—JeNo... Hablemos un momento.
Él giró y sus miradas se encontraron. JaeMin notó que JeNo apretaba el juego de llaves plateadas en su mano izquierda.
—Tengo... tengo un par de cosas que decirte, así que escúchame, por favor —inútilmente, tomó una bocanada de aire para relajarse. La verdad es que era un manojo de nervios ante los ojos de aquel muchacho y, para que las palabras pudiesen continuar saliendo de su garganta, tuvo que agachar la cabeza como un cobarde —. Yo... Ese viernes... Lo que sucedió no fue planeado... Lo que intento decir es que... Bueno, es... Lo que yo más quería era verte.
Sus cejas se elevaron, sorprendiéndose de sí mismo cuando cayó en cuenta del peso de sus palabras y lo ostentosas que se oían. Una sensación de calor recorrió su rostro y, entonces, supo que se estaba sonrojando a raíz de la vergüenza. Reconocía que la expresión verbal era una de sus mayores debilidades, quizás a causa de esa mala costumbre suya de guardar todo aquello que lo aquejaba en lo más profundo de su corazón. No obstante, ya no había oportunidad para detenerse. A esa altura de la situación, además, echarse para atrás no era una alternativa a la que estuviese dispuesto.
Existía en JaeMin una gran necesidad de sincerarse con JeNo, de contarle la verdad sobre lo que sabía, las cosas que había hecho, las acciones buenas y otras por las que sentía culpabilidad. Quería decir todo y, si después de eso, el muchacho al que tanto apreciaba no le creía ni siquiera un poco, aunque le rompiera el corazón, lo comprendería. Sabía que para algunos era difícil confiar y personas como su padre eran un claro ejemplo de eso.
Lo comprenderé... Y terminaré con lo que empecé yo solo. Puedo hacerlo.
Estaba determinado a soportar lo que sucediese y, con esa resolución, se envalentonó para retomar la palabra. No se permitiría pensar tanto, porque eso le causaba titubeo. Lo que saliese de su boca era lo que guardaba en su corazón y decirlo estaría bien. Simplemente, bien.
—¡No estaba huyendo! —exclamó, elevando la vista, dispuesto a enfrentar a JeNo. Tragó saliva y, sin meditar, dejó que las palabras contenidas abandonaran sus labios—. No estaba huyendo, porque yo siento mucho por ti y que me hayas invitado a salir ha sido lo más especial que me ha pasado. Yo no puse excusas, porque aunque suene increíble, no soy un mentiroso. Puedo verlos... Los que se han suicidado y a los que han asesinado. Puedo ver a todos los que murieron y lo lamento, porque hay cosas que yo no debería saber, pero... La verdad es que en la escuela, todos estos meses, he visto a YuNa, y he hecho cosas incorrectas... —se quitó una de las tiras que sostenían la mochila en su espalda y sacó aquel paquete de fotografías que había tomado a escondidas.
Con un perceptible temblor en las manos, se las extendió al muchacho en frente suyo. JeNo no reaccionó de inmediato, sino que más bien pareció quedarse congelado por algunos segundos. Apartó su mirada de la de JaeMin y tomó con una de las manos el montón de fotografías en las que pudo reconocer a una chica de cabellos negros y fleco espeso.
—¿Cómo las obtuviste? —le preguntó todavía cabizbajo.
—Las encontré en la habitación de SungChan... —respondió y, antes de que pudiese involucrar a alguien inocente en su situación, aclaró:—. No te enojes con él, por favor. No tiene idea de esto. Lo importante ahora es que YuNa, ella...
El ruido de dos objetos metálicos chocando entre sí lo detuvo. JeNo colocaba una llave en la cerradura de aquella puerta caoba. A JaeMin los ojos se le convirtieron en vidrio y enrojecieron. Esa llave abría una casa, pero cerraba la posibilidad de aclarar los malentendidos y acortar la invisible distancia.
—Ve a casa, por favor —le pidió el muchacho.
JaeMin negó.
—¡No estoy loco! —gritó, y una lágrima corrió por su mejilla—. He tomado cosas que no debía y entiendo que me odies por eso, pero lo hice porque ella no recuerda lo que le sucedió... He buscado en muchos lugares y todo lo que encontré es que ella... ella...
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El niño que podía ver fantasmas (Nomin)
FanfictionDe cabellos castaños naturalmente desordenados, ojos redondos y una brillante sonrisa que no sabe que tiene, Na JaeMin posee el particular don de ver fantasmas. Temeroso de su extraña habilidad, está acostumbrado a huir cada vez que es atormentado...