Artículo realizado por cjoavg
Tenemos mucho tiempo queriendo escribir esto, y es que hace ya varios meses que una idea sobre el fénix ronda por nuestras cabezas. Algo sobre la transmigración, que para los antiguos era una de las distintas formas de inmortalidad, puede entenderse en el conocido mito del ave fénix. En nuestro caso, la versión egipcia, Bennu, nos parece fascinante por sus —apenas perceptibles— ligeras diferencias.
El mito proviene originalmente de Egipto, desde donde se propagó a Grecia con el paso del tiempo; si bien el fénix no carece de historias épicas que narren sus andanzas por el mundo de los mortales, tenemos algo en mente que, después de contextualizarlos, creemos servirá para expresar el propósito de su existencia. Pero, claro, primero lo primero:
Esta magnífica criatura de fuego está íntimamente atada al Sol; se dice incluso que una vez, de camino a Arabia, el dios del astro luminiscente paró por el camino para escuchar la preciosísima melodía que cantaba el ave mientras tomaba un baño. Su destino era, según muchos que dicen haber conocido a la criatura, llegar a una ciudad del medio oriente donde depositaría los restos de su padre, es decir, el remanente del que alguna vez en el pasado fue su cuerpo.
Este mito está muy relacionado con la metáfora de la renovación espiritual a través de la iluminación de la sabiduría y la experiencia; es por eso que el fénix arde en llamas al "morir", porque lo que realmente hace es consumir su pasado en un instante para purificar su cuerpo y prepararse para emprender un nuevo viaje hacia el conocimiento que depara el futuro, lo que falta aún por descubrir, por explorar.
Muchas historias lo ubican en el Paraíso, pero como el paraíso puede ser también una metáfora de la perfección anhelada por los primeros narradores, ubiquemos nuestra historia de la siguiente manera:
Un águila viejo, con garras ya inservibles y mullidas, tenía muchas dificultades para cazar desde las presas más grandes hasta las más pequeñas; apenas comía, pues, su pico también estaba desgastado y frágil y sus alas volaban con cansancio y más esmero del necesario. Los animales a los que intentaba capturar tenían tiempo suficiente para huir de él cuando este se acercaba, por lo que su tiempo de vida estaba prácticamente acabado.
El águila, en un último intento de morir con dignidad, se lanzó a lo alto de la montaña más sagrada, una enorme y llena de nieve que quedaba en alguna parte cercana del mediterráneo. Una vez allí combatió con fiereza contra la roca de los barrancos y contra el frío y gélido suelo que ningún humano tenía permitido caminar. Su intención era despedazarse a sí mismo como si de su propia presa y enemigo se tratase. Antaño un animal poderoso e invencible, ahora no era más que el despojo de sí mismo, y si bien ya nadie quería luchar con él, él todavía se sentía digno de una batalla contra su propio espíritu.
No le tomó mucho al águila quedar herido de muerte. Estaba prácticamente deshecho por fuera, pero su fuerza interior estaba revitalizada como nunca. En toda su historia nunca había logrado vencer a un rival tan formidable como el que acababa de derrotar. Como pudo se arrastró hasta las flores de lavanda y con ellas trató de calmar el dolor de sus heridas abiertas, y con la mirra que manaba de un arbusto cubrió casi la totalidad de su cuerpo magullado para preparar su propio entierro.
De pronto, siluetas divinas comenzaron a rodear al águila. Eran los dioses del Olimpo, que habían atestiguado pacientemente el increíble acto cometido por el animal en la montaña en la que vivían. Honrado con la presencia de una bestia tan noble, Apolo decidió completar su ritual. Encendiendo la mirra con una pequeña llama de su fuego solar, el ave ardió para morir entre el aroma del incienso y finalmente consagrar la paradoja de sus intenciones, esa de mantenerse invencible aún en la derrota, y dar así paso a la aparición de un pequeño huevo que, tres días más tarde, se rompería para darle existencia al primero de los fénix.
¡Esperamos que les haya gustado la historia! Como datos inolvidables sobre esta criatura, nunca olviden que su canto está considerado mágico y muy hermoso, que es invencible y arde para poder renacer, que tiene la capacidad de curarse a sí mismo, y que sus lágrimas también pueden curar a los heridos y los enfermos.
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Mitos históricos
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