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– Estás hermoso, Sunggie. –dijo Changbin estupefacto al verme en el espejo.
Mis emociones estaban a tope, y mi sonrisa estaba más que brillante para cualquiera quenme viera, así que sonreí en dirección a Changbin y tiré nerviosamente las solapas de mi traje.

– ¿De verdad lo crees? —sin embargo, hice una mueca. Nervios de novio, ya saben.– Me refiero a que mi cabello se está comportando horrible desde esta mañana y no creo que mi traje encaje perfectamente en los hombros y...

– ¡Cállate! ¿Cuántos días de tu vida has tenido en los que no has lucido decente? –bueno...

– No muchos...pero hoy es diferente. ¡Me voy a casar! –entre nervioso y emocionado estaba mi tono de voz. Miré más allá del espejo y Jeongin se encontraba ahí, sentado en una banca mientras veía como Changbin me arreglaba. Él suspiró y puso sus dos manos sobre mis hombros después de levantarse.

– Sung, te ves increíble –una sonrisa ladina se dibujó en su rostro– Cualquier persona que pueda derretir a Lee Minho es extremadamente impresionante.– dio pequeños apretones en mis hombros, haciendo que mis manos las ponga sobre las de él. Suspiré arduamente, teniendo en cuenta que tengo dos grandes amigos quienes me están viendo en este preciso momento, animándome para irme a casar.

– ¡Muy bien, vamos a hacer esto! –exclamé, evitándome la pena de morderme la lengua–...Voy a caminar por ese pasillo y hacer que Minho caiga en su cara en completo asombro. –ante mis palabras Changbin sonrió y me dio una palmada en la espalda.

– Tranquilo, suerte con ello, porque aposté sesenta mil wones a que no va a estar llorando como un bebé antes de que llegues al altar. –dijo Jeongin antes de salir del lugar y encontrase con Felix, guiñándole un ojo.

Genial, estaban haciendo apuestas en mi boda. Suspiré, dándome un último vistazo en el espejo y llenar mi ego con decirme mentalmente que luzco...apuesto. Pensemos, afuera en la playa, todo el mundo estaba esperando y, bueno, tuve que tomar más que dos respiraciones profundas.
Changbin me tomó de un brazo, encaminándome afuera de la pequeña casita donde le considero un camerino. Una vez afuera, Felix y Changbin me tomaron del brazo, de una forma bastante formal, comenzando a caminar a mi destino sin rodeo alguno. Los miré de reojo, y entonces me dí cuenta que protestar ya no servía de nada cuando el flash de una cámara y el chillido inconfundible de mi futura suegra me desvío de todo pensamiento de irme corriendo.

Minho estaba al final del altar, con sus ojos fijos en mí, se sorbió la nariz, siendo la señal en la que Felix silenciosamente se alegrase por verle los ojos totalmente cristalinos, y ahí es donde se escuchó a Jeongin maldecir detrás de nosotros.
Por ende, Minho lucía tan...envidiable, tan insuperable que me alegra decirle a todo el mundo que él es mi esposo. Su cabello peinado de lado le daba un contraste a su rostro, tan guapo, que sinceramente mis palabras sobran.

El poco público que nuestra boda (improvisada) contenía, me miraba sonriente ante mi caminar, algunos mirando a Minho quien estaba sonriendo, evitándose soltar en llanto. Al llegar al altar, mis amigos me dieron una última sonrisa, cada uno brindándome un beso en la frente, para después encaminarse a sentar en sus respectivos lugares. Los segundos transcurrieron y yo ya me encontraba apreciando a Minho enfrente de mí, quien tomó mis manos, asustándome al tacto por su piel fría como el hielo; sin embargo, los dos nos percatamos del asunto y una sonrisa se dibujó en su rostro a la hora de yo apretarle sus manos frías y tensadas.
– Te ves increíble. –musitó, mordiendo sus labios, viéndose notoriamente las lágrimas queriendo escapar de sus ojos.

– Tú también, amor. –dije sin pensarlo. Y entonces, la jueza, quien iba a unirnos en matrimonio, se aclaró la garganta, llamándonos nuestra atención.

devil boss | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora