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(POV Flora):

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(POV Flora):

El hombre lanzó la botella de vidrio hacia mi dirección cuando me asomé, teniendo que evadirla para que esta no golpeara mi cabeza.

—¡Trae más! —bramó desde el sofá, soltando un estruendoso eructo al cambiar el canal de televisión—. ¡Apura!

Sin perder más tiempo, me dirigí a la cocina, dejando mi bolso en el suelo y sacando de la caja de reciclaje una de las botellas vacías, esperando que se encontrara tan ebrio que no percibiera la diferencia de lo que estaba consumiendo con el agua.

Al primer sorbo dudó, pero prosiguió tomando como si no hubiese un mañana. 

Esbocé una sonrisa al creer que el plan había funcionado, sin percatarme que él había levantado su brazo para agarrarme del cabello y acto seguido me lanzó el contenido de la botella encima.

—¡Maldita! ¡¿Creíste que no me daría cuenta?! —me zarandeó, pronto escuchándose como el vidrio se estrellaba contra el piso—. Si no traes más juro que...

Un golpeteo se escuchó desde la entrada, a lo que el hombre me soltó para revisar de quién se trataba. Mientras recuperaba la compostura trataba de ordenar parte del desastre que el mayor había causado.

Noté de reojo como miraba por detrás de la cortina que ocultaba la pequeña ventana de la entrada, escuchándose sus furiosos pasos hasta llegar a la puerta.

Seguí con mi labor sin prestar mucha atención a lo que ocurría, tratando de ocultar el frío que comenzaba a sentir al haber sido completamente empapada, pero cuando comencé a escuchar aquella voz... ¡Yo conocía a su dueño!

(POV Paolo): 

El calvo y gordo hombre se apoyó en el marco de la puerta, cruzando sus fornidos brazos sobre su pecho, seguramente queriendo alguna explicación de nuestra parte.

La timidez y el nerviosismo subió por mi garganta, abriendo la boca pero sin lograr soltar palabra alguna, queriendo que en ese momento la tierra se abriese y me llevase a lo más profundo de sus entrañas.

 «¿Me habré equivocado de dirección...?»

—¿Y bien? No tengo todo el día —su voz era profunda y ronca, seguramente sobresaltando a más de uno.

—Buscamos a Flora... Flora Treekint. ¿Usted...?

—No se encuentra en casa —bramó el mayor con su profunda mirada fija en Gigi—. ¿Para qué la quieren?

—N-nada, tan solo... —tartamudeé, siendo cortado por el adulto.

—¡Entonces largo! —cerró la puerta con fuerza, haciendo que esta retumbara en el marco.

Observé a mis compañeros con sorpresa, tratando de recobrar la compostura y dirigir a los chicos fuera de aquel lugar, donde, por la reacción del señor, presentía que no éramos bien recibidos.

Flor de Italia - (Inazuma Eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora