Serie de microrelatos sobre algunas parejas canon o no del videojuego de Apex Legends. No están conectadas entre sí.
Pueden hacer peticiones así como también escribiremos algunos cuantos nosotras.
Esperamos que lo disfruten.
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El embaucador llegó nuevamente y se sentó a un lado del coreano, justo como la última vez.
—Por favor, dime que no se te hará costumbre —Hyeon giró a verlo con una expresión de cansancio, pero al notar que el ilusionista no estaba en su mejor momento gracias a su cara larga, se limitó a hacer una pregunta, sin sonar preocupado—; ¿estás bien?
—Definitivamente no.
—¿Qué sucedió?
—Creí que no te importaba —el pelinegro casi asentía por reflejo, pero logró evitarlo e hizo un vago gesto con las manos para que el hombre prosiguiera—. Bueno, Ramya se molestó conmigo. Y mucho, nunca... —hizo una breve pausa—, nunca la había visto tan molesta.
—¿Y la razón es...?
—Pues... —alargó un poco la 'e', para empezar a narrar.
Más temprano ese día, se había llevado a cabo una partida. Se estrenaba un nuevo sitio para que los juegos se suscitaran, Elliott se encontraba con su equipo, conformado por Pathfinder y la nueva leyenda, Horizon.
La partida había transcurrido bien, cada uno llevaba cuatro bajas y parecía ser muy prometedor cuando notaron que solamente restaban otros dos equipos enemigos. Pero dejando de lado todo aquello, y aunque no lo pareciera, el castaño había estado distraído casi toda la partida, pues su cabeza no lograba sacar de sus pensamientos las últimas semanas que había pasado con Ramya.
Sólo podía definirlas como espectaculares.
Cada segundo que pasaba con ella se daba cuenta de que cada vez más le gustaba de una manera diferente a cualquiera, el sentimiento era nuevo y único por quien lo causaba y eso solo lo atontaba más. Cuando paró un momento a pensar sobre lo que hacía, notó que se apresuraba ligeramente al cerrar el bar, para correr a la parte trasera del recinto y pasar las últimas horas de su día hablando con la chica de todo y nada a la vez.
También se dio cuenta de cómo había perdido total libertad de pensamientos en su cabeza, pues en cada cosa siempre estaba ella, podía estar preguntándose qué comería ese día y entonces se cuestionaría cual sería la comida favorita de Ramya.
La verdad, para ese punto, supo que algo iba mal. Creía que iba muy rápido y se asustó un poco por lo mucho que le acaparaba en sus tiempos libres, no quería molestarla o aburrirla, porque, aunque pareciera imposible, estaba gastando sus mejores temas de conversación, tanto así que recuerda que una de sus preguntas más tontas para continuar la plática fue "¿prefieres la cuchara o el tenedor?", y supo que fue improvisado y torpe, sin embargo, le alivio que la pelinegra riera y le contestara de forma sincera que el tenedor.
