Las sirenas de las ambulancias no tardaron en ser escuchadas, y los vecinos comenzaron a salir de sus casas al no saber el por qué del barullo siendo casi la medianoche.
Los bomberos aún intentaban sacar los cuerpos de sus padres del automóvil volcado, mientras que el dueño del camión que los había chocado hablaba con cuatro policías sobre lo ocurrido. Al parecer, por un imperfecto eléctrico, se cortaron los frenos del vehículo y, al ir en una curva, el camionero no alcanzó a esquivar el pequeño auto familiar, provocando así el accidente.
Por suerte, las dos pequeñas aún mantenían la conciencia y ya estaban siendo atendidas por los paramédicos. La mayor, una niña de 6 años, intentaba tranquilizar a la menor, de apenas 5, la cual lloraba desconsoladamente por el shock que le causó el accidente.
Cuando la primogénita vio como sacaban los ensangrentados cuerpos de sus padres de la zona del accidente, envolvió a su hermanita en un abrazo, evitando así que ella observara lo que estaba ocurriendo. Miró con atención como los médicos rápidamente revisaban sus signos vitales, y se le apretó el corazón cuando uno de ellos negó con tristeza. Los ojos se le aguaron, pero trató de mantenerse fuerte frente a su hermana, la cual aún lloraba entre sus brazos.
Poco más allá, una mujer rubia bajaba de un vehículo negro, habiendo sido llamada por los tíos de las pequeñas. La señora examinó con la mirada primero a las menores, para luego reparar en los dos bultos que se encontraban poco más lejos.
Un policía, al ver que la fémina observaba, se le acercó.
—¿Usted es Angelina Wolf? —le preguntó con seriedad, a lo que ella asintió—. Temo informarle que los señores Treekint fallecieron...
—Ay, no, que terrible —le dijo con falsa lástima, para luego agregar con autoridad—: Tendré que llevarme a las niñas.
—Es preferible esperar a sus tíos, vienen en camino —el italiano la miró con desconfianza. Había algo de esa mujer que no le agradaba—. De todas formas, tenemos entendido que usted ya las conoce, por lo que, si quiere hablarles...
—No será necesario, esperaré aquí —lo cortó con severidad, apoyándose en el auto que la había llevado.
El joven oficial se alejó, manteniendo la vista en ella por si las moscas.
Aproximadamente 10 minutos demoraron en llegar los parientes de las jovencitas, los cuales rápidamente se acercaron a la rubia, anunciándole su llegada al policía de antes.
—Estaba considerando llevarme a una a Japón —la mujer habló sin escrúpulos cuando notó la presencia de la pareja a su lado—. Sé que sus padres firmaron para que me llevara a las dos, pero, y considerando el incidente, prefiero que sea una sola.
—¿Está segura? ¿No será mejor mantenerlas unidas después de esto? —habló con cierta duda la pequeña mujer.
—Tengo los pasajes para mañana en la mañana, de hecho el lugar a donde se dirigían era la posada en la que me estaba alojando —ni siquiera giró la cabeza para mirarla—. Me llevaré a una, la mayor, ya que prefiero que la menor se quede con ustedes.
—Pero no estoy segura de que Flora pueda soportarlo...
—Tranquila amor, nosotros podremos cuidar bien de ella —su pareja la rodeó con su brazo derecho en un intento de reconfortarla.
—No es eso, me preocupa el daño psicológico que puedan tener, sobre todo si se separan.
—Valentina estará bien conmigo, podrá evadir las consecuencias de quedarse aquí y olvidar lo ocurrido, mientras que Flora podrá quedarse con alguien que pueda reconfortarla —por primera vez los miró con sus fríos ojos azulados—. Tengo entendido que es la más apegada a sus padres, e, incluso estando vivos, sufriría mucho la separación. Es por eso que prefiero que se quede segura con sus parientes.
—Entiendo —el hombre habló—. Entonces estás en tu derecho de llevarte a Valentina, nosotros cuidaremos bien de Flora.
La mujer a su lado seguía dudando, pero prefirió guardar silencio y que su esposo solucionara el asunto.
—Bien, muchas gracias —hizo una reverencia—. Prometo cuidarla bien.
Se acercaron a las hermanas, y la rubia se agachó para susurrarle algo a Valentina, mientras que Aryana tomaba en brazos a Flora.
—Mami... Papi... —la menor dijo en el oído de su tía, esta apegándola con fuerza a su cuerpo en un intento de calmarla.
—¿Cuidarán de Flora ya que mamá y papá no están? —a pesar de tener tan solo 6 años, Valentina era una niña bastante inteligente, por lo que entendía a la perfección lo que ocurría, sobre todo con lo que le susurró la mujer que, de ahora en adelante, sería su cuidadora—. Supongo que no podré asistir a su funeral... Aunque no sé si querría...
Sus palabras helaron a la joven pareja, ya que, a pesar de saber que era insensible en ciertos aspectos, nunca se esperaron que así terminaría su lazo.
—Sí, tú cuídate mucho Vale... —su tío la abrazó, pero ella se apartó bruscamente.
—Una cosa, que Flora sepa que ella causó la muerte de nuestros padres —se despidió con un vago ademán, lanzándole una última mirada de rencor a la menor, para luego tomar la mano de la rubia y dirigirse al vehículo negro de la mujer.
Desaparecieron de la vista del resto en cuestión de minutos, dejando a la menor en un mar de lágrimas.
—No es cierto... —dijo entre hipidos— ¡No es cierto!
—Tranquila, estaremos bien los tres... —la mujer que la sostenía le susurró—. Ella también estará bien en Japón... Todos estaremos bien, pequeña Flora...
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Flor de Italia - (Inazuma Eleven)
أدب الهواةFlora nunca se imaginaría lo que el destino le tenía preparado... Los problemas comienzan para la joven tras la muerte de su tía, teniendo que cuidar de su alcoholico tío y obligandose a buscar trabajo para poder mantenerse. Nada podía estar peor, l...