El sudor recorría su frente, estaba aturdido, el vitoreo de la gente, las súplicas del enemigo, el olor a sangre, sal y humo. No quería matarlo, no debería hacerlo, se suponía que simplemente era un torneo para demostrar sus habilidades, se suponía que la rendición era suficiente, pero no, eso no era lo que pensaba el rey, no era lo que pensaban los sacerdotes, querían un sacrificio, un sacrificio para Poseidón, el dios del mar, quien estuvo asolándolos sin cesar desde que su templo fue destruido durante la guerra, ni siquiera había sido culpa de su pueblo ¿Pero qué le importaba a los dioses? Ellos tomaban lo que querían cuando querían, ellos hacían su voluntad sin que nadie pudiera oponérseles.
Los gritos de la gente se volvieron ensordecedores, era la hora, el dios se había manifestado en busca de su ofrenda, no podía culpar a los habitantes por presionarlo, era su vida o la de un soldado cuyo nombre desconocían. Ellos estaban asustados, de hecho, él estaba asustado, solo era un hombre ¿Qué era un hombre frente a los dioses?
Con ese pensamiento en mente miró fijamente a su oponente caído a los ojos y susurró un —lo siento— antes de atravesarle el cuello con su espada. Las lágrimas corrieron por su rostro, era un llanto de impotencia, lágrimas que gracias a su casco nadie pudo ver. Mientras levantaba la cabeza de aquel pobre hombre en dirección a Poseidón, los ojos de este, verdes como el mar Egeo se posaron sobre el soldado con aprobación.
—Tu nombre — exigió
—Harry— contestó con un tono de voz más desafiante de lo que hubiese querido, pero no podía evitarlo, la visión de aquel ser le provocaba náuseas, le recordaba todo lo que estaba mal en este mundo, le recordaba todo lo que había sufrido a causa de los dioses.
—Un nombre peculiar — se acercó a él ladino, Harry se tensó y rogaba por que solo quisiera elogiar su combate, conocía demasiado bien la reputación de los dioses y realmente prefería morir a yacer con un ser tan repulsivo, no es que el dios fuera desagradable a la vista, no, tenía un aspecto divino, aquellos ojos con un brillo sobrenatural y su melena larga rizada cayendo grácilmente sobre su torso y una barba bien cuidada y recortada, lastimosamente ese aspecto no correspondía a su podrida personalidad.
—Harry es un extranjero, pero aún así se ha convertido en el orgullo de nuestro pueblo, irrumpió la reina, un soldado excelente, un hombre magnánimo, fue rescatado de un naufragio, es el mejor regalo que pudisteis darnos mi señor — se inclinó ante el dios, sus palabras eran aduladoras, pero había algo escondido en ellas que afectó al dios, tan solo la miró de arriba a abajo y deformó su rostro en una mueca, antes de tomar su obsequio de mala gana y se dirigirse hacia la costa.
La gente estaba confundida y asustada, no sabían qué le depararía ¿Estaba el dios contento o una ola los atacaría a mitad de la noche arrastrándolos hacia los dominios este?
Los murmullos comenzaron a hacerse más sonoros, las personas comenzaban a rumorear acerca de los motivos de la reina para salvar a un soldado cualquiera.
—Su majestad, no debió intervenir....Yo no soy nadie y mi vida no significa nada, si el dios se ofendió por su acto nosotros... —Harry no pudo continuar, había estado en diversas guerras, pero nada era más horrendo y causaba mayor impotencia que el castigo de los dioses, en las guerras de los hombres habían atrocidades sí, pero al menos podían intentar defenderse. Batirse contra un dios era como si una mosca quisiera enfrentarse a un meteorito.
—Harry...—la reina posó una mano en su hombro de manera gentil, lo miró de manera dulce y maternal como siempre lo hacía e intentó consolarlo, pero se vieron interrumpidos por el rey quien no dudó en volcar su ira contra el guerrero.
—¿TE DAS CUENTA DE LO QUE ACABAS DE HACER? ¡ACABAS DE CONDENARNOS!
—Tan sólo es un chico no podía dejar que....
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Medusa (LS)
Hayran KurguHarry es un soldado del reino de Terramar, capitán legiones y héroe de guerras. Un día se le entrega la misión de asesinar a la feroz bestia conocida como Medusa, una criatura con cabellos de serpiente capaz de convertir a los hombres en piedra con...