Últimamente la vida de Christopher Bang ha estado llena de cosas extrañas de inesperadas: Primero, su abuelo que jamás logró conocer del todo fallece dejándole todas sus pertenencias, y luego un chico aparece en su puerta acusándolo de ser un vende...
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Luego de haber pasado el último año en Seúl, esa ciudad enorme y acelerada donde todo es distinto, volver a Daecheon lo pone tremendamente feliz. A diferencia de cuando iba a la escuela, ahora podría pasar toda la tarde sentado en la arena observando el mar, las gaviotas y disfrutando de la brisa marina contra su piel.
También le gusta que Jisung haya vuelto antes de que él, porque todo se siente como en los viejos tiempos. Saben que el verano es corto y pronto cada uno deberá volver a la universidad, lo que no les dejará más que unos cuantos días libres para verse en todo el año, por lo que quieren aprovecharlo al máximo. La universidad no le disgusta, está estudiando algo que adora y vivir en la capital donde hay muchas tiendas y cosas interesantes es maravilloso, pero su hogar es incomparable a cualquier lugar.
Por eso mismo sus planes han cambiado; al finalizar su primer semestre de estudios, Chris viajó hasta Corea para acompañarlo a Daecheon en su receso de clases. Fue la primera vez que Minho volvía a casa en meses y se dio cuenta de que no podría irse lejos sin sufrir muchísimo. En ese tiempo había extrañado tanto a sus padres, a Felix, a Jisung y sólo imaginar lo que sería su vida no pudiendo verlos más que dos o tres veces al año lo destruía. Para Bang fue complicada aquella decisión, sobre todo porque ya había encontrado un lindo departamento para ellos y el traslado de Minho hacia una universidad en Sídney estaba casi listo, pero lo entendió. Al ver esos ojos que tanto amaba llenos de lágrimas pensando en estar lejos de su familia, supo que no podría soportar ver a Minho triste cada día, así como tampoco podría vivir sin él.
El siguiente semestre estuvo lleno de preparativos además de estudio. Con el dinero de la venta de los autos y la cabaña de su abuelo sumado a todo el resto que el viejo le heredó de sus cuentas bancarias, Chris separó un poco para usarlo con el fin de pagar su propia carrera universitaria el año entrando; el resto y gran mayoría del dinero decidió dárselo a su madre, pues a pesar de todos sus problemas, el viejo hubiese querido que ella viviese tranquilamente. Compraron más muebles y decoraciones para el departamento de Seúl transformándolo en su hogar, el primer hogar de la pequeña familia que estaban comenzando a formar.
En total, Chris realizó tres viajes a Corea en ese año, días que aprovecharon al máximo para hacer el amor hasta el cansancio, cenar juntos, ver películas y hacer todas esas cosas que las parejas normales hacen. Para ellos la distancia jamás fue un impedimento, porque el no estar físicamente cerca sólo hacía que quisieran más estar juntos.
—Ya quiero que pregunten por mi identificación —ríe Minho cuando entran al bar de Joong. La última vez que estuvieron ahí fue hace meses, cuando ninguno de los dos tenía la edad para beber legalmente aún.
—Si no nos piden mostrarla me sentirá mal ¿Crees que ya luzcamos como adult...? —Jisung deja de hablar de pronto al chocar de frente con otro chico por estar distraído. El color rojo sube desde su cuello a su rostro al darse cuenta de que se trata nada más y nada menos que de Hwang Hyunjin.
