad fue creciendo al igual que el cariño, hasta que le confesé mis sentimientos. Sí, le dije que me gustaba y eso cambió todo. Pasamos de amigos a novios pero me di cuenta que él no me veía de la misma manera en la que yo lo hacía. Durante mucho tiempo había querido descifrar la razón por la cual él estaba tan abnegado a mostrar afecto y llegué a una sola conclusión, esto no funcionaba y no funcionaría porque él no sentía lo mismo, o tal vez sí, pero jamás lo demostraría.

Quise desvanecer el sentimiento, retroceder el tiempo y advertirme a mí misma las consecuencias, evitar pensar de más las cosas dejando preguntas sin respuesta.

Pero era tarde, ya estaba enamorada.

Sé que a algunos les parecerá absurdo que alguien de mi edad sienta lo que es estar enamorado pero siempre he pensado que cuando dicen que "en el amor no hay edad" no tan solo hablan del hecho de que alguien sea mucho mayor, sino que tampoco hay una edad determinada para sentir el amor ya que depende más de la madurez mental de cada uno.

Después de la ruptura nuestra amistad iba en decadencia, no podía verlo como amigo cuando mi corazón hacía berrinches como niño anhelando que le den un dulce.

Dejar ir también es parte de sanar y yo necesitaba hacerlo, aunque sabía que alejarme dolería más de lo que imaginaba, fue la mejor opción pero la última que tomé, por más que sabía que era lo correcto, un gran porcentaje de mí tan solo quería quedarse ahí, existiendo en su vida como un adorno y sabiendo que era la única persona que captaba su atención y recibía esas escasas muestras de amor.

Fue el chico que más me gustó después de Patrick, si bien era cierto, mi primer amor no había acabado en tragedia pero el mal sabor de un rechazo había dejado secuelas.

Nate se había adueñado de mis sentimientos, corazón y mente sin saberlo. O tal vez lo sabía, pero prefería ignorarlo.

Como siempre mi primo era quien estaba ahí, intentando levantarme, a él le parecía un poco absurda la conexión que se había creado a través de mensajes y llamadas, claro que él no me entendería porque no estaba viviendo todo en carne propia, pero eso no evitaba que me hiciera sentir que contaba con él.

A regañadientes me obligó a salir de casa para ir a una pizzería y no pude evitar tener recuerdos.

Flashback

Chat con Nate:

Nate: Se me antojó una pizza *llora*.

Fer: A mí también, pero son las dos de la madrugada, no podemos ir a comprar una.

Nate: Cuando nos veamos lo primero que comeremos será pizza.

Fer: Siii, una entera con gaseosa *sonríe como niña pequeña*.

Nate: Obvio Pitufina, luego te llevaré a tu biblioteca favorita.

Fer: Aaaaa, me encanta tu idea.

Nate: Y a mí me encantas tú.

Fin del flashback

Nos sentamos y Alex pidió una pizza americana con dos gaseosas, antes de dar la primera mordida me dio un discurso de primo protector sentimental. Tan tierno mi chiquitín.

—Ese tal Nate es de aquí, ¿no?

—Sí, pero vive lejos.

—Pues espero que tenga seguro de vida o seguro en la morgue — sus ojos se volvieron más oscuros.

—No es necesario que lo mandes al cielo, Lexi.

—Claro que sí, es un idiota.

—Al parecer las desgracias amorosas me persiguen, primero Patrick y ahora él.

—Al menos Pat fue más sutil, en cambio este idiota no.

—Dejemos de hablar de él y mejor acabemos nuestra comida, quiero ir a casa.

—¿No quieres que vayamos un rato a molestar a tu mejor amigo? Él siempre logra sacarte una sonrisa, además pueden celebrar por adelantado sus años de amistad.

—Me había olvidado por completo de eso, ni siquiera tengo un regalo en mente.

—¿Cuántos años van?

—Con este serían cinco.

—Entonces dale cinco abrazos.

—Que risa tu chiste.

Pat y yo nos volvimos mejores amigos poco tiempo después de lo que sucedió en aquella fiesta, desde ahí éramos más cercanos y el tema ya estaba cerrado.

—Apresúrate en comer para ir.

—Está bien, don impaciente.

No negaré que la pasé bien con mis dos chicos favoritos, me ayudaron a elegir ciertas cosas para la fiesta que haría por mis dieciocho.

Obsesiones Que MatanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora