Capítulo 11

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Domingo, 03: 50 p.m.

JaeMin no volvió en sí ni siquiera cuando la llamada le fue contestada.

—¿Desea agendar una cita con el doctor Jeong? —le preguntó la señorita al otro lado de las línea.

—Sí —contestó en voz baja mientras observaba el vendaje en su mano.

—Bien... —la mujer suspiró—. ¿Le parece cuadrar una fecha de aquí a dos semanas?

—Sí —repitió, distraído.

Luchaba por no rememorar lo sucedido en el bosque, pero ver todo el tiempo el vendaje en su mano lo volvía una tarea imposible. Podía recordar la sonrisa siniestra de aquella mujer, a los dos niños, sus voces y su apariencia desgarbada. Todo atacaba su memoria junto a un escalofrío que le recorría la espalda.

De todas formas, ¿qué clase de fantasmas eran esos?

—Perfecto. El doctor podría atenderlo el 24 de...

—¿Eh? —reaccionó—. ¿24? ¿No hay una fecha más próxima?

—¿Más próxima? —cuestionó la mujer, y pudo escucharse el sonido de unas teclas de computador siendo presionadas—. Uhm... Dudo que eso sea posible.

JaeMin apretó los labios—. Verá... Esta es una situación muy urgente.

—¿Disculpe?

—Pues... —sus ojos se dirigieron distraídamente a la ventana de su habitación.

Tenía una corazonada, una mala. Quizás era la necesidad acostumbrada de mentir la que permanecía aún latente en él o realmente tenía razón al creer que Jaehyun nunca lo recibiría si era honesto desde el comienzo con respecto al motivo por el cual necesitaba hablar con él.

Se aclaró la garganta y observó las casas del vecindario. Las constantes preguntas preocupadas y deseos de mejora de personas que pensaban que estaba enfermo vinieron a su mente, también pudo recordar el "Espero que pronto te cures" de un colega de su padre y el "Te vieron hablando solo" de Chaeryeong.

Le mintió a la mujer, y quizás ella se compadeció de su fingida situación desesperada, porque logró cuadrarle una cita para el miércoles más próximo.


Al día siguiente, la época de frío comenzó.

El cielo se veía gris, las nubes blancas y llenas de vida se habían ido, y el sol no alumbraba las mañanas como solía hacerlo. El ambiente estaba aletargado, un poco triste. Todo se sentía un poco muerto. JaeMin bajó corriendo por las escaleras. Acomodándose la mochila en la espalda, se dirigió al comedor para desayunar lo más rápido que podía. Antes de sentarse, saludó a su madre, quien se encontraba sentada frente a él, bebiendo con calma una taza de café recién preparado.

Ella lo observó en silencio durante largo rato antes de hablar.

—¿Por qué estás tan acelerado? —le preguntó.

—Porque... —intentó contestar mientras comía—. No debería llegar tarde en semana de exámenes.

Ella frunció el ceño, extrañada—. No vas a llegar tarde.

El niño que podía ver fantasmas (Nomin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora