XIII.

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Cuando llegamos a su destino, aparcó la moto con cuidado y me ayudó a bajar. Sus manos eran suaves, y me encantaba cuando contactábamos. Miré el cielo porque ví que su mirada se dirigía justamente allí. Estaba repleto de estrellas, era precioso. Y en ese momento, cuando bajé la mirada me dí cuenta de que sus facciones eran perfectas. Bajo la luz tenue de la luna llena, aún más. Tenía rostro de portada de revista, y me sentí inferior a él en menos de un segundo.

+ ¿Vas a decirme que hacemos aquí?

¿En qué lío me había metido?

- Relájate, nena.

¿Cuando me llamaba "nena" era consciente de lo que provocaba en mí?

- Sígeme, no te pierdas.

Me reí y él se unió a reírse conmigo. Le hize caso y bajamos por unas escaleras de madera desgastadas hasta que llegamos a un terreno lleno de hierba verde que parecía recién cortada y delante de esta, había un estanque hermoso que con la luz de la luna parecía ser azul celeste. Él se tumbó en la hierba y me indicó con un gesto de cabeza que me sentara a su lado. Eso hize, y quedamos los dos solos en la tranquila oscuridad, con el oído de la agua del estanque de fondo. Amaba ese sonido. Y entonces, sacó una cámara del bolsillo de su oscura chaqueta. Me quedé pasmada.

+ ¿Llevas una cámara? --me aguanté la risa, aunque no era gracioso.

- ¿Estás ciega o qué?

+ ¿Porque eres tan insoportable conmigo?

- ¿Porque has aceptado mi cita? --su sonrisa burlona se acentuó.

+ Me has prometido que si aceptaba tu estúpida cita, ibas a alejarte de mí. Y eso harás.

- Sarah, tú y yo sabemos que yo no puedo alejarme de ti.

El corazón se me aceleró y mis mejillas cobraron color. Grácias oscuridad por no delatarme.

+ Pero has dicho...

Cogió su móbil y de repente, empezó a sonar un tema de Sam Smith. Luego lo dejo caer en la hierba y susurró:

- ¿Quieres callarte y disfrutar del momento? --me miró, y me tumbé a su lado-- Tú y yo, en esta agrieta oscuridad. Puedo ver tus mejillas sofocantes y tu risa retraída. Es genial. Inspira, hay aire por todas partes, y estamos vivos. Podríamos tener cáncer de pulmón y estar muriéndonos en un hospital sin nadie a nuestro alrededor. Podríamos haber perdido un brazo o una pierna. Podríamos haber tenido un accidente de coche a los cinco años. Sin embargo, estamos aquí. ¿Te has parado a pensar alguna vez lo afortunados que somos? Todos nosotros. Arriesgando nuestras vidas, apostando a la derrota. El mundo gira en torno a tus ojos y ni te das cuenta.-entrelazó sus dedos con los míos, y una descarga electrica se apoderó de mi cuerpo- Eres humilde, y me fascinas en todos los sentidos.

Hay palabras que te llegan hasta la profundidad de tu ser, las que había soltado ese ojos avellana sin duda, me atormentaron, en el buen sentido.

+ Yo... no sé que decir..., ¿eres poeta?

Se empezó a reír y yo sonreí, tímida.

- Levántate, nena. Voy a sacarte algunas fotos.

+ ¿Qué? --dije desconcertada.

- Las necesito para un trabajo de la Universidad. Este vestido te queda alucinante, no puede haber un momento mejor que este.

Entorné los ojos, y los puse en blanco dada su información.

+ ¿Vas a la Universidad?

- ¿Tan raro te parece?

Me reí. Pues sí, para serte honesta. Por eso deseaba tanto la cita. ¡Quería sacarme fotos! ¡Por un puto trabajo de la Universidad!

+ Pero yo no sé que tengo que hac...

- Tranquila, de eso me encargo yo.

Dios... iba a posar por el ojos avellana. Se levantó y lo imité. Enarcó una ceja y dijo:

- ¿Sabes?

Me humedecí los labios, no quería soltar un gemido al ver sus ojos avellana contra la luz de la luna.

- El día en que el tío ese se te llevó de esa fiesta... --encendió la cámara y hizo una foto al estanque para comprobar que funcionaba-- quise pararme delante de él y decirle: "Cuidamela bien, hijo de puta", pero entonces estabas tú con tu miradita inocente esa qué pones, y pensé que sería demasiado capullo por mi parte, y me lo callé.

Qué intrépido por su parte. Kevin Crawford me volvía loca, literalmente. Recordé el momento, Harry me arrastraba fuera de la fiesta y mi mirada se chocó con la de Kevin, de manera ingenua.

+ No te entiendo, ¿me tratas como una mierda y al segundo finjes estar loquito por mí?, ¿de verdad eso te funciona con todas las chicas que te follas? Serán muy necias, porque eso no me lo trago yo ni de coña. 

- ¿El qué? --dijo burlón.

+ Ese numerito tuyo, de chico que lo tiene todo controlado. En realidad no sabes una mierda.

- Sí, sé que ahora mismo me harás caso y posarás por mi delante de la cámara.

Qué tonto era. Refunfuñé entre dientes.

- Colócate allí.

Fui hasta donde me dijo, y detrás mío quedaba el grande estanque todo celeste. Reconozco que me gustaba eso que admirarán que era "guapa", nunca me había sentido con el autoestima tan alto.

- Ponte de perfil, y cójete el pelo como en una cola, y mira arriba. Bájate un poco el vestido, quiero apreciar tus tetas.

+ ¡Serás subnormal!

Nos reímos y ese tipo de comentarios me hubieran hecho sentir incómoda o mal si no fuera por la cálidez de su voz al decirlas. Sacó tres fotos y estube posando por él durante una media hora. Nos reímos, me sacó fotos descalza, con tacones, algunas tan solo eran mis ojos, otras mis labios. Otras simplemente la piel de mis mejillas, decía que tenían un color característico(aunque yo no lo notaba), ¿era fotógrafo? Parecía profesional. En cuánto terminó, volvimos a tumbarnos en el césped.  Esta vez estaba sonando Oasis en su móbil. Sonreí, amaba esa canción... "and after all...you're my wonderwall..."

+ ¿Porque querías hacerme a mí esas fotos?

- Verás...

Se incorporó. Puso un codo en su mejilla y se quedó de lado mirándome fijamente. Antes de empezar a hablar, colocó uno de sus dedos en mi frente, y me empezó a acariciar el pelo que nacía de esta. Su voz combinada con sus ojos, sus labios, la luna llena y el sonido del agua me incitaban tanto que reconocía que si él fuera pecado, iría directa al infierno.

- ...en clase nos pusieron un trabajo que consistía en inspirarnos en algo que de verdad provocara algo en nuestro interior. Algo ajeno a lo común. Adivina en qué pensé.

+ ¿En... en qué? --me atreví a preguntar.

- En tu sencillez, tu naturalidad. Eres tan diferente a las demás y ni lo sabes.

Vaya, le gustaba mi inocencia. Qué raro. Todos los tios preferirían una chica con grandes pechos y sin inocencia alguna, y más los tios como él.

+ Así que..., ¿pensaste en mí?

- Sí. Cuando el profesor dijo: "inspiraros en algo que sea hermoso en un sentido figurable y opuesto" yo rápidamente pensé: "ella". Eras tú, Sarah Brooks. Tenía tantas ganas de esto. 

Lo miré, y la sombra de sus ojos no me hicieron pensármelo dos veces: uní mis labios con los suyos y soltó un pequeño gemido ante mi atrevimiento. Me apartó con cuidado, y susurró:

- ¿Que acabas de hacer? Ahora no querré parar de besarte en toda la noche, y los dos sabemos que eso no está bien.

Me giré, arrepentida, y musité:

+ Lo siento.

- Sabes delicioso, Sarah. Pero no eres mía, y jamás lo serás. No me van las relaciones. Por favor, no vuelvas a hacer eso.

Sabía que iba cometido un error, así que me apoyé en su pecho y entre en un profundo sueño. ¿Como podían traer tantos problemas un chico y sus ojos?

El norte, el sur, y la brújula ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora