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(POV Paolo):

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(POV Paolo):

—¿Aún piensas en esa chica? —Gigi me preguntó, tomando un poco de agua de su botella.

 —Dudo que vuelva, debimos de asusta... 

Noté que Nakata le pegaba un codazo a Raffaele antes que este pudiera terminar la oración.

—No lo desanimes... —le dijo en un susurro lo suficientemente audible como para que lo escuchara.

Sin contestar, volví mi mirada hacia la entrada del campo, por un momento perdiéndome en la ilusión de ella saludándonos a la distancia, pero volviendo a la realidad al sentir un suave golpe en la cabeza.

—Tierra llamando a Paolo, ¿estás ahí? —escuché la voz de Angelo a mi costado.

—¿Eh? Sí... —hablé acariciando con lentitud la zona golpeada, tratando de buscar la imagen planteada en mi subconsciente momentos atrás, pero perdiéndola al no poder encontrar su sombra.

Ya ha pasado una semana desde la última vez que supimos de ella, una semana desde que la vimos entrar en el campo y marcharse con suma rapidez del lugar, sin haber podido siquiera entablar conversación que nos permitiese conocerla un poco más.

—¿Qué te sucede? Estás demasiado desconcentrado... —el capitán habló con la preocupación marcada en su voz.

Supongo que aquel miedo de no volver a verla me carcomía más de lo que hubiese querido, cada día haciéndome recordar con plenitud su silueta y pensar que vendría aunque sea a mirar... Pero mis ojos no han podido dar con una figura que fuese real, tan solo brindándome una engañosa ilusión. 

Aunque, a pesar de saber que aquello era lo que ocurría en mi interior, no era capaz de encontrar solución y respuesta a las preguntas que me acababan de plantear.

—Simple, cupido debió de hacer de las suyas... —Gianluca comentó tras un largo silencio—. La pregunta correcta debería de ser ¿por qué ella? No la conocemos casi nada...

Tenía razón, de todas las personas en esta ciudad, ¿por qué ella generó esa sensación en mí? Sabía que no era amor, mas sí era atracción, no solo por su físico, sino por algo que va más allá... Como si pudiera percibir algo que está fuera del alcance de nuestra vista con tan solo mirarla a los ojos.

—¿Y si con ella compartes hilo? 

Miré a Angelo con duda, sin tener idea de a lo que se estaba refiriendo.

—¿Cómo que compartir hilo?

—Hace no mucho leí sobre una antigua leyenda asiática sobre un hilo rojo que conecta a las personas que están destinadas a encontrarse en algún punto de la vida —contestó con un tono intrigante—. El hilo se puede enredar o desgastar, pero nunca se puede romper, uniéndote a esa persona de por vida.

—Pff... ¿Crees en esas cosas? —Anton soltó una suave risa—. Dudo que algo así exista...

—Pero piensa, por algo nos hemos encontrado más de una vez con ella... —le replicó el más bajito—. Estoy seguro que es obra del destino...

Flor de Italia - (Inazuma Eleven)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora