Sinfonía
El susto había sido pasajero, Anna había regresado a salvo y ahora, Dereck estaba mucho mejor. Cuándo Anna se había marchado la tensión que se había generado en Dereck fue bastante peligrosa. Liam era casi una bomba a punto de estallar, posiblemente porque su mejor amiga y Beta había desaparecido durante unas largas horas sin aviso alguno. Mi manada expectante tras la acumulación de tensión por parte de Dereck y de mi misma -a través del vínculo que compartía con Liam a pesar de no estar emparejados y haberle rechazado-.
Jerry se volvió importante para la manada a una gran velocidad, a veces causaba algún accidente o broma pero, nada de gravedad. Todos los miembros habían sido recelosos al principio, pero la gran determinación del adolescente por ser aceptado por ellos hizo que ese receloso se esfumara cual humo. En unas pocas semanas Jerry jugaba con niños de su edad, dentro del territorio, a veces comiendo con algunos adultos en el gran comedor que habían decidido "adoptarlo" y protegerlo.
Los lobos solitarios que nos acechaban habían detenido sus ataques, acto totalmente extraño. Sin embargo, aunque no podía jurar que eso era una buena noticia o una mala; ahora estaba preocupada por otro asunto. Quizás peor que nuestra propia especie. Luck había descubierto un Clan -o patéticamente conocido como aquelarre- de vampiros cerca de nuestro territorio. Ellos tenían también una jerarquía, un lugar que llamaban hogar. Parecían pacíficos pero aun así no podía dejar a la manada sin protección y mucho menos, cuando nos dirigíamos a la cuidad de vez en cuando. Y más aún con su existencia descubierta.
Suspiré.
Cerré los ojos y apoyé mi cabeza en la cabecera del sillón. Necesitaba dormir un poco.
―
« El orfanato era grande y gris, las nubes se amontonaban encima del enorme edificio prometiendo lluvia y tormenta. Respiré hondo y sentí como jalaban de mi brazo. Miré hacia arriba y vi la mirada llena de asco y odio que correspondía a mi padrastro. Él era la persona que debía cuidarme, protegerme y valorarme, pero tras la desaparición de mi propia madre algo cambió por completo. La vi marchar, sus brazos alrededor del cuerpo de otro hombre. Mientras se alejaba me prometió que volvería a por mi. Ella nunca volvió, pero si aquel hombre. Decía que yo era su hija. Que la familia estaba esperándome. Nunca tuve la oportunidad de marchar con él, mi padrastro me negó esa oportunidad.
Aguanté las ganas que tenía de llorar, mi falso padre nunca me había querido, eso lo sabia de sobra. Su mirada y su tacto hacia mi era todo lo que lo confirmaba. Los padres de mis amigas nunca las miraban así.
Recordé las escenas que había vivido mientras ingresaba en aquel tenebroso orfanato; Me repetía miles de veces aquellas palabras que resonaban en mi cabeza. Sus palabras me hacían daño, nunca entendí porqué lo decía hasta que lentamente lo dijo. Sus golpes no eran nada comparado con aquellas palabras.
"Eres una hija bastarda, tú madre murió por sus pecados, por acostarse con otro mientras estaba casada conmigo, y tú, eres la hija bastarda de esa puta. Por fin podré vivir en condiciones, la muerte de esos dos ha merecido la pena."
Al entrar en un despacho que ponía "Directora", una mujer mayor me miró con indiferencia en su silla de cuero, mi padrastro me entregó a la señora, largándose sin decir nada.
―Vaya, otra más. ―Susurró.― Sinfonía Kristel, 11 años. Que nombre tan estúpido.
Miré mis manos asustada, sin saber que era lo que me iba a pasar. A pesar de tener solo 11 años, sabía que esto no era lo normal.
