AITAMI, HUGO Y LA ABUELA

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AITAMI

Quise salir detrás de ella pero ese hombre me lo impidió.

-Perdona, quiero ir con mi amiga.

-Creo que sería mi hermano quien debía ir, Amber no se mierdas pasa pero deberías hablar con ella.

-Ella le partió el corazón, sé quién eres, Lucía aun sufre por tu culpa.

-Basta, ve y habla con ella, yo me quedare con él.

-¿Puedes dejar de darme ordenes?

Amber se fue y yo tuve que sentarme porque Hugo me miro de una forma que puso mis pelos de punta.

-Ellas tienen que arreglar eso.

-Lo único que conseguirá es que le haga más daño.

-¿Es tu novia?

-Como si lo fuera, la protejo de cualquiera que le haga daño, pero no, no es mi novia, soy gay querido.

-¿Cómo te pueden gustar los hombres?

-¿Has probado alguno?

-Ni loco.

-Bueno no digas que algo no te gusta si no lo has probado.

-Donde este un buen par de tetas.

-Ya, eres el típico heterosexual que se tira a cualquier tía que se ponga por delante.

Se rió y me dio una copa de champan, le di un trago.

-¿Has probado a una mujer?

-Sí, pero me gusta que un hombre me toque, soy así de raro.

-Unas manos de una mujer son suaves al igual que su boca.

-Ya, dame tu mano.

-¿Para qué?

-No voy a morderte, dame tu mano.

Me la dio le di la vuelta una mano fuerte y bonita, todo de él era bonito, no iba negarlo.

-Cierra los ojos.

-Me estás asustando.

-Vamos, no eres mi tipo, no seas egocéntrico.

Los cerro, coloque mi mano sobre la suya, después y con mis dedos acaricie su palma, después subí por su brazo, lentamente hasta llegar a su cuello, pare y me aleje de él.

-Mi mano también es suave, he visto como has respirado, te has puesto nervioso.

-Ya, eso no es cierto.

-Bien, hagamos una prueba, vuelve a cerrar los ojos, hare algunos movimientos, y si no te excitas aceptare que es verdad que no puede ponerte un hombre.

-¿Por qué debería hacer eso?

-Eres un hombre de riesgos, me he dado cuenta cuando te has metido para defender a Lucía, vamos, ¿tienes miedo?

-Ninguno –se levanto y cerró las cortinas para que nadie nos viera, después se volvió a sentar, cerró los ojos, yo me reí, me levante y me puse encima de él, note que iba a protestar pero puse mi dedo en sus labios –vale.

Roce mis labios en su oreja, lamiéndola un poco, su respiración era tranquila, baje mi lengua por su cuello hasta su clavícula, note su mano rozando mi culo pero fue un movimiento ligero, pero en ese momento sonó mi móvil, era Lucía.

-Cariño ¿Qué pasa?

-Por favor quiero irme de aquí, no quiero estar sola.

Me baje de Hugo rápidamente, él se quedo sentado en el sofá cuando una chica apareció de la nada.

LA FAMILIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora