El viaje a través del desierto era duro, pero no podía rendirme, no podía fallarle a Cherven.
Estoy llegando a una formación rocosa, y escucho los inconfundibles disparos.
"Te encontré" pensé, la verdad dudaba un poco de que iba a poder encontrarlo tan rápido.
Me escondí tras una piedra, y la escena que se desarrollaba ante mis ojos hizo que por poco me caiga.
Estaban Jiran, un parasaurolophus y un carnotauro, si no me equivoco, tiene cerca de diez meses de edad.
Jiran le estaba disparando al parasaurolophus, y este no podía defenderse de las balas que Soyayya le mandaba. A los pocos minutos, cayó muerto al suelo, con una bala en la cabeza.
El humano miró a su acompañante.
— Lo hiciste bien muchacho, a comer — El carnotauro se dirigió pesadamente hacia el dinosauro muerto, y, de a poco se lo empezó a comer.
— ¡Jiran! — No fue lo más sensato que pude haber hecho, eso me quitó el elemento sorpresa, y seguramente habría podido al menos aniquilar al carnotauro.
— Veamos, ¿Qué es esto? — Me miró con odio —¿Viniste a vengar a los dinosaurios que asesine? ¿Acaso prefieres morir para no tener que sufrir más? ¿O te me quieres unir?
La sangre me hervía de ira, pero no podía dejar que esa emoción me cegue. Un movimiento en falso, y el carnotauro podía fácilmente despellejarme viva.
— Desgraciadamente, Jiran, vengo por la primera opción.
— Qué pena, porque tendré que matarte.
Me apuntó con su arma, es el fin, no tengo escudo, o algo que bloquee la bala. Esperé la muerte, pero nunca llegó.
Jiran se había quedado sin balas. Esto le pasa por ser quién es.
Me lanzó la pistola, yo la esquivé fácilmente.
— ¿Qué pasa, vas a tener que ensuciarte las manos? — Le dije, intentando sonar segura y valiente.
— No tienes la suerte, D' Ángelo — miró a su compañero —. Vamos Tender, es toda tuya.
Me parecía raro que un carnotauro tenga de nombre "Tender", pero no importaba el nombre, ya que podía matarme aunque su nombre sea Lemah.
Estaba en posición para defenderme, pero una sombra me bloqueó la visión, y algo pesado me tiró al suelo.
Cuando se me aclaró la vista, vi a Tender y a Cherven en una sangrienta pelea. Estaban bastante igualados, Cherven es veloz y ligero, pero también es más grande. Tender no es tan ágil, pero sus poderosas fauces compensan su desventaja de tamaño. Ambos se hacen heridas bastante feas en diferentes partes del cuerpo, y es difícil decir quién está más machacado.
Llega el momento en que Cherven usa un poco a cabeza, y en lugar de atacar de frente, lo rodea a una increíble velocidad y le agarró el cuello con la mandíbula. Se lo apretó con fuerza, Tender perdió las fuerzas y cayó al piso.
Cherven estaba a punto de venir hacia mi, pero su enemigo parecía tener la cantidad exacta de energía para la estocada final.
Agarró a Cherven del pescuezo, y lo lanzó hacia las rocas escarpadas.
— ¡¡¡No!!! — Seguramente mi grito se escuchó varias millas a la redonda.
— Es una lástima — no quería escuchar nada que salga de su boca —. Esto no tenía por qué terminar así, Sophie, podíamos ser aliados, luchar juntos para nuestra supervivencia, crear una familia. Pero decidiste darle la espalda a esas posibilidades.
— ¡¡Cállate!!
No tenía control sobre mi cuerpo. Mis músculos actuaban por si solos, tomando el control cuando mi mente estaba tan llena de emociones que me era imposible pensar.
Un grito ahogado devolvió parte de mi conciencia a la realidad. No me había dado cuenta de lo que hacía hasta que estaba hecho.
Miré a Jiran a los ojos, los de él eran color pardo claro, y siempre tenían esa mirada fría. Pero ahora no tenían ese brillo de satisfacción, si no dolor puro.
Bajé la vista. Le había ensartado la lanza en el centro del pulmón izquierdo, rozando el corazón.
La saqué de un tirón. No sentía nada, ni horror ni remordimiento, solamente un enorme sentimiento de satisfacción.
Ese sentimiento no tardó en extinguirse cuando escuché un débil gemido.
No terminé de girarme y corrí hasta Cherven. Tenía tantas heridas que dudaba que incluso en mi tiempo podrían salvarlo.
Sin embargo, no estaba muerto. Estaba sufriendo los horrorosos dolores de sus numerosas heridas. Sufría. Ni siquiera se moría y ya, si no que aguanta el dolor.
Yo lo amaba. Me dio luz en los lugares oscuros. Calor en las noches más frías. Esperanza cuando quería rendirme. Apoyo en momentos difíciles. Me permitió amar cuando yo lo creía imposible sin mi familia a mi lado. Lo quería como a pocos, y, en estos momentos, lo mejor que podía hacer era dejarlo ir.
Al agarrar la lanza me temblaban las manos, pero la sujeté con fuerza, por Cherven.
Me acerqué a él, y lo hice. Lo rematé. Terminé con su dolor. No podía seguir viéndolo sufrir de esa forma.
Pero no ayudó en nada. El dolor seguía ahí, más intenso que nunca cuando su muerte fue real. Sentía como si el mundo se me estuviera cayendo encima, no podía moverme, mi cerebro estaba tan lleno de emociones que me impedía pensar.
Durante gran parte de mi vida estuve pensando en el futuro, en todo lo que haría después. Pero ahora no podía moverme del presente, de Cherven y el hueco en mi corazón que dejó su muerte.
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Atrapada con dinosaurios
AdventureA Sophie D' Angelo siempre le llamaron la atención los dinosaurios. Los consideraba fascinantes. Un día como cualquiera, Sophie se sube a una máquina del tiempo, aparentemente segura, con el propósito de viajar a los próximos dos meses. La máquina...