𝟶𝟸𝟷

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Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que tuve un novio estable.
Así que cuando desperté a la mañana siguiente, después de la confesión de Minho, y había un brazo colgando alrededor de mi cintura, me sentí un poco mareado. Un beso aterrizó en la parte de mi hombro que no estaba cubierta con mi camiseta. Sonreí y me dí la vuelta, quedando cara a cara con un chico bastante apuesto.

–Buenos días. –hablé, al mismo tiempo en que posesionaba el costado de mi rostro en su pecho.

–Buenos días. –dijo, haciendo sonar su voz ronca por las mañanas. Sus brazos me tomaron por la espalda, optando por un fuerte abrazo mientras besaba la parte superior de mi cabeza. Sonreí ladinamente, alejándome poco a poco para comenzar a estirarme e intencionalmente poner mi pierna sobre sus muslos.

–¿Es absolutamente necesario que vayamos a trabajar? –hice un puchero.– Somos una pareja nueva, así que somos muy frágiles. –y bueno, sí, quería aprovecharme.

–Eso puede ser cierto, pero aún así tenemos que ir. –emití un quejido de fastidio, alejándome de él y poniendo mis brazos sobre mi cabeza.

–Me imaginé que dirías eso. Tu horario para este día es terrible.

–¿Ya has visto mi horario?

–Sí, le hice unos ajustes el mismo viernes. Impresionante, ¿cierto? –dije mientras mi sonrisa se agrandaba al halagarme yo mismo de esa manera.

Minho también sonrió y pasó sus dedos por mi cabello, mirándome brillosamente.
–Sí, muy impresionante. Eres un pequeño secretario perfecto. ¿Cómo debería recompensarte? –digerí su pregunta mientras mi mano acariciaba mi mentón curiosamente. ¿Recompensa? Oh, ¿Sexo? No, demasiado pronto.

–Hm, no lo sé. Cualquier cosa está bien para mí. –opté por decir, alzándome de hombros en señal de darle poca importancia. Acto seguido, Minho dejó un rastro de besos por el lado de mi cuello.

–Te haré la cena y luego podemos ver una película. –y entonces propuso.
Mi mente estaba tan sumisa de sus besos que no prestaba atención a sus palabras, emitiendo el impulso de inclinar mi cabeza hacia atrás para que pudiera besar mis clavículas también.

–¿Tú cocinas? –pregunté, queriendo portar una conversación más seria. Él tarareó sobre mi piel y llevó sus manos a mis costados.

–No muy a menudo, pero lo hago de vez en cuando. Además, no te quiero en mi cocina por el momento. –rió sobre mi cuello ocasionando un fruncimiento de ceño de parte mío. Pero entonces rodé los ojos y comprendí la situación. Mis manos viajaron a su cabello y dieron un jalón para que su mirada quedara en mis ojos.

–Oh, así que supongo que eso significa que tu casa está lista. –dije, alcanzando una ceja. Él asintió y me dio un beso en la mejilla antes de levantarse de la cama.

–Está lista desde la semana pasada después de que volvimos de Jeju.

Sonreí ante ello e hice lo mismo en pararme de la cama. El príncipe demonio se estaba quedando conmigo a pesar de que su casa ya estaba reparada.
–Oh, no podías soportar dejarme. Estoy muy halagado. –lloré, fingiendo demencia. Minho no dijo nada, pero pude notar que probablemente estaba ruborizado. Reſ nuevamente y caí de nuevo en la cama.
¿Quién iba a decir que los demonios podían ser tan adorables?.

Salimos al trabajo y una vez que estuvimos dentro del edificio, recibimos miradas de los empleados una vez más. Fruncí el ceño y golpeé a Minho en su costado discretamente, para que me regalara un poco de su atención.
–¿Acaso es tan extraño verte entrar con alguien?

–Sí. –dijo neutral. Mmm, ¿eso debería hacerme sentir especial? Descarté la idea antes de que subiéramos en el ascensor. Pero, antes de que se cerrara, alguien gritó que sostuviéramos las puertas. Extendí la mano inmediatamente y las afirmé.

devil boss | minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora