La leyenda de El Dorado

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Si existe una leyenda más famosa en América esa es la de El Dorado, una tierra maravillosa y fantástica en donde el oro brotaba de forma silvestre. Esta historia proviene desde la época de la conquista de América.

La gran imaginación de los conquistadores los llevó en la búsqueda de un brillante pueblo con calles y casas de oro, donde el preciado metal era tan abundante y común que prácticamente todo se construía con oro, incluyendo los utensilios de cocina. Fueron entonces los conquistadores los que trajeron y construyeron la leyenda de El Dorado, junto con lo que los indígenas de aquella época les contaron.


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Artículo realizado por Arassha



La leyenda de El Dorado

Desde tiempos indeterminados, los indígenas adoraban a una especie de culebra sagrada que se presentaba en las aguas de la laguna de Guatavita, lugar donde se origina esta leyenda.

El rey de Guatavita cayó profundamente enamorado de una bonita joven de la tribu vecina, la desposó y tuvieron una hija. Pero el rey se consagró mucho a su función, dejándose ir al libertinaje, engañando y olvidando a su esposa. Esta, sintiéndose abandonada se desesperó y buscó atención en otros brazos.
Sin embargo, los dos esposos amaban profundamente a su hija.

Un día, en una gran fiesta, la reina se enamoró de un bello y joven guerrero. Enamorados uno del otro, comenzaron a exhibirse mofándose de la vigilancia real.
Estos encuentros ilegítimos llegaron a oídos del cacique que no tardó en sorprenderles. El  guerrero fue hecho prisionero y sometido a terribles torturas.

En cuanto a la mujer, según la tradición oral, se arrojó a la laguna de Guatavita junto con su hija luego de que el rey la acusara de infidelidad y ordenara que los demás indígenas le cantaran tonadas relacionadas con su adulterio, la cacica no soportó más este suplicio y decidió ponerle fin a su vida lanzándose a las aguas.

Los sacerdotes se apresuraron a transmitir la noticia al monarca que, loco de dolor, corrió a la laguna comprendiendo cuánto amaba a su mujer y cómo ella lo había hecho feliz. Arrepentido, entró en una profunda agonía y los sumos sacerdotes para apaciguar su drama, le hicieron creer que en el fondo de la laguna de Guatavita vivían su esposa e hija en un mágico palacio.

El rey perdonó a su esposa prometiéndole ofrendas de oro puro para que ella tuviese en el más allá la dicha que había conocido tan brevemente a su lado. 





Un resplandor cegado de ambición

Dicen que sobre la leyenda de El Dorado se habló por vez primera en las expediciones de Vasco Núñez de Balboa y que dieron como resultado el descubrimiento del océano pacífico, allí en lo que hoy corresponde a territorio panameño los nativos contaron a los españoles que había una tierra en donde el oro abundaba, un lugar donde existía tal cantidad que prácticamente era inagotable y que se encontraba hacia el occidente, en lo que hoy se conoce como Colombia.

La ubicación de esta tierra era misteriosa y sus coordenadas variaban como variados fueron los hombres que con el sueño de hacerse ricos se embarcaron en expediciones que dieron para muchos un resultado más parecido a la pesadilla que a la ilusión.

El camino hacia el oro fue la principal razón por la que los expedicionarios españoles llegaron a tierras inexploradas y casi inexpugnables para a su paso fundar ciudades que hoy se mantienen como firmes asentamientos con siglos de historia a cuestas.

El Dorado no solo fue una imagen fantástica, también fue el motor que impulsó el descubrimiento de nuevas tierras y el arma asesina que aniquiló indígenas y propios compañeros de tropa.

Muchos dudaron de la fidelidad de todo lo referente a esta creencia, pero aún cuando se contradiga su veracidad, estos sucesos encarnaron una de las leyendas más arraigadas de la humanidad y que motivaron el espíritu aventurero de europeos sedientos de riqueza.

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