IV.

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+ ¿A dónde estamos? --dije cuando estubimos andando diez minutos sin rumbo alguno, él no parecía estar cansado pero la sensación que tenía mi cuerpo era de como si hubiera corrido todo un maratón entero--

- No sé. Toma. --sacó de su bolsillo un paquete de galletas Oreo y me lo dió. Se sentó en el medio de la carretera y sonrió satisfecho-- ¿Vienes?

Le hize caso y me senté a su lado. Él se estiró y lo imité, pero no sé si era yo que no me enteraba o lo que estabamos haciendo no tenía sentido. Abrí el paquete de galletas porque él me lo indicó con un gesto de cabeza y cogimos una galleta cada uno, y musitó:

- Oreos... joder, que buenas están. --me miró, y tenía su boca a cinco centímetros, casi ni me podía contener-- ¿No crees?

+ Sí. -saboreé la oreo y notaba su mirada, que me observaba con curiosidad- ¿Hay alguna razón por la cual me hayas traído aquí?

Me empezaba a extrañar eso, aunque no me asustaba. Era más, me atraía. Joder, era perfecto... aunque jodidamente raro.

- Bueno, me estaba aburriendo y tenía calor. Y... quería estar contigo a solas. Para hablar, ya sabes. Verás, me interesas. Me pareces una chica interesante. No sé si yo te intereso, pero si te intereso, démonos una oportunidad y salgamos algún día.

Eso suena a cita y a nada más. Sí cabrones, Sarah Brooks arrasa.

+ Eso suena a cita. --dije después de plantear lo que estaba sucediendo y con quién estaba hablando--

- Veo que lo has pillado. --cogió una Oreo y me miró pero ahora con ternura-- ¿Que me dices? Si estoy siendo muy direc...

+ Sí quiero.

- Vaya... --rió por lo bajo, y su mirada se desvió hasta el cielo estrellado--

+ ¿Que? Me interesas. Y apuesto que deseaba esa cita antes que tú.

- ¿Lo hacias?

+ No sabes cuanto.

- Mierda, debí pedírtela antes.

+ Déjalo, está bien.

La Sarah Brooks normal nunca haría eso, pero lo hize: agarré su mano, y me miró, aunque no supe la expresión de su mirada porque la mía estaba fijada en el cielo pero pude imaginarmela: asustada, brillante, abrumadora.

- ¿Y eso que ha sido?

+ No sé de que me hablas. --se me escapó la risa, pero mi mirada solo estaba pendiente de una estrella que brillaba más que el resto. No podía dejar que me mirara, estaba muerta de verguenza, ¿que había hecho? no me reconocía a mi misma--

- Ya, claro... --siguió mi risa, y nuestras risas juntas combinaban a la perfección--

 Ese era el momento donde nuestros labios se acercaban, y lentamente, caíamos en un apasionado beso bajo la luz de las estrellas en una noche cálida. Pero en vez de eso, se levantó de un salto y me tendió la mano.

- ¿Volvemos a la fiesta?

Cogí de su mano y él tiro hacia él provocando que me quedara de pie en menos de tres segundos. Oh, Harry, muy amable por tu parte.

+ Muy bien, aunque aún no entiendo porque me has traído aquí.

¿Por comer oreos tirados a la carretera? 

- Ya te lo dije, me aburría allí.

+ Sigo sin creerte.

- Pesada... --dijo con un tono alegre--

+ Sí, sí, lo que quieras. Pero no te creo.

No respondió, solo una sonrisa en su precioso rostro se formó, y mientras andábamos, me cogió de la mano. Sí, lo hizo. Estaba en un sueño del que no quería despertar. CON HARRY JACOBS, señores. Al llegar, ví a Chris y a All conversando animadamente en el jardín, sentadas en un banco con dos refrescos a la mano. En cuanto me vieron, su rostro se asombró.

- Ve con ellas. -- me dijo Harry en voz baja -- Ha sido agradable.

+ Sí, lo ha sido. -- lo había sido -- Grácias por... bueno, por las oreos. 

Me reí y él también. Era preciosa su risa, la melodía de esta me cautivaba. 

+ Adiós, Harry.

- Espera, no piensas irte sin antes darme tu número. Ya sabes, para llamarte y charlar, y...

+ Claro.

Se apuntó mi número y con una sonrisa sensual hasta el infinito, se alejó con pasos lentos, y me acerqué a mis dos mejores amigas que me recibían entusiasmadas.

+ Cuenta. --dijo Chris--

+ No hay nada que contar. Solo hemos dado un paseo y hemos hablado.

Y hemos comido oreos y nos hemos estirado en la sucia carretera para contemplar estrellas. Le he cogido la mano y el momento ha sido muy incómodo. Hemos vuelto cogidos de la mano. Ha confesado que le interesaba. Nada fuera de lo normal.

+ ¡Sarah! -- me regañó sin razón Allison --

Las miré, alzé las cejas, y como no tenía ganas de hablar y me sentía mareada, volví dentro y me senté en un sofá vacío. Por la ventana, ví como Chris y All conversaban. Seguramente, sobre mí. Nunca reaccionaba así. Es más, creo que era la única que les contaba sus problemas y secretos personales. Cerré los ojos, tiré la cabeza hacia atrás y pensé. Pensé tanto que ni me dí cuenta, que me quedé absolutamente dormida, con la cabeza apoyada en el sofá. Entré en un sueño profundo, y no desperté hasta mañana por la mañana.

El norte, el sur, y la brújula ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora