Nunca pensé que podría vivir con esto, de verdad, nunca pensé que vivir con dolor se podía. Recuerdo que los brazos de mi padre me envolvieron un largo tiempo, y por momentos eran lo único que quería y también una de las pocas cosas que me hacían bien. Pensé que podría evitar llorar, pero solo fue eso, un pensamiento.
Lloré, grité y sollocé.
Le reclamé a la vida, al destino y a dios, sigo sin saber cómo pasó todo aquello tan rápido, como un abrir y cerrar de ojos, al menos así lo sentí.
Un año, un año había pasado de su muerte, pero para mi habían sido días. Recuerdo a la perfección el sentimiento de aquel momento, y todo lo que pasó por mi cabeza. Ahora, me encontraba frente a su tumba, porqué el primer aniversario de su muerte había tocado a mi puerta, y no podía evitar dejar de venir.
Aunque lo hacía cada semana.
Dejo las rosas blancas sobre ella y no dudo en dejar un momento mi mano sobre ella. Suspiro y cierro los ojos sintiendo el aire fresco pegar contra mi cara.
— Te extrañamos. — Comienzo a hablar. — Skyler está creciendo demasiado rápido. ¿Sabes?. creo que será veterinaria, juega mucho con dodger y es bastante atenta con los animales.— Sonrío al recordar cada escena de mi hija con ellos.— Ella será una buena mujer, estoy segura.— Me pongo de cuclillas por completo y miro la foto que decidimos ponerle. Es preciosa.
Mis no tan vagos recuerdos me llevan en el tiempo, y vuelvo a pasar todo aquel recorrido del cinco de enero. Cuando salí de la habitación de Chris, me crucé con su enfermera, que me dio un gesto de compasión.
No entendí aquello, hasta que en mi camino de regreso por mi café, todo pareció encajar, creando un caos perfecto. La enfermera lo sabía, y el doctor también. Se estaba muriendo, y yo no podía hacer nada. El rostro del doctor Collins y el llanto de mi hermano me reciben, y se lo próximo a decir, así que se lo facilito.
Murió.
Mi llanto es mi única consolación, y en aquel momento todo tomó sentido. No podía morir sin despedirse de mi, de nuestra hija. Aquel momento fueron los últimos minutos de su vida, y yo no estaba enterada de aquello.
«Murió poco después que dejaste la habitación, bastaron segundos para que su corazón dejara de latir, no podíamos hacer nada más. Lo sentimos. » Esas fueron las palabras de Theo Collins, la persona que me dio la noticia que cambiaría mi vida. Cuando pregunté el porque de aquello, me miro y luego de unos segundos lo dijo al aire. «Justo antes de morir, los pacientes mejoran y tienen mucha más lucidez. Es extraño, pero sucede. »
Siento las lagrimas caer por mis mejillas y las quito enseguida. Me pongo de pie y meto mis manos a los bolsillos de mi gabardina. El clima en Boston era de diez grados, pero la costumbre hizo que dejara de verlo extraño.
— Todavía recuerdo la mirada en tu rostro, y tu risa contagiosa la tengo grabada en mi memoria. — Inclino un poco la cabeza y muerdo mi labio inferior tratando de no llorar. — Skyler se ríe como tú, por eso y más es una copia tuya. — Sonrío una última vez antes de despedirme. — Pero creo que eso lo sabes. Tengo que irme, pero vendré el próximo viernes, como es costumbre desde hace un año.—Me alejo de ahí, pero cuando la distancia es prudente para ver su lapida, vuelvo a leer aquel verso que tanto me gusta.
“Tu tiempo ha llegado y no se porqué. Lo último que oí fue que estabas bien, lo último que viví: el dulce sonido de tu risa.”
En memoria de
Christopher Evans hijo, padre, amigo y el mejor humano Junio 13, 1981 — Enero 6, 2021
— Te quiero, Chris. — es lo último que digo para después emprender camino a casa, donde Nathaniel y Skyler me esperaban.
«Ámame, porque cuando no este, sabrás que siempre fui yo.»
