ᴄʜᴀᴘᴛᴇʀ 𝟸|𝑻𝒖 𝒓𝒆𝒄𝒖𝒆𝒓𝒅𝒐

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"Aquí y ahora, contigo entre mis brazos somnoliento, me siento cómo un soldado de guerra que después de tanto luchar, por fin ha regresado a su hogar. "

—Park Jimin.

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[Park Taehyung]

Algo que realmente no comprendo del mundo, es la hipocresía. Personas que en vez de sólo ser hipócritas con algún igual, también lo son consigo mismas.

Me repugna, me irrita y sorpresivamente, me alivia. Porqué de no ser por su existencia, jamás hubiera podido darme cuenta que el idiota que solía llamar mi mejor amigo tenía toda la madera para ser un hipócrita de primer nivel.

—Tae Tae, sé qué estarás bien —Susurró sonriente.

Jung Hoseok. Bastardo hipócrita.


El imbécil tomó mi mano, regalándome otra vez esa fea sonrisa suya, en busca de "darme consuelo".

— ¿Por qué estás aquí, Jung? —Pregunto con hastío evidente. Él ya sabía le había prohibido venir.

—Me enviaron un correo esta mañana informando qué van a reasignar todas tus sesiones a otro doctor —Expresó, con una falsa preocupación qué me estaba provocando náuseas—. Claramente debo verlo y pedirle sea amable con mi mejor amigo.

¿Cómo dijo? ¿Mejor amigo?

Solo bastó ese comentario para por fin rebosar con una diminuta gota el vaso de vino qué me haría perder la poca paciencia qué me quedaba.

Esto no se iba a quedar así.

Fingí felicidad y sorpresa, sonriente por sus palabras vacías— Oh, Hoseokie, no te hubieras molestado. Pero... —Hice una pausa, pestañeando repetidas veces, tratando de demostrar mi actitud nerviosa—. ¿Irás así a ver al doctor?

Jung frunció un poco el ceño, confuso, para volver a sonreír cómo el payaso que era—. Sí, así iré. ¿Tiene algo mal lo que llevo puesto?

Miré de pies a cabeza su atuendo, un traje blanco de dos piezas. Oh, esto va a ser divertido—. Es que, siento le falta algo a tu vestimenta.

— ¿Sí? ¿Qué crees le falta?

—Rojo.

En un segundo, me tiré sobre él furioso, dándole un puñetazo en la nariz qué esperaba jamás le sanara. Nadie podía detenerme. Ya hace mucho Jung Hoseok se había ganado una paliza.

Cómo un gusano de tierra, Jung trataba de zafarse, revolcándose debajo de mi—. ¡QUITENMELO, QUITENMELO!

Los guardias del hospital se acercaban a separarnos, pero mis puños aún no se sentían satisfechos.

Acerqué su amoratada cara a la mía, su mirada aterrorizada era lo que más odio me producía. Porqué me veía cómo a un monstruo—. Nunca en tu mísera vida vuelvas a estar frente a mí, ¿entendiste?

» Si escuchas algo sobre mi bórralo de tu mente y si te atreves a amargarme la vida una vez más apiádate a las consecuencias de tus actos. Porqué tú, ya estarás muerto para mí.

— ¿Cómo Jimin?

Mi corazón, después de mucho tiempo, recordó el vacío. Tanto así que mis nudillos, llenos de sangre, no dolían tanto cómo la lágrima que bajaba por mi mejilla. Voy a matarlo.

EDURN || SDI©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora