Capítulo 11

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Tiempo actual

Me desperté, tarde pero lo hice; además, más vale tarde que nunca, ¿no? Aunque a este paso ese "nunca" no me sonaba tan desagradable.

La cama de Lu estaba tendida, cosa que era rara porque ella era una completa desordenada. Salí del cuarto y lavé mis dientes, me peiné y me vestí.

Bajé y encontré a todos sacando sus maletas y pensé "oh rayos, se irían sin mí" pero apareció mi mamá y depositó un beso en mi frente, le sonreí para luego ir a preparar algo de comida.

Y eso no sucedió porque mi mamá era tan increíble que me había dejado mi desayuno en la mesa: unas tostadas y jugo de naranja. Todo estaba delicioso y más cuando no cenas nada un día antes.

También vi mi maleta ya lista así que solo guardé mi pijama, lavé los trastes del desayuno y subí al auto. Ahí pude saludar mejor a todos.

En el auto del tío Edgar iban los adultos y en el del señor Luis nosotros los "pequeños".

Evans era el único que no iba con nosotros porque él volvió a casa luego de la fiesta, aún le debía las gracias por habernos acompañado así que ya se lo diría cuando lo viera, saqué mi celular y sin que se dieran cuenta les tomé una foto a todos y luego una selfie, ambas las subí a mi estado y Nate fue el primero en contestar.

Nate <3: No me molestaría que mis hijos tengan tus ojos marrones.

Sonreí ante ese comentario y le respondí

Fer: No sería molestia para mí que los heredaran.

Y así fluyó una conversación algo picante con cierto coqueteo mutuo pero finalizó cuando me despedí porque tenía baja batería. Dejé mi celular en el bolso y vi el paisaje hasta llegar a casa, ahí tuve que alistar unas cosas más porque me quedaría donde Alex hasta que mis papás volvieran.

Entre idas y venidas me olvidé del tema de Nate, hasta quince minutos antes de que llegara por mí y yo ni me había bañado, rápidamente me arreglé esperando que mi amigo llegara unos minutos tarde para así poder tener más tiempo. Sin embargo, cuando el reloj marcó la hora exacta, el timbre sonó.

Wow. Nate se veía tan wow.

Alex lo miró con un poco de recelo, pero luego de unos minutos parecieron congeniar, eso no quitaba que mi primo aún recordara la primera vez que le hablé sobre él, sobre nuestra ruptura amorosa, pero creo que era más el amor que el odio ente ellos.

Tomé mis llaves y salimos de la casa, al principio el silencio se me hizo incómodo e intenté formular temas en mi mente para crear una conversación, pero todas esas ideas se dispersaron cuando sentí la mano de Nate rozando la mía, como si estuviera esperando mi permiso para entrelazar nuestros dedos.

—Luces muy linda hoy, bueno, en realidad siempre — comentó y sentí mis mejillas ruborizarse.

—Gracias — respondí tímidamente, intentando ocultar mi rostro en algún lado.

—Fer, aún me parece extraño esto, pero me gusta.

—A mí también, si este es un sueño, espero no despertar en un buen tiempo.

Él sonrió complacido por mi comentario, platicamos sobre nuestras vidas y lo que había pasado desde la primera vez que nos vimos.

—Cuando te vi me costó procesar que eras tú y no un espejismo, mi compañero tuvo que pellizcarme una vez que entramos a la cocina para que reaccionara.

—Yo me quedé boquiabierta y fui con mi mejor amiga al baño, en realidad ella me sugirió ir a cenar ahí porque le pareciste guapo cuando te vio en el aeropuerto.

Obsesiones Que MatanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora