ADIOS MARIA

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AITAMI

Me levante pensando en la cena de anoche, ¿Por qué demonios quería besarme? Le gustaban las mujeres, no era posible que ahora de repente le gustara yo, no, no iba a ser otro saco de boxeo para nadie, ahora me valoraba y me quería, nadie volvería a utilizarme jamás.

Baje a por mí café de los domingos, entre y lo pedí, junto a mi tarta cuando me gire tenía a Hugo delante de mí.

-¿Me persigues?

-No, me he aficionado a este sitio, aunque la verdad esperaba verte.

-Tengo que irme.

-No, espera tenemos que hablar, por favor.

Lo mire pero luego asentí, quería pedirme perdón, aceptaría y luego me iría de allí, y no volvería a verlo.

Nos sentamos en una de las mesas de afuera, hacia un clima agradable, le di un bocado a mi tarta, vi que él la miraba, así que cogí un trozo y se lo ofrecí.

-¿Para mí?

-Se te van a salir los ojos, come.

-Pero es tu tenedor.

-¿Vas a pegarme algo?

-No, estoy limpio.

-Pues come –al final acepto -¿Ves que bien?

-Gracias.

-No es nada.

-Oye Aitami, lo siento, de verdad que ayer no sé que me ocurrió, normalmente no entro así a nadie.

-Acepto tus disculpas.

-Pero si quería besarte, de verdad.

-No entiendo nada, te gustan las mujeres, lo comprobé el día que nos conocimos, no hiciste el más mínimo movimiento que me diera a entender que te excite.

-No es cierto, mi orgullo es demasiado fuerte, pero si me excito, todo de ti me excita Aitami.

-¿Qué?

-Nunca me ha gustado un hombre, jamás podre jurártelo pero desde que te vi, algo me empuja a querer tocarte.

-No soy algo fácil de conseguir, ¿Te acuerdas que te conté que salí de una relación complicada?

-Sí.

-Lo conocí en esta cafetería, me dijo que él nunca había estado con un hombre, que era el primero, resulta que se había tirado a más hombres que esta ciudad tiene, me utilizo solamente por entretenimiento, por aburrimiento, 2 años de mi vida viviendo en una mentira, ¿Sabes que aun voy a terapia? Me hago el fuerte pero no lo soy, tengo terror de volver a estar con alguien, que me vuelva hacer daño, que me...

-Aitami, tranquilo, no voy hacer nada que tú no quieras, jamás te obligaría acostarte conmigo, o hacer cualquier cosa, puede que me acueste con mujeres, pero jamás obligo a ninguna, nunca no soy esa clase de hombres, ¿vale?

-No soy capaz de empezar nada nuevo, no puedo.

-Oye –su mano se entrelazo con la mía –no va a pasar nada, somos amigos, nada más ¿Vale?

-Vale.

-¿Qué te parece si vamos a dar un paseo y te invito a comer? Como amigos, y así nos conocemos.

-Me parece bien.

Sonrió, aun no podía confiar en él, pero esperaba poder hacerlo sin tener el miedo de que me hiciera daño.

LA FAMILIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora