A mitad de la noche, Amber se fue a por algo de comer, dejándome sola durante unos minutos.
-¿Sabes que le gustan las mujeres?
Me gire para mirar su madre, ¿A qué venía eso?
-Lo sé, ella misma me lo contó.
-No te enamores de ella, nunca permitiremos que este con una mujer, ¿lo entiendes?
-Creo que se ha equivocado señora, quiero a Amber pero no de esa manera, y si lo hiciera, no sería asunto suyo.
-¿Quieres que destruyamos tu vida?
-¿Quieres que te diga por donde me paso tus amenazas?
-¿Cómo te atreves hablarme así?
-Porque tú me estás amenazando, escúchame muy bien, no te tengo miedo, porque no soy la chica que destruiste solamente porque piensas que tu hija es un objeto que puedas manejar, y no puedes, porque aun la cases con un hombre ella seguirá viendo a mí para que le de placer, ya que le gustan las mujeres, le gusto yo, así que es mejor que te quites de nuestro camino, o puede que sea yo quien hago algo.
Vale me había pasado, y sabía que era el alcohol que estaba en mis venas, que por lo visto me hacía demasiado sincera.
-Eres una...
-Madre.
Vi a Amber, ¿habría oído todo? Esperaba que no.
-Ni te atrevas hacerle nada, porque puedo irme y que no sepáis nada de mí, aunque eso sería un alivio para los dos, vamos.
Cogió mi mano y tiro de mí, subimos a la parte de arriba, caminamos por un pasillo hasta que abrió una puerta, me empujo dentro de ella, era su cuarto, al menos lo supuse.
-¿Piensas lo que has dicho?
Mierda, había oído todo, no me atreví a mirarla.
-Amber, lo siento pero no he podido quedarme callada, odio como te tratan tus padres, no te lo mereces y...
No dije nada más, porque me giro y me beso, había echo de menos esos labios, seguí el beso, mis manos acariciaron sus caderas lentamente.
-Quiero hacerte el amor, quiero tenerte para mí.
-Sí.
Me giro para quitarme el vestido y quedarme en ropa interior delante de ella.
-No te voy a mentir, no he olvidado aquel día.
-Ni yo, pero no sé qué hacer, quiero darte placer pero no sé cómo.
-Te contare algo Lucía, el solo mirarme ya me produce placer, por favor no mires así a nadie más.
-No podría hacerlo, solo a ti podría mirarte así.
Me sonrió, y yo me derretí, me fui a su espalda y baje la cremallera lentamente, pudiendo admirar su preciosa y perfecta espalda, baje el vestido, y di un pequeño beso en el centro, haciendo que suspirara.
-Me acabo de dar cuenta que amo tu espalda, es tan perfecta, sin ninguna imperfección.
-¿Puedes mirarte a ti alguna vez? Tú eres perfecta aunque no lo quieras admitir, eres tan dulce, amable y preciosa que me muero de amor cada vez que me sonríes.
Me grabe esas palabras en la mente, baje totalmente el vestido, cuando se giro y pude ver sus preciosos pechos, redondos, pequeños y apetecibles.
-Tócalos si quieres.
Con una de mis manos, los acaricie suavemente, haciendo que Amber gimiera, y eso me gusto, pero quería más, así que le empuje un poco, haciendo que cayera sobre la cama, me puse encima de ella, y empecé a lamerlos, primero uno luego el otro, haciendo que se endurecieran por completo.
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LA FAMILIA
RomanceTRES HISTORIAS QUE COMBINAN PARA CREAR ESTA FAMILIA TAN PECULIAR Y A LA VEZ TAN ESPECIAL