―Desde hoy dormirás en el sótano, con los demás hasta que alguno de arriba se vaya. ―Comentó guiándome hacia la puerta del sótano, podía apreciar que tras levantarse del sillón donde estaba su estado de ánimo empeoraba.― Mañana empezarás a trabajar para mi, como todos. Espero que alguien te enseñe pronto, sino, que mala suerte tendrás.― Añadió empujándome hacia el interior, la oscuridad invadiendo aquel espacio entre la puerta y las escaleras cuando cerró la puerta.―
―Tenemos un nuevo juguete. ― Dijeron unas voces mientras iba bajando las escaleras con cuidado. Me detuve al final, mi cuerpo temblando por el frío que empezaba a sentir. El olor de siete personas llegaron a mi nariz.―
Unos relámpagos sonaron muy cerca y el sonido de la lluvia llegó a mis oídos. Una luz se encendió, la luz tenue iluminó los rostros de los niños, cinco de ellos -parecían mayores que yo- acercándose a mi mientras las dos niñas que habían se juntaban en un mismo lugar, encogiéndose sobre si mismas para no ver lo que pasaría.
Quise gritar cuando uno de ellos me sujetó del pelo, tirándome al suelo. En aquel momento supe que mi vida estaría arruinada para siempre, el calor del cuerpo de mi madre se había marchitado. Mis lágrimas brotaron, escurriéndose sobre mis mejillas mientras los primeros golpes llegaban a mi cuerpo. »
―
Me desperté con mi propio grito, mi corazón latiendo sonoramente contra mi pecho, mi pulso descontrolado. Unos brazos me rodearon, miré al causante asustada, mi cuerpo en tensión.
―Liam.―Susurré entre sorprendida y asustada. Liam me abrazó más fuerte y yo me apoyé en su cuerpo como pude. Me dí cuenta que estábamos en su cama, en su habitación.―
―Duerme, Sinfonía. ―Susurró contra mi cuello, su cálido aliento rozando mi piel.― Estaré aquí. Te lo juro. ―Añadió. Confiando en sus palabras cerré los ojos, esperando que aquellos sueños no me atormentaran de nuevo.―
―
Al abrir mis ojos con la llegada de los primeros rayos de sol observé con atención el cuarto donde Liam se estaba quedando. Le miré, apreciando su rostro dormido y sus brazos alrededor de mi cintura, su cuerpo y el mio pegados. Sentí que me sonrojaba. Con cuidado me aparte de sus brazos para levantarme.
Sin poder resistirme me agaché un poco al estar de pie, acaricié con el dorso de mi mano derecha su rostro. Observé como hacía un pequeño gesto estando dormido, lo que hizo que se viera lindo de alguna manera. Sonreí.
Salí del cuarto, dirigiéndome a la cocina tras bajar las escaleras hacia el piso central. Por el gran ventanal aprecié el comienzo de un nuevo día. ¿Habíamos dormido, juntos, un día entero?
Quizás podría dejar el desayuno preparado para todos antes de ir a dar un paseo. Mi loba deseaba poder extender sus patas sobre la fría tierra.
Solo me había tomado media hora preparar el desayuno, cubriendo todos los platos para que se mantuvieran calientes la mayor cantidad de tiempo posible. Salí al exterior por la puerta central, bajando las pocas escaleras que me separaban de la tierra. Me encorvé, dejando que mi loba tomara forma.
Tomé rumbo al bosque, queriendo recorrer los límites de mi territorio. El viento soplaba en mi contra, cosa que no era bienvenida para mis sentidos pero que en aquel momento no era importante. Dos siluetas saltaron sobre mi cuando llegué al límite de mis tierras, pudiendo esquivarlas presté atención a esos sujetos, oliendo el aire que con facilidad me traía su característico olor.
"Este es mi territorio, largo." Ordené con un gruñido instalado en mi garganta.
―Que suerte tenemos. ― Comentó burlón uno de ellos, su lengua lamiendo sus labios antes de acariciar sus colmillos con facilidad. Como si pudieran saborear mi sangre.―
"Corrección: Ustedes tienen muy mala suerte."
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Alfa Roger - Actualizando
Novela Juvenil- Soy Sinfonía, Alfa de los Roguers. ¿Alfa de los Rogues? No, eso es imposible. Era posible que ella fuera el líder de aquellos renegados. Se suponía que los lobos solitarios, que abandonaban la manada o que eran expulsados de la misma no tienen